jueves, 9 de abril de 2015

Para vivir y morir felices

Esfuerzo y satisfacciones


Pocos son los hombres que saben caminar a la muerte con dignidad, y muchas veces no aquellos de quienes lo esperaríamos. Pocos son los que saben callar y respetar el silencio ajeno. Primo Levi, “Si esto es un hombre”.


Cruces en la Frontera Norte


Pbro. Germán Orozco Mora

Mexicali, B.C.


A los Seminaristas próximos a ordenarse de Sacerdotes, el Arzobispo de Milán, Cardenal Carlo María Martini, como una preparación al sacrificio y el dolor, los llevaba en pequeños grupos durante el crudo invierno polaco a vivir una semana de Retiro Espiritual en Auschwitz, cerca de Cracovia, el inolvidable Infierno de Auschwitz.

Uno puede caer en depresión de tanto pensar en la muerte y en el dolor humano; pero, después de todo, es un camino auténtico de reflexión y cambio de vida. Por eso en Tijuana han puesto tantas Cruces de madera como migrantes han muerto por buscar una mejor vida en este mundo. Quién sabe si un día pueda montarse una exhibición permanente de Imágenes de la Muerte con fotos de todas las personas que son privadas de la vida en Baja California, para no olvidar el dolor y el sufrimiento.

Muchos Santos han tenido en su escritorio o habitación un cráneo humano, para estar recordando lo fugaz de la vida y el juicio que nos espera ante la presencia de Dios, toda vez que moriremos sin remedio y entregaremos cuentas al Creador, de nuestra vida.


Otra cara de la dicotomía

Contradictoriamente, en el contexto de una vida centrada en el placer, en el gozo carnal y espiritual, exagerado hasta lo máximo en la actualidad, aparece el ambiente del dolor y el sacrificio. Basta sumergirse en la Literatura y en el Cine relacionados con el Holocausto y sus mártires.

San Ignacio de Loyola insiste en que el alma humana debe tener presente el dolor durante el gozo, y no olvidar la alegría de vivir cuando viene el sufrimiento o un dolor intenso.

La espiritualidad cristiana parece decirnos que la identidad de la persona humana no es el puro dolor o el puro placer, sino una mezcla o vivencia de ambas.

Junto a los grandes logros que produce el ingenio humano, y que muchas veces van encaminados al confort o al placer casi exclusivamente, se olvida lo importante del esfuerzo, la abnegación, el sacrificio.

Por eso, muchos conceptos e instituciones basadas originalmente en el sacrificio, la entrega y la alegría que viene de estos empeños, se derrumban con tanta facilidad al querer centrarse únicamente en el placer. Vivimos una Sociedad “Light” o hedonista (el placer por el placer). Por eso no encontramos nuestra identidad.

Ni la felicidad está sólo en sufrir ni sólo en gozar. Cuánta gente experimenta placeres de todo tipo y finalmente se abraza al sinsentido del suicidio, por decir algo. O viceversa, cuántas vidas se frustran ante el mero masoquismo del sufrir.

En uno de los barracones de Auschwitz 1, donde vivieron muriendo o murieron viviendo miles de judíos y seres humanos, han puesto una frase célebre atribuida al pensador español George Santayana: “Los pueblos que olvidan su Historia, están condenados a repetirla”.

¿Necesitamos más muertes, más desorden, más crímenes, más presos, más drogadictos, más secuestros?; ¿nuestras colonias no parecen campos de concentración donde se trafica con drogas, autoridad, dinero, sexo y más?; ¿qué necesitamos para decidirnos a participar y construir juntos una Sociedad más solidaria y justa?…

“Todo mundo descubre, tarde o temprano, que la felicidad perfecta no es posible, pero pocos hay que se detengan en la consideración opuesta: de que lo mismo ocurre con la infelicidad perfecta. Los momentos que se oponen a la realización de uno y otro estados-límite son de la misma naturaleza; se derivan de nuestra condición humana, que es enemiga de cualquier infinitud” (Primo Levi).


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