jueves, 9 de abril de 2015

La diversión como anzuelo electoral

La diversión como método electoral


Han comenzado las Campañas de los candidatos rumbo a las Elecciones de junio, pero no sólo para emitir un sufragio ese día, sino, sobre todo, con el fin de estar en un puesto público por los próximos tres años, que es lo que más debe importarle al ciudadano: quién lo va a gobernar y cómo.

El inicio de las mismas, aunado a las actividades que promovieron las Autoridades Municipales, haciéndolas coincidir, nos muestra la carga negativa de las intenciones, en detrimento de otros aspectos que habría que cuidar más de la ciudad que la ‘diversión’, sin mencionar los respectivos riesgos de salud, de la población.

Se colocaron dos toboganes (otros escogen la lucha libre, circo, payasos); uno en plena Plaza de la Liberación, y otro en el Parque de la Solidaridad. Desde el punto de vista de presentación de la Metrópoli a los turistas que venían a conocer Guadalajara, es lamentable. Un entretenimiento de este tipo no puede estar bloqueando o afeando la vista de dos edificios emblemáticos, ni para los que vienen, y así lo expresaron quienes visitaban la Ciudad, ni para los que aquí vivimos.

Mientras, en otro espacio, el Parque de la Solidaridad, un candidato iniciaba su proceso proselitista, con el deseo de ocupar la silla municipal de su antecesor en la capital tapatía.

Es evidente que la intención primaria (que debería ser la principal), no era ofrecer esparcimiento para la inmensa población que no tiene recursos para salir de vacaciones, sino un afán, sobre todo, electorero. Esa población también va a votar, y es la más numerosa, y es agradecida. Le vendrá la tentación de votar porque le acercaron el agua para el tobogán. Desde este punto de vista -que ojalá nos equivocáramos-, alentaríamos la existencia de los pobres, porque siempre serían un beneficio que existieran. Ayudamos a los necesitados sólo para que vean que somos buenos.

Sobre el ‘uso y abuso’ de las personas de las periferias sociales, el Papa Francisco ha dicho que “son siempre los pobres quienes pagan el precio de los políticos, de los empresarios y de los eclesiásticos que descuidan su deber. Pagan los hospitales sin medicinas, los enfermos que no tienen remedio, los niños sin educación… También el pobre corre el riesgo de perder los valores” (Meditación del 16 de junio de 2014), porque -con el sentido de gratitud- su voto puede valer una bañada, y su voto vale mucho más, por supuesto, que un tobogán.

Aquí podemos aplicar lo que acaban de escribir los Obispos de la Provincia Eclesiástica de Acapulco: “Para comenzar, conviene que los Partidos políticos hagan un discernimiento sobre los métodos que utilizan para convencer a los ciudadanos, en el sentido de su legalidad y de su transparencia” (en todos los sentidos, decimos nosotros). Y prosiguen los Prelados: “Deben entender que algunos métodos generan inconformidad y enojo en los ciudadanos… Métodos como el dispendio de recursos.” (8 de abril de 2015).

Este tipo de diversiones de doble intención, también -a veces- pueden convertirse en “maquillaje” que “ya no engaña a nadie y sólo exacerba los ánimos” (esta frase es de los Obispos de México, pero referida a otra situación, expresada el 17 de febrero de 2015, en el Documento “¡Alto a los corruptos!”). Eso sí, “la Sociedad necesita recuperar la confianza en aquellos en quienes la ha depositado” (Ib.), y así, no se recupera.

Parangonando la frase de los Prelados mexicanos que dice: “¡Si la persona humana no está por encima del dinero, el dinero le pondrá precio a cada persona!” (“¡Por México, actuemos!”, 14 de abril de 2014), tendríamos que decir que si la persona humana no está por encima del mero sufragio, del mero voto, de la ansiedad por el Poder y por mantenerlo, todo esto le pondrá precio a la persona.

Debemos buscar la verdad detrás de este proceso electoral, su árbitro, sus participantes y sus Partidos. De otra forma, la manipulación de la Opinión Pública la definirán los intereses dominantes.


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