…A discusión
Este año en la Feria Internación del Libro, de Guadalajara, hubo un atractivo especial, por ser Israel el invitado de honor. En sus aljabas de eterno migrante, el pueblo judío, heredero de la Tribu de Judá, nos trae su historia milenaria, la tradición de generaciones, en la sobrevivencia, el sufrimiento, la grandeza de sus reinos, familias tremendas que construyeron historias y monumentos, los Reyes los Profetas, los Maestros de la Ley. Un pueblo minúsculo en su territorio y habitantes, apenas seis millones, pero grandioso en historia y en diversos caminos de la Ciencia.
Estuvieron presentes los “libros”, pergaminos, rollos más antiguos de la Humanidad. Historias como las de Caín y Abel, de trasfondo violento, de Abraham el hombre inquebrantable de la Fe. El mundo de la comunicación cuando hay una voluntad, un ideal, y la contraparte, la incomunicación, cuando hay altanería, inconsistencia en la realidad humana y otros temas fraguados en esa historia antiquísima de la “Torre de Babel,” que nos relata el Libro del Génesis.
Cientos de relatos milenarios que siguen invitando a la reflexión, a la confianza y a la acción en la raza humana, rica de valores y con horizonte amplio en su trascendencia. Israel llegó con la exposición de un facsímil de los Manuscritos del Mar Muerto, encontrados en las Cuevas del Qumram. Ahí está la Historia de la historia, costumbres, valores y un sinfín de enseñanzas bíblicas. Llegaron también con cientos de libros en la memoria histórica y otros miles que empujan hacia el futuro.
Hubo también una presencia virtual, un personaje que mucho aprecia Israel, el Sabio, el Maestro, el Rabino de la Sinagoga, escuela de todo para cada buen israelita. Ovadia Yosef está en el corazón del todo israelita. Recién acaba de morir a los 93 años en octubre pasado, y a su funeral asistieron casi 850 mil personas. Este Rabino fue un padre espiritual para muchas generaciones. En la Biblioteca del rabino Yosef había más de 10,000 libros, y las generaciones que oyeron sus consejos son innumerables.
Los Rabinos tienen fama de ser hombres sabios, de estar habituados a leer y a platicar para resolver asuntos de la vida diaria, conforme a lo que dice la Torá, los Mandamientos. Tienen también habilidad para interpretar la literatura misdrásica, esas enseñanzas que vienen de generación en generación a través de los grandes Maestros. Un pasado impresionante por su historial de sapiencia que fue cargando en su propia vida, pero sobre todo por lo que él mismo se preocupó de construir en su apego a la Ley que rige el corazón de todo buen israelita.
Era joven, casi adolescente, cuando los estragos de la II Guerra Mundial, época de tanto dolor para toda la Humanidad, pero en particular para el pueblo judío. Un pueblo que se reconstruye con grandeza en muchas áreas de la vida; también en sus hombres de Ciencia, gracias al Libro de los libros que oxigena la vida, no obstante, y sin negar sus errores; dolor y desgracia también para otros pueblos.
Con la muerte de este Rabino, el ‘Etsev (pena), ha rebasado al pueblo judío, por haber sido este gran hombre un interpretador lleno de alma para la Ley dura que está en las ordenanzas bíblicas. El llanto de miles de gentes expresaba, sobre todo, un duelo religioso más allá de los lazos de raza e importancia histórica. La Feria de los libros ha terminado. Ahora subsiste la tarea de leer, razonar y vivir con creencias que se sostengan más allá del relativismo imperante.
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