Licenciada Lupita:
Todos sabemos la mercadotecnia que hay detrás de la Navidad. Y es una lástima ver cómo se desarrollan problemas por los regalos que se han de comprar. Mi esposa me sorprendió con una lista de deudas que adquirió en la venta del llamado “Buen fin”. Yo estaba de acuerdo en que obtuviera lo necesario a buen precio, pero el problema fue que compró lo que no necesitamos y que tampoco tenemos para pagar. Ahora enfrentamos tarjetas de crédito saturadas y un conflicto que difícilmente estará arreglado para la Navidad.
Guillermo M.
Muy estimado Guillermo:
Tu esposa cayó en la trampa bien orquestada de la mercadotecnia. Te invito a que la comprendas y a que, juntos, aprendan de esa mala experiencia.
Es conveniente ahorrar en nuestras compras en general. Un buen cristiano se sabe administrador de sus bienes. Si sabemos de antemano que habrá un fin de semana con precios bajos, conviene aprovechar la oportunidad considerando al menos tres premisas:
Comprobar que la oferta sea real.
Preguntarse sinceramente: ¿Necesito este producto?
Preguntarse también: ¿Puedo comprarlo ahora sin afectar la estabilidad familiar?
Si respondemos que sí a las tres preguntas, ¡adelante! Pero no quiero quedarme en el tema práctico, sino en el de fondo. Dices que difícilmente llegarás a vivir un pleno ambiente navideño en estas fechas tan especiales. Predisponte a lo contrario. Procura, por todos los medios, vivir estas fiestas al modo de Dios.
El primer paso es comprender y dialogar. Es demasiado tentador el tenerlo todo sin esfuerzo, y sabemos que esto tiene un costo muy alto, pero a veces no nos damos cuenta hasta que nos “descalabramos”. Tu esposa aprenderá su lección y será más fácil digerirla si cuenta con tu apoyo y no con tus reclamos y desesperaciones.
Dialoguen acerca de cómo solucionarán el problema presente y cómo lo evitarán en el futuro. Para conseguirlo, empieza con una sonrisa.
¡Sí! Acércate a ella con una sonrisa y dile que todo tiene solución. Prepárate al Nacimiento auténtico de Cristo en tu corazón disponiendo tu actitud para ello. La Ciencia ha demostrado que los sufrimientos humanos no son consecuencia de circunstancias adversas, sino de la actitud con la cual se enfrentan. La risa y la sonrisa, propiamente, constituyen un método natural reconocido, a través del cual se levanta el ánimo y se fortalece el sistema inmunológico, haciendo que las enfermedades no se presenten con facilidad. El que sonríe puede ver todas las situaciones con un matiz de optimismo.
Los estudios sobre el efecto de la sonrisa aseveran que, ésta:
“Aumenta la memoria, el pensamiento creativo y la resolución de los problemas, además de mejorar las relaciones sociales. Hace que te vuelvas más amigable y aumenta la colaboración y la solidaridad. Contribuye a eliminar pensamientos y emociones negativos, además de ayudar a descargar las tensiones”.
Esto significa que no debemos sonreír porque las cosas van bien, sino que hemos de hacerlo PARA QUE las cosas vayan bien.
Propongámonos regalar sonrisas en esta Navidad. Digamos a otros con sinceridad que preferimos darnos a nosotros mismos que sólo cosas materiales. “Quiero regalarte mi sonrisa, mi tiempo, mi actitud positiva”, y si te preguntan por qué, responde con orgullo: ¡Cristo ha nacido en mi corazón!.
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