jueves, 30 de abril de 2015

EDITORIAL

De cruces y de Cruces

En este fin de semana, durante el descanso obligatorio después de jornadas de trabajo, muchos operarios de la construcción se dan a un quehacer que les amortigua tanto sufrimiento: confeccionar cruces, sencillas, de madera pelona, que para la Fiesta se han adornado con flores. Es notorio el ambiente de convivencia, como también algunos excesos. Se colocan en partes muy visibles de las fincas que se edifican. La fecha es conocida como el Día de los Albañiles, pero es una festividad nacida de La Santa Cruz, que encierra en sí el sufrimiento, pero que también invita a la confianza para encontrar salvación a nuestros males.
El dolor humano parece que no tiene fronteras; sufre todo mundo: el instruido, el ignorante; el rico y el pobre; el enfermo y el sano. No parece haber siquiera rastro de soluciones a mediano plazo que ofrezcan alternativas verdaderamente humanas, diseñadas con el alma, y no sólo nacidas de engañifas provenientes de propuestas políticas para orientar el voto hacia la conveniencia partidista.
Hoy, pretende encubrirse el dolor del pueblo, principalmente de aquellos ciudadanos que no han aprendido a defenderse de la parafernalia de los discursos. Se justifica que por el “bien del pueblo” se ensaña y se hace lodo con la ignorancia y la miseria de mayorías empobrecidas.
Desfila por nuestra Historia, y también desde la hondura de nuestro corazón, todo tipo de cruces… las de los excesos de un día anterior, como las que infligimos a los demás -sobre todo gente cercana- por nuestro mal trato, desprecio o descuidos. También está la Cruz que seguimos en las Peregrinaciones; El Crucificado, ante quien lloramos nuestros errores.
Sobreabundan cruces en nuestros panteones en memoria de miles de gentes que han llegado a la muerte prematura por la falta de oportunidades, de la adecuada medicina, de la educación conculcada, que se les siguen debiendo a millones de compatriotas. Y ni qué decir de la violencia, que ha hecho plantar incontables Cruces a lo largo y ancho de nuestro territorio nacional.
La Exhortación Apostólica del Papa Francisco, “Evangelii Gaudium”, desde su mismo título, se refiere a la alegría. Se señalan cruces que carga el mundo; las que soporta la Iglesia; las cruces de los más pobres; las cruces dolorosas que llevan muchos Sacerdotes; por supuesto, cruces de signo contradictorio, cruces con minúscula. Asimismo, Cruces con mayúscula, y todo esto con el fin de redescubrir la fuente de la Evangelización en el mundo contemporáneo: el Señor, que ha traído la Buena Noticia y que la firma con su Muerte de Crucificado.
Da comienzo por la Iglesia misma, señalando temas muy importantes de pesar. Sin embargo, el Papa invita a recuperar una visión profética y positiva de la realidad, sin por ello dejar de ver las dificultades. No van a ganarnos las cruces del sufrimiento y de los errores, con culpa o sin culpa, para redescubrir el verdadero sentido de la Cruz de Cristo.
Hemos visto, en fechas recientes, Cruces catastróficas en diversas regiones del Planeta. Nos asombran el dolor y las víctimas a causa de las fuerzas de la Naturaleza; pero no parecen inquietarnos las cruces que nosotros mismos hemos sembrado: la falta de cuidados hacia la ecología; la sobreexplotación de nuestra Tierra. Fingimos demencia ante el trato que damos a los niños, a las esposas, los ancianos, los indigentes. Todos los días labramos cruces para cargárselas a otros. Habrá que mirar la Cruz que con tanto Amor le da sentido a la enfermedad, a todo sufrimiento, al abandono de miles de madres solteras, al embrutecimiento y la satisfacción de las pasiones. Las cruces de la gente se alivian con la Cruz de Dios y la solidaridad entre todos.

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