Huentitán el Bajo
Un tesoro natural en grave riesgo
Texto y Fotos: Sonia Gabriela Ceja Ramírez
La Comunidad de Huentitán, antes Huentitatlán (lugar de ofrendas) es un asentamiento que se estableció al Norte de lo que hoy es la Zona Metropolitana de Guadalajara desde tiempos muy antiguos, desde mucho antes de la Conquista.
“Aquí se realizaban ofrendas de lo que la gente trabajaba en el campo, mas no se tiene registro de sacrificios humanos. Aquí se veneraba al dios Eri, de la guerra, al dios Nayarit e incluso a un pequeño niño; todos ellos, ídolos de aquel tiempo”, refirió el señor Cura Cuauhtémoc Gutiérrez Ruiz, Párroco del Señor de la Ascensión, en Huentitán el Bajo.
“Éste era un lugar de paso para quienes iban a Guadalajara. Era el camino real que venía de Zacatecas, pasando por Ixtlahuacán del Río, cruzando toda la Barranca hasta llegar a este Valle, del cual subían para llegar a Guadalajara”.
Con gran tradición espiritual
“Antes de la Conquista ya estaba habitada esta zona, y el número de habitantes se incrementó con la conquista espiritual por parte de los Misioneros Franciscanos, quienes ya para 1531 habían llegado aquí, y como vestigio tenemos una Capilla que data de esa fecha. Nuestra segunda Capilla es de 1673, cuando ya había más comunidad en la zona. Aquí, los Franciscanos prestaban servicio social, sobre todo de tipo médico.
“Fray Antonio de Segovia pernoctó varias veces en esto que era un paso conventual. A él se le atribuye haber traído una de las imágenes muy bonitas que tenemos en la Capilla, que es La Limpia Concepción del Hospital de Huentitán el Bajo, una imagen más pequeña que la de Zapopan.
“Se cree, incluso, que regresando de la Guerra del Mixtón (que él pacificó entre españoles e indios cazcanes en el cerro de ese nombre, cerca de Apozol, Zacatecas, en 1541), dejó aquí esta imagen”.
El Título de Parroquia es reciente, pues hace aproximadamente 30 años se le reconoció como tal. “Antes era una Capellanía de la Parroquia de Huentitán el Alto aunque esta Capilla es más antigua. El primer Capellán fue el Padre Fausto Pelayo Valera, y después, el primer párroco, el Padre Gabriel Becerra López, quien hizo toda la gestión para que ésta fuera erigida Parroquia”.
La mala urbanización gana terreno
El señor Cura explicó que en los últimos años Huentitán ha tenido un importante desarrollo habitacional; incluso sus calles fueron pavimentadas ya estando él como párroco (tiene seis años al frente de la comunidad); sin embargo, de lo que poco se ha hablado es del costo a nivel ecología. “Propiamente ha sido una mutilación a nuestra Naturaleza”.
Y es que basta mirar al otro lado de la Barranca para percatarse de cómo la mancha urbana se ha extendido hasta llegar prácticamente a la orilla de la propia Barranca por el lado de Zapopan, en la colonia Mesa Colorada, y cuyas aguas negras se integran a las cascadas que bajan por la Barranca y que se unen a la afluente del Río Santiago, reconocido en los últimos años por la espuma y la contaminación que fluyen por su caudal.
“El daño ecológico es impresionante. Este lugar se ha distinguido por su flora e incluso por su fauna silvestre, pero se está acabando con ella”, aseguró.
“Desde el Periférico, por La Calzada Independencia hacia el Parque Mirador, todo eran pequeños lagos y nacimientos de agua; había hortalizas; todo lleno de flora y fauna, mas todo se acabó, gracias al crecimiento urbano. Por ejemplo, la gente refiere que en los pequeños lagos había patos, había cisnes, y la gente venía a hacer sus días de campo los fines de semana debajo de los árboles, cosa que se acabó por completo.
“De igual manera, durante siglos, la Barranca tenía gran afluencia de agua limpia y cristalina, que muchos habitantes de la región aprovechaban hasta para ir a bañarse. Había una especie de balneario natural que le llamaban Las Tinajitas, que se ha acabado porque cascadas de agua sucia caen al lado de este lugar, que se ha vuelto peligroso para la salud. El impacto ha sido muy fuerte”.
Alabado seas, mi Señor
«Laudato si, mi Signore» – «Alabado seas, mi Señor», cantaba San Francisco de Asís. En ese hermoso cántico nos recordaba que nuestra Casa Común es también como una hermana con la cual compartimos la existencia, y como una madre bella que nos acoge entre sus brazos: «Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre Tierra, la cual nos sustenta y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba».
Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. La violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes. Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que «gime y sufre dolores de parto» (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (Cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura (LAUDATO SÍ, Papa Francisco, Nos. 1 y 2).
En busca de “mejores” condiciones
Además, de algunos años para acá, familias que vienen a Guadalajara buscando mejores oportunidades se han establecido prácticamente dentro de la Barranca a manera de ‘paracaidistas’, lo que, aparte de un inminente riesgo para ellos mismos, se ha convertido en un foco de contaminación, pues literalmente viven entre montañas de basura.
Basta bajar un poco la Barranca para observar los contrastes: por una parte, “viviendas” construidas a base de plástico, cartón y madera que algunas familias obtienen de la pepena; pero, por otra parte, grandes casas construidas en terrenos muy probablemente irregulares, y obtenidas de actividades ilícitas.
“La mayoría son pepenadores que viven de lo que encuentran en la basura. Aproximadamente el 75 por ciento de las personas se sostiene con esta actividad.
“Ellos vienen muchas veces por buscar la educación de los hijos, por buscar una escuela en la que puedan educarse y que no represente un gran costo. Estos asentamientos tienen alrededor de 10 años o quizá un poco más. En este lugar ellos han encontrado una forma de vida, que tal vez no es la mejor, pero han hecho, de éste, su lugar de vida. Estas viviendas, obviamente, no cuentan con servicios. Estas personas arriesgan su salud e incluso su vida, pero ahí continúan”.
Grandes riesgos para la salud y la integridad
Pese a lo crecido de la Naturaleza por la temporada de lluvias, por todos lados se avizora basura. Vecinos de las casas de arriba relataron a Semanario que han visto a habitantes de la colonia de arriba que llegan a aventar sus bultos de basura, pues el servicio de recolección suele fallar en la zona. En la misma Parroquia ha habido ocasiones en que el camión recolector no pasa durante tres semanas.
“Un problema grave es que varias de estas casas cuentan con sus propias hortalizas, que son regadas con las aguas sucias que bajan por estas colonias, lo que se traduce en problemas de salud”.
Otro grave riesgo es que estas familias están asentadas prácticamente en la ladera de la Barranca, lo cual entraña un peligro, sobre todo en este temporal de lluvias. “Un deslave puede llevarse las casas de estas familias. La mayoría no tiene cimentación, son prácticamente cobijas colgadas o láminas mal puestas, amarradas en algunos palos. Con estas lluvias fuertes peligran todos los que viven ahí, cuya mayoría son niños y no tienen la fuerza suficiente para, en el caso de un deslave, sostenerse de un árbol o de cualquier elemento fijo, por lo que pueden resbalar y caer al fondo de la Barranca, perdiendo incluso la vida”.
Tierra de nadie
Otro factor alarmante es la inseguridad en esa porción. Y es que en varias ocasiones los Medios de Comunicación y los propios vecinos han dado cuenta de cadáveres encontrados en las inmediaciones de la Barranca, que suelen ser arrojados en el lugar, o de intentos de suicidio cometidos en las torres de la Comisión Federal de Electricidad, o incluso del inminente riesgo de entrar a la colonia cuando empieza a caer la noche, pues a las bandas de delincuentes y distribuidores de droga no les agrada que extraños ingresen a su territorio.
Y es que en esa zona no hay calles trazadas que permitan a las Autoridades hacer rondines, pues no se puede acceder en vehículo. “Tal vez la alternativa pudiera ser la Policía Montada”, sugirió el Padre Gutiérrez.
“Cada vez hay más personas que se vienen a vivir ahí. Llegan muchas personas buenas, pero también llega gente mala, lo que provoca que la inseguridad crezca. Los vecinos refieren que, después de las 6.30 de la tarde, es peligroso entrar porque algunas bandas se dedican a asaltar a los transeúntes”.
Un pulmón medio destrozado y abandonado
Mención aparte merece el Parque Mirador Independencia, ubicado al final de la Calzada Independencia Norte, desde donde se desemboca prácticamente a la Barranca. Este espacio fue construido hace al menos medio siglo como un parque recreativo y cultural que, en sus mejores días, contaba con áreas verdes, juegos infantiles, facilidades para días de campo, canchas de futbol, basquetbol, frontón y tenis, así como áreas de restaurantes con mirador, estacionamiento y un teatro al aire libre.
