jueves, 30 de abril de 2015

Ser hermanos, reflejo del Amor de Dios

El inicial aprendizaje

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Emmanuel Plascencia Villa,
alumno de Secundaria

Llegar a la Casa del Seminario Diocesano Menor Auxiliar de Ahualulco, deambular por sus pasillos y observar con gran cuidado la estructura en su edificio material y sus grandes extensiones, que hacen de ella un lugar propicio para la formación sacerdotal de adolescentes que están en búsqueda del llamado que el Señor les ha hecho, hace venir a la memoria grandes recuerdos de aquellos que algún día estuvieron allí o que hasta la fecha están. Y cómo no hablar de las travesuras, experiencias y vivencias que a lo largo de los años han ocurrido en este lugar.

Fraternidad y convivencia
Esto ha de servir para darnos cuenta de cómo es y cómo debe ser la formación integral en los jóvenes que sienten el llamado al sacerdocio ministerial. Estas dos alas (la convivencia y la fraternidad) son tan importantes en la formación de los futuros Sacerdotes, que de allí aprenden a relacionarse con las demás personas, con el entorno familiar y con sus propios compañeros, ya que son recursos cualitativos que tiene la persona para desarrollarse, porque ofrecen la oportunidad de encontrarse consigo misma y con Dios.
La fraternidad en los muchachos llamados por Dios se desenvuelve en la medida en que saben convivir y compartir la vida con sus condiscípulos y colegas en el camino. La convivencia se construye en la medida en que se practica, y requiere de virtudes, lo cual hace que sea más agradable. Si compartir la propia vida es una bendición, qué mayor regalo si se trata de chavos que tienen un mismo sentir: el experimentar ser llamados por el mismo Cristo, lo cual implica una serie de actitudes y virtudes que deben practicarse día a día.
Efectivamente, al hablar de estos puntos nos damos cuenta de que la relación entre los alumnos debe estar siempre dirigida por el cariño y el respeto, al igual que enriquecida con detalles que hacen más agradable la vida a los demás. No es posible que se logre la fraternidad donde no existe el respeto mutuo, donde no se dan las relaciones cordiales.

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Ser hermanos para los demás
Tras referirnos a estos dos cauces que desembocan en la vida de los jóvenes que a temprana edad han decidido escuchar la voz del Señor, cabe recalcar también cómo es la manera en que los adolescentes del Seminario de Ahualulco viven esta fraternidad y, sobre todo, la convivencia. A lo largo del curso escolar se da la oportunidad de que los muchachos convivan con los y las jóvenes que estudian en el Instituto LISI, (donde cursan la Secundaria) pues es una base indispensable para su formación, ya que saben cómo relacionarse y tener buen trato con el hombre y con la mujer de hoy, en sus respectivos ambientes y edades.
Pero, vamos más allá: ¿Qué actividades realizan los Seminaristas para llevar a cabo estos dos puntos? El Seminario, preocupado por su formación, les aporta momentos de dispersión y recreación: juegos de mesa, salidas al pueblo, paseos a algunos lugares de la región, noches deportivas, noches de película, convivencias con los papás, gracias a lo cual conocen más a fondo a sus familias; fogatas; momentos para la música y el canto, entre otras cosas.
Los estudiantes, al cuidado de sus Padres y Seminaristas Formadores, han de lograr este objetivo de optimizar su formación seminarística, pues en ellos deben de ver no sólo a un ser humano sino al mismo Cristo, que los invita a ser hermanos para los demás. Es lo que observamos y aprendemos en este grato ambiente.

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