jueves, 23 de abril de 2015

Hacia las Elecciones

Ocasión de valorar
Diversos tipos de voto

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Mtro. Jorge Enrique Rocha Quintero

Iniciaron las campañas electorales, y por 60 días los candidatos a Presidentes Municipales, Regidores, Diputados Locales y Diputados Federales están buscando las simpatías ciudadanas hasta llegar al 7 de junio, día de los Comicios. Durante estas semanas dedicaré algunos Artículos a proporcionar información y reflexiones en torno a los procesos electorales, para colaborar con los lectores de Semanario Arquidiocesano para que tomen una decisión razonada en torno a su participación en las próximas Elecciones. De ninguna manera se trata de orientar el voto hacia alguna de las opciones políticas que están compitiendo; más bien, poner sobre la mesa del debate elementos de juicio que ayuden a tomar mejores decisiones.

Algunos matices
Para empezar, explicaré sintéticamente las formas de votar que pueden reconocerse en el espacio público, a fin de familiarizarnos con las expresiones que utilizan analistas, académicos, periodistas y políticos en torno al comportamiento electoral; es decir, a la manera como los ciudadanos deciden actuar frente a los procesos electorales. Para ello, enumero los siguientes tipos de votos:
Voto duro ideológico: Lo emiten aquellas personas que tienen muy arraigada su preferencia electoral y que bajo cualquier circunstancia van a votar por el Partido que apoyan, sin importar el contexto político, las crisis internas en el Partido o el candidato propuesto. Este segmento de población tiene una fuerte conexión con lo que ahora se le llama “marca-partido”. Los más tradicionales y consolidados cuentan con este tipo de votantes, y suelen ser personas adultas.
Voto duro de estructura: Los Partidos desarrollan estrategias para movilizar votantes el día de la elección. Esto lo hacen a través de la formación de estructuras territoriales; es decir, de pequeños grupos de barrios o colonias que, con una organización casi siempre piramidal, convencen a personas de su entorno inmediato a votar por algún Partido y utilizan algunos incentivos para consolidar su voto, que no es tan sólido como el voto duro ideológico, ya que depende mucho de la labor de los “movilizadores” y de los incentivos que utilicen.
Cuando se habla de voto duro se confunden estas dos tipologías (ideológico y de estructura) y se habla de éste como si fuera una realidad inmutable, pero siempre hay posibilidades de que se modifique, ya que en estos procesos sociales no hay certezas invariables.
Voto de castigo: Este fenómeno se presenta cuando en una comunidad existe un fuerte descontento hacia el Partido gobernante y se opta por no votar por él, como una forma de “castigar” su desempeño. Más que un voto en positivo, es un voto en contra de algún actor político, luego capitalizado por los adversarios.
Voto útil: Esta clase de voto aparece cuando algunos ciudadanos se percatan de que su opción electoral no tiene posibilidades reales de ganar la contienda electoral y optan por apoyar a candidatos que sí tienen altas posibilidades de triunfo. En México, el ejemplo más conocido de voto útil se dio en el año 2000, cuando muchos electores de la izquierda votaron por Vicente Fox Quesada.
Voto diferenciado: Es el que analiza por separado cada una de las elecciones que va a realizar, y suele sufragar de forma distinta para cada cargo en disputa; esto es, son ciudadanos que para Presidente Municipal eligen a un personaje; para Diputados Federales optan por un Partido distinto, y para Diputados Locales favorecen a un Partido diferente a los anteriores. Este tipo de voto suele ser muy razonado y estratégico.
Voto comprado: En este caso, el elector deposita su voto luego del pago en dinero o en especie para emitir su sufragio por un determinado Partido político. Esta acción incurre en delito electoral.
Voto coaccionado: Se evidencia cuando los ciudadanos son amenazados con el fin de que sufraguen por un determinado Partido. La forma más común de la coacción es la amenaza de retirar apoyos gubernamentales o quedar fuera de la lista de beneficiarios de programas sociales; práctica que también se constituye como delito electoral.
Voto nulo: Los ciudadanos que anulan su voto son aquellos que siguen confiando en el sistema político y en las reglas electorales, pero ninguna de las opciones políticas de ese momento los convencen, y entonces depositan el sufragio en las urnas, pero se encargan de que quede claro que no votan por algún Partido. Esta acción puede tener efectos políticos, pero no consecuencias legales. En el caso de México, en las Elecciones de 2009 se conformó un fuerte movimiento anulista, que llegó al 5% de los votos en Jalisco.
Abstención activa: En este caso, los ciudadanos repudian al sistema político, a los procesos electorales, y proponen no ir a votar, como una acción de denuncia política y para no legitimar las Elecciones y sus resultados. Esta acción puede tener efectos políticos, pero no consecuencias legales.
Abstención apática: Se trata de ciudadanos a los que les interesan muy poco los procesos políticos en general y no van a votar, como fruto de ese desinterés. No acostumbran participar en ningún proceso colectivo o comunitario, incluyendo los procesos electorales.
Una de las críticas más fuertes que se realiza hacia los votantes que anulan su voto o se abstienen es que su acción política carece de repercusión legal y que no afecta a los Partidos de modo contundente. Y, en el caso de los abstencionistas, es muy difícil saber si es una abstención activa o apática. La respuesta de los que defienden estas posturas es que, mientras sigamos votando, estamos permitiendo y legitimando a este sistema político, que está en crisis.
Por lo pronto, vale la pena preguntarnos: ¿Yo, qué tipo de voto emito?
Correo electrónico:
jerqmex@hotmail.com

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