jueves, 9 de abril de 2015

Historia de las Vírgenes Consagradas

Castidad y amor a Dios


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Norma Angélica Trigo González


El Orden de las Vírgenes Consagradas, nació en los primeros años de la Iglesia, y es una de las formas de Vida Consagrada más antigua.

Según consta en el Libro de Los Hechos de los Apóstoles (21, 8-9), las primeras Vírgenes Consagradas (V.C.) estaban al servicio de los Apóstoles y les asistían. Su presencia y acción en la Iglesia primitiva fue una explosión de primavera espiritual que purificó la Sociedad y rodeó a la Cristiandad de una aureola de luz y hermosura.

La consagración de vírgenes fue de gran relieve, pues eran muchísimas las doncellas que deseaban dedicar su vida a Cristo en esta forma, y muchas de ellas, por defender su amor a Nuestro Señor, fueron al martirio, como Santa Inés, Santa Bárbara, Santa Cecilia, etc. Su Fundadora es la Iglesia y su carisma la toma de la misma; es decir, como la Iglesia, asumirse esposa, virgen y madre. Es un camino de espiritualidad que la Iglesia ofrece a mujeres cristianas que entregan a Cristo su amor de esposas, y a la Iglesia consagran su místico desposorio.


¿Quiénes son las Vírgenes Consagradas de nuestro tiempo?
Tomando como ejemplo a las primeras Vírgenes de la Iglesia, fueron mujeres en el mundo, sin ser del mundo, que se comprometieron a vivir en virginidad perfecta y perpetua. Las de hoy en día, viven en su casa y siguen en su vida laboral. Por medio de obras de penitencia y misericordia, deben dedicarse al dinamismo apostólico y a la oración santa, según su situación y carisma, e impulsadas por el Espíritu Santo, consagran su virginidad para amar más ardientemente a Cristo y servir más libremente a los hermanos.

El Rito de Consagración de Vírgenes forma parte del Pontifical Romano (Sacrosanctum Concilium, No. 80), y mediante ese Rito la Iglesia manifiesta su amor a la virginidad, implora la Gracia sobrenatural de Dios sobre las Vírgenes y pide insistentemente la efusión del Espíritu Santo.

Para cumplir su ministerio de oración, la Iglesia aconseja vehementemente a las V.C. que reciten diariamente el Oficio Divino, principalmente Laudes y Vísperas, y con la Santa Iglesia alabarán sin cesar al Padre del Cielo e intercederán por la salvación de todo el mundo.


¿Por que se le llama El Orden y no la Orden?

Por su jurisdicción en Roma; es decir, porque lo recibe directamente de las Leyes primeras de la Iglesia en Roma, así como nació el Orden de los Diáconos y el Orden de las Viudas.


Algunos datos interesantes:

• La Consagración de Vírgenes se recibe de manos del Obispo del lugar, y sólo de él.

• La Consagración debe ser pública. En este caso, donde celebre el Obispo. Por lo que atañe a nuestra Arquidiócesis, corresponde al Cardenal Arzobispo José Francisco Robles Ortega, y en la Catedral Metropolitana.

• La Virgen, el día de su Consagración, recibe tres insignias:

1ra. El velo: como signo de su Consagración a Cristo, para que sea reconocida, entre las demás mujeres como Consagrada al servicio de Cristo y de su Cuerpo, que es la Iglesia.

2da. El anillo: símbolo de su consagrada alianza matrimonial y de conservar su fidelidad intacta a Cristo su Esposo, para que merezca ser admitida a las Bodas del gozo eterno.

3ra. La Liturgia de las Horas: Recibe el Libro de las Oraciones de la Iglesia, para que resuenen, sin cesar, en sus labios, las alabanzas al Padre Celestial, y para que interceda por la salvación del mundo.


¿Quiénes pueden ser admitidas a la consagración virginal?
*Quien nunca haya celebrado nupcias y no haya vivido pública o manifiestamente en un estado opuesto a la castidad.

*Que por su edad, prudencia y costumbres probadas a la vista de todos, sea fiel en la vida casta y pueda perseverar dedicada al servicio de la Iglesia y del prójimo.

*Que sea admitida a la Consagración por el Obispo del lugar.

*A éste le corresponde establecer de qué modo y con qué condiciones las Vírgenes se obligan a abrazar perpetuamente la vida virginal.


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Parte de la Oración Consecratoria:

Que para ellas, Tú, el gozo; Tú seas la gloria; Tú el anhelo; Tú el consuelo en la tristeza; Tú el consejo en la duda; Tú la ayuda en la debilidad; Tú la paciencia en la tribulación; Tú la abundancia en la pobreza; Tú el alimento en el ayuno; Tú la medicina en la enfermedad. Que todo lo tengan en Ti, a quien han elegido por encima de todas las cosas. Por Nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, y es Dios, por los siglos de los siglos. Amén .



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