Hoy se encuentra en el abandono, con el pasto crecido (atribuible al temporal de lluvias), los kioscos de venta, cerrados, y muy poca afluencia de visitantes. Cabe señalar que a la entrada se paga una cuota, probablemente de ingreso o por el estacionamiento del vehículo, y lo primero que se encuentra uno es una cerca de lámina que circula casi la mitad del predio.
Las fechas emblemáticas que rayonean los vándalos o quizá parejas de novios, sugieren que esta cerca fue colocada al menos hace cinco años. Una calcomanía rota asienta que en el lugar se construiría el Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Guadalajara, y otra más advierte que la obra fue clausurada.
Es más, en 1994 se pretendió proyectar el funcionamiento de un teleférico para trasladar visitantes desde el Mirador hasta el extremo Norte de la Barranca, ya en jurisdicción de Ixtlahuacán del Río, pero no prosperó la iniciativa, aunque por varios años quedó “de muestra” una “primera piedra” y placa alusiva en el Parque, consignando la obra como del Gobernador Carlos Rivera Aceves.
Un proyecto poco claro
Cabe advertir que la lámina de la cerca ha sido víctima de los delincuentes, quienes han desprendido pedazos quizá para venderla como chatarra. Al interior se observan los pedazos de madera y restos de troncos de las decenas de árboles que, pese a la oposición de vecinos y de los alumnos del Centro Universitario de Arquitectura, Arte y Diseño, fueron talados.
“Ha habido muchos proyectos. Se hablaba de un Museo, después de una Librería o Biblioteca; pero, en realidad, la obra tiene meses parada, y nada se ha llevado a cabo. El parque, que fue muy hermoso en su tiempo, que atrajo a muchas familias y bastantes turistas, pues tiene una vista privilegiada de la Barranca y varios miradores, cada vez está más y más solo. De esto, que era un pulmón para la ciudad y una hermosa área verde para el esparcimiento, ahora sólo quedan láminas en mal uso, y no se ha realizado ninguna de las obras que se han prometido”.
Y es que, según un folleto que distribuyó en la zona el Gobierno del Estado de Jalisco, en Huentitán se idea construir el Parque Educreativo, que tendría una extensión de 28 hectáreas de áreas verdes, donde las familias podrán divertirse y descansar. Entre otras cosas, este Parque albergará al Planetario, que pretende rehabilitarse, al Zoológico Guadalajara, una Arena de Espectáculos con capacidad para 18 mil personas, un Poliforum, Pabellón de Exposiciones, Parque Botánico, Escuela de Orquestas Comunitarias, Centro de Salud, Pabellón Ecotécnico, habilitación de parques urbanos y un Palenque.
No obstante, poco o nada se le ha informado a la población acerca del impacto que causarán estas obras en dicho polígono.
“En caso de llevarse a cabo, el impacto ecológico y social será muy fuerte”, alertó el Padre Cuauhtémoc. “Hablando de vialidad, por ejemplo, la principal y casi única salida que tenemos quienes vivimos en esta parte es a través de la Calzada Independencia hacia el Periférico. Ahí, en este momento, aún sin estas obras, se produce un cuello de botella, especialmente en las horas pico y por las mañanas. “Esto representa un peligro, tanto en el aspecto vial como por el impacto ecológico. Adicionalmente, implicará nuevamente la tala de árboles. Faltaría que nos explicaran cuáles serán los beneficios para la comunidad, porque puede suponerse que la ganancia con la construcción de este complejo será para un reducido grupo”.
Vecinos poco convencidos
Pese a que ha comenzado a socializarse el Proyecto, aunque sea de manera escueta, el Párroco indicó que la gran mayoría de la comunidad, quizá un 80 por ciento, no está de acuerdo con que se lleve a cabo este tipo de obras. “Queremos rescatar lo que es propio de Huentitán, como es la Naturaleza, que durante mucho tiempo ha dado vista y vida a esta zona.
“Incluso los vecinos han presentado proyectos para el rescate de algunas áreas y la creación de parques naturales. En vez de levantar bestias de concreto, los vecinos piden que se cuide, se respete y se conviva con lo que la Naturaleza nos ha dado para que las nuevas generaciones también disfruten lo que la Naturaleza a Huentitán le ha concedido”.
Finalmente, el entrevistado extendió una invitación: “Enamórense, como diría el Papa Francisco, de la gran Casa que Dios nos ha dado, que es la Tierra. Respetemos esta parte que tenemos, un pulmón que, si se le quita a la ciudad, las generaciones futuras van a resentirlo con creces”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario