Cardenal José Francisco Robles Ortega,
Arzobispo de Guadalajara
Mensaje de Apertura de la XCIX Asamblea Plenaria del Episcopado Mexicano
(Tercera parte)
En esta Asamblea de Obispos, hemos pedimos a Dios que nos ayude a seguir aportando, cada vez con mayor fidelidad, lo que nos corresponde como Pastores al servicio de todos los hombres y mujeres de México: el Anuncio de la Buena Nueva, la Celebración de los Sacramentos, la oración, los propios sufrimientos, la atención pastoral a las familias, a los niños y jóvenes, al mundo de la cultura, de la educación, del desarrollo; a nuestros indígenas, a los migrantes, a los enfermos, a los ancianos, a los campesinos y a los más necesitados.
Rogamos al Señor que nos conceda ser perseverantes en la oración por la paz. Que tengamos un corazón abierto para escuchar y atender a las víctimas de la violencia. Que sepamos ser “puentes” para facilitar el diálogo social, la reconciliación y el perdón, como ha propuesto la Dimensión Episcopal de Justicia, Paz, Reconciliación, Fe y Política mediante la Campaña #Por1MÉXICOenPAZ.
Que impulsemos, con sabiduría, humildad y prudencia a los Clérigos, Consagrados y Laicos para que vivan plenamente su identidad, su vocación y su Misión. Que sepamos brindar a los jóvenes cercanía, testimonio, estímulo, orientación y esperanza, ayudándoles a descubrir la belleza de la amistad con Dios.
A pesar del descrédito, descontento y hartazgo generalizado hacia el sistema político mexicano, y del escándalo y el dolor que provocan las debilidades y delitos de algunos hijos de la Iglesia, vemos con grata sorpresa que hoy los jóvenes asumen un mayor protagonismo y participación en la Iglesia y en la Sociedad.
Esto exige de nosotros ser sus compañeros en el camino de la vida, guiándolos y aprendiendo de ellos. No permitamos que su fuerza sea apagada por el abandono, la confusión o la desilusión ¡Ellos son el presente y el futuro de la Iglesia, de México y del mundo!
Como ya advertíamos en el Documento “Educar para una nueva Sociedad”, vivimos un cambio de época en el que los grandes referentes de la cultura y de la vida cristiana están siendo cuestionados y a veces relegados. Ante esta situación, que amenaza la identidad misma de los mexicanos y la cohesión social, debemos buscar caminos adecuados para ayudar a los jóvenes a ser “destinatarios y protagonistas prioritarios de la Nueva Evangelización en el contexto social post-moderno”.
Los jóvenes necesitan Pastores dispuestos a comprender que el cambio de época requiere nuevas formas de transmitir la alegría del Evangelio, que provoquen el encuentro personal y comunitario con Aquél que es el Camino, la Verdad y la Vida (Cfr. Jn 14, 6). ¡Pidamos a Dios la sabiduría, la audacia y la valentía de hacerlo!
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