jueves, 9 de abril de 2015

La Divina Misericordia

Misericordia


Pbro. Max Gregorio Güerere Rodriguez


En este Segundo Domingo de Pascua, y por instrucción del mismo Señor Jesucristo, que Resucitado se apareció a una Religiosa a la que hoy veneramos como Santa Faustina Kowalska, celebramos, además del acontecimiento central de nuestra Fe, que es la Resurrección del Salvador, su infinita Misericordia.

Si bien es una Fiesta recientemente instituida por el Papa Juan Pablo II, una novedad, además de añadir el título de Domingo de La Divina Misericordia, fue la de establecer que este día “se enriquezca con la Indulgencia Plenaria para que los fieles reciban con más abundancia el don de la Consolación del Espíritu Santo, y cultiven así una creciente Caridad hacia Dios y hacia el prójimo y, una vez obtenido de Dios el perdón de sus pecados, ellos, a su vez, perdonen generosamente a sus hermanos.”

Esta experiencia de encuentro con el Señor de la Misericordia no puede quedarse en una expresión piadosa de sentimiento bonito. Una comunidad que ha experimentado la Misericordia, está llamada a ser portadora de la misma.

Otra señal de Amor a los hijos de Dios, según San Juan en su Primera Epístola, es el mostrar que amamos a Dios, y demostrarlo con el cumplimiento de sus Mandamientos. Amar al que vino con la Sangre y con el agua, representados por los rayos rojo y blanco pintados en el Cuadro del Señor de la Misericordia. Y elementos que desde la antigüedad han sido vistos como los Sacramentos, que brotaron del Corazón Misericordioso del Salvador, en especial de la Eucaristía (Sangre) y del Bautismo (Agua).

Que Dios, presente entre nosotros, nos haga comunidad de testigos de su Misericordia, para llevar a tantos hermanos el Mensaje del Amor Divino, expresado en palabras y gestos de Caridad. Amén.


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