viernes, 2 de septiembre de 2016

¿Qué es y qué pretende la ideología de género?

Un lugar para cada cosa…

Ideologiia-de-Geenero

Dr. Fabián Acosta Rico
Universidad del Valle de Atemajac

La ideología de género emergió de la matriz doctrinal del Feminismo; es una puesta al día de las viejas ideas de Simone de Beauvoir, que conllevó el hacer extensiva la reivindicación de equidad para las mujeres a las minorías sexuales. La ideóloga francesa cimienta su pensamiento sobre el presupuesto de que la condición femenina o masculina, así como sus roles o funciones sociales, políticas, económicas y domésticas son, más que adquiridas, impuestas por las instituciones y los convencionalismos sociales.
Así, no nacemos hombres o mujeres, sino somos inducidos a asumir una de estas dos identidades y a comprometernos con sus roles y funciones de manera impositiva, de tal suerte que, desde que venimos al mundo, en plena inconciencia infantil, es violentado nuestro derecho a decidir vistiéndonos de rosa o azul. El encasillamiento sexual resulta una maldición que el pensamiento ilustrado y liberal despeja… Esto es tanto como decir que entre más instruidos e informados estemos, más indefinida y amorfa deberá ser nuestra personalidad y definición sexual.

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PELIGROSA PERMISIÓN
El Feminismo, y con mayor acento la ideología de género, sostienen un relativismo y un subjetivismo que descarta la objetividad o existencia de una naturaleza humana. En lo profundo, el ser humano es un ser accidental, una obra en proceso… Dicha negación ideológica reduce a los individuos a la condición de seres genéricos o indeterminados, listos para explorar cualquier posibilidad. Estar abiertos y receptivos, descomprometidos y sin identidad, sería nuestra condición ideal. El intentar educar a un niño, el formarlo a través de una enseñanza que le permite descubrirse, corporal y anímicamente, para así comprender e interactuar mejor con su mundo, para la ideología de género tales pretensiones resultan, a la luz de sus prejuicios, formas caducas y represoras de una educación pasada de moda y retrógrada.
Lo actual y políticamente correcto es dejar a la niñez a su cuenta y riesgo para que elija. ¿Elegir qué y cómo? Si para el adulto resulta complicado no dejarse enajenar por la cultura de masas, con mayor facilidad la niñez es incitada (o casi obligada sutilmente) a definirse por sus gustos y consumo, y no por valores e ideas que profesa.
Una falacia repetida con insistencia por la ideología de género es que puedes ser lo que quieras; es tu decisión. En este tenor, incitan a las personas en aras de obedecer impulsos y seguir momentáneos caprichos, a quimerizar sus apariencias, a deformar sus cuerpos o incluso a alterar su identidad biológica sometiéndose a operaciones de cambio de sexo. Los cambios exteriores no resultan, a la postre, los más graves; la crisis de identidad más grave tiene lugar al interior de la persona: una identidad plástica, accidental, removible, atenta a la moda y a las tendencias, lo único que logra conformar son personalidades confundidas y manipulables. No entienden los partidarios de esa ideología que hay una edad para crecer y otra para aprender. Finalizada esta etapa, con un carácter formado y dueño de una personalidad, puede el adulto tomar decisiones con responsabilidad y conocimiento. Pero ser adulto es políticamente incorrecto para los cánones de la actual efebocracia.

A RÍO REVUELTO…
Por otro lado, en el terreno político y del activismo social, no fue difícil que las feministas reconocieran, en los grupos de la diversidad sexual, a potenciales aliados que, con mayor radicalidad que ellas, ponían en práctica las ideas Beauvoir acerca de rechazar un orden social que coarta “la libertad y el derecho” de definirnos mediante una serie de decisiones y elecciones propias. En este sentido, el gay le tomó, y por mucho, la delantera a la feminista en poner en práctica una suerte de anarquismo cultural y sexual que desafía la masculinidad tradicional, idealizada en la figura del padre de familia trabajador, responsable y atento a las demandas y necesidades de su esposa e hijos. El gay es totalmente lo opuesto a este padre de familia.
Para homosexuales y feministas, el hetero-patriarcado o cultura machista, resultó el enemigo común; el villano de esta historia. Más que las ideas, el odio hermana. Homosexuales, lesbianas, transexuales, intersexuales, sus derivados e intercepciones, reconocieron en la figura de la autoridad masculina a un represor que los obligaba a vivir segregados y a sufrir discriminación; las feministas compartían el mismo resentimiento hacía este enemigo común.
La lucha de clases pregonada por Marx y llevada a la práctica por las organizaciones comunistas incitaba a la confrontación entre patrones y trabajadores; el oprimido debía, a través del activismo político, la propaganda y de ser necesaria la violencia, vencer a los explotadores y emancipar a los marginados. La ideología de género se asume como “de izquierda” porque busca incitar la lucha entre feministas y machistas, hetero y homos, bajo ideas que guardan cierta correlación con las marxistas: al explotador lo encarna el padre; la marginada y oprimida resulta ser la madre; y la revolucionaria, la salvadora, ese papel es de la hija emancipada, cuyo fiel comparsa sería su hermano gay.
La ideología no es una doctrina de amor; fomenta lo contrario. Rechaza a la familia e intenta parodiarla porque en el fondo la entiende como una institución “carcelaria y represora”, que a lo largo de Historia ha reproducido valores que le resultan incompresibles y ajenos, como la solidaridad y complementariedad conyugal; el respeto y la admiración de los hijos a los padres; la incondicionalidad fraternal y maternal.

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