lunes, 19 de septiembre de 2016

Septiembre, Mes de la Biblia

Septiembre, Mes de la Biblia
La Palabra de Dios en nuestra vida diaria

La intención inicial es que durante este mes en todas las comunidades parroquiales se desarrollen algunas actividades que nos permitan acercarnos mejor y con más provecho a las Sagradas Escrituras.

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Pbro. Eduardo Michel Flores
Coordinador de Animación Bíblica de la Pastoral

La palabra Biblia se origina a través del latín, en la expresión griega (ta biblía ta hágia: los Libros Sagrados), acuñada por vez primera en I Macabeos 12,9, siendo plural de (biblíon, ‘papiro’ o ‘rollo’, usado también para ‘libro’). Se cree que este nombre nació como diminutivo del nombre de la ciudad de Biblos (), importante mercado de papiros de la antigüedad.
Esta frase fue empleada por los hebreos helenizados (aquellos que habitaban en ciudades de habla griega) mucho tiempo antes del nacimiento de Jesús de Nazareth para referirse al Tanaj o Antiguo Testamento. Muchos años después empezó a ser utilizada por los cristianos para referirse al conjunto de libros que forman el Antiguo Testamento, así como los Evangelios y las Cartas Apostólicas (Nuevo Testamento). Para ese entonces, ya era común utilizar las dos primeras palabras de la frase, , a manera de título.
Ya como título, y habiendo perdido el artículo se empezó a utilizar en latín como biblia sacra (los libros sagrados) y de ahí fue transmitido a las demás lenguas.

Composición
La Biblia es una compilación de textos que, en un principio, eran documentos separados (llamados “libros”), escritos primero en hebreo, arameo y griego durante un dilatado período, y después, reunidos para formar el Tanaj (Antiguo Testamento, para los cristianos) y luego el Nuevo Testamento. Ambos Testamentos forman la Biblia Cristiana.
El canon católico romano de la Biblia que conocemos hoy, fue sancionado por primera vez en el Concilio de Hipona, en el año 393 de nuestra Era, por la Iglesia Católica. Dicho canon de 73 libros (46 pertenecientes al llamado Antiguo Testamento, incluyendo 7 Libros llamados actualmente Deuterocanónicos -Tobías, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc- y 27 al Nuevo Testamento), fue confirmado en el Sínodo de Roma en el año 380, y ratificado en el Concilio de Cartago en el año 397, y luego, nuevamente confirmado por Decreto en la Cuarta sSsión del Concilio de Trento, del 8 de abril de 1546.

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Datos
-La Biblia fue escrita a lo largo de aproximadamente 1,000 años (900 a. C.-100 d. C.).
-Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces (“Canto de Débora”) y en el Pentateuco, que son datados en la época de los dos reinos (Siglos X a VIII a. C.). El libro completo más antiguo, el de Oseas, es también de la misma época.

Propuestas para leer la Palabra
1. La lectura diaria de los textos bíblicos litúrgicos es una excelente ayuda para profundizar en la Palabra de Dios. De esta manera, nos unimos a toda la Iglesia, que ora al Padre meditando los mismos textos. También nos acostumbramos a una lectura continuada de la Biblia, cuyos textos están relacionados. Es una “puerta segura” para escuchar a Dios.
2. ¿Has leído alguna vez un Evangelio entero, “de corrido”? Es muy interesante descubrir la trama de la vida de Jesús escrita por cada Evangelista. Hay detalles y relaciones entre los textos, que cada Evangelista utiliza y quedan al descubierto cuando se realiza la lectura continuada. Te recomendamos leer el Evangelio de Marcos. Al ser el primero de los sinópticos, es una muy buena “puerta de entrada” al Mensaje de Jesús.
3. Otra posibilidad es la oración con los Salmos. Los mismos recogen la oración del Pueblo de Dios a lo largo de casi mil años de caminata. Nos acercan la voz del pueblo que ora con Fe. En ellos podemos encontrar una inmensa fuente de inspiración para la oración. Hay algunos que nos hablan de la alegría, de las dificultades y conflictos, de la Esperanza, del abatimiento, del dolor, de la liberación y la justicia, de la Creación. Aprender a rezar con los Salmos es una “puerta siempre abierta” para el encuentro con el Dios de la Vida.
4. La lectura orante de la Palabra, realizada en comunidad, nos pone en sintonía con la Voluntad de Dios. Es un ejercicio clave para el crecimiento en la Fe. La fuerza de la comunidad nos alienta para encontrar en los textos la fuerza del Espíritu. Todos aprendemos juntos y nos enriquecemos con el aporte de cada uno. Existen muchos métodos de lectura orante. Simplificando al máximo, podemos decir que los siguientes cuatro pasos son los más comunes: Lectura, Meditación, Oración, Compromiso.

Versiones castellanas de la Biblia Católica
Vienen éstas de la traducción hecha por San Jerónimo (Dalmacia, Yugoslavia, 342-420) al latín, versión oficial de la Iglesia por casi 15 siglos.
-El primer intento estuvo a cargo de la Corte del Rey Alfonso X, El Sabio, en 1280, conocida como la Biblia Alfonsina.
-En 1430, el Gran Maestre de la Orden de Calatrava, Don Luis de Guzmán, patrocina a Mosé Arragel, para realizar otra traducción, conocida como la Biblia de Alba.
-En 1944, se publica la llamada de Nácar-Colunga, editada por la Biblioteca de Autores Cristianos, que no usa la traducción de la Vulgata como fuente, sino que usa los originales.
-La Biblia de Jerusalén aparece en 1967, también basada en los textos originales.
-La primera edición de la Biblia Latinoamericana, con el lenguaje propio de la región, es editada por primera vez en 2001.
-En 2005 se presentó, tras 33 años de trabajo, la Biblia de Navarra, y para hacerla se tomaron como fuente los textos originales en hebreo, arameo y griego.

Semanas Bíblicas
La Misericordia, en la Historia de la Salvación

Durante el mes de septiembre, la Iglesia nos recomienda dedicarlo a iniciar el conocimiento y divulgación de los textos bíblicos, ya que como cristianos tenemos que conocer la Palabra de Dios, interpretada auténtica y fielmente por el Magisterio de la Iglesia.

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Dulce Natalia Romero Cruz

La Semana Bíblica se acostumbra realizar en cualquier semana del Mes de la Biblia, Septiembre, y se invita a todas las Parroquias a que la lleven a cabo. El 30 de septiembre se celebra la Fiesta de San Jerónimo, Patrono de los Estudios Bíblicos, quien vivió casi 40 años en Belén tratando de profundizar, estudiar y traducir la Sagrada Escritura, de forma asidua y constante, llegando a ser un gran Biblista. Gracias a él se festeja el Mes de la Biblia.
Animación Bíblica de la Pastoral preparó un material para que pueda promoverse en cada Parroquia la Semana Bíblica, que como tema principal propone La Misericordia, por el Año Jubilar. Hay temas tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, haciendo referencia a la virtud de la Misericordia: en los Salmos, en los Profetas, en los Evangelios, en María.

Animación Bíblica de la Pastoral
Lo que antes era Pastoral Bíblica, que era sólo una Sección de Pastoral, ahora se trata de que sea transversal y de que incluya a todos los Movimientos y Pastorales. ABP abarca al Instituto Bíblico Católico y a las Escuelas Bíblicas de cada Parroquia.
ABP, a lo largo del año, trató de insistir en el Tema de la Misericordia y organizó eventos que se desarrollaron en torno a dicha virtud: Conferencias, Retiros, Talleres, la 14ª Asamblea Bíblica; todo ello con la intención de estar en sintonía con la Iglesia Universal.
Cierre del Año de la Misericordia: El 13 de noviembre habrá un Retiro Espiritual de las 10 a las 14 horas, para concluir el Año Jubilar, en el Instituto Bíblico Católico. Informes, con Rosma, al Cel. 33-1289-9633.

El subsidio:
En los 10 Temas se trata de abarcar toda la Historia de la Salvación.
-Jesús, Profeta y Maestro de la compasión. Lc 7, 1-10
-María, Arca de la Alianza entre Dios y los hombres. Lc 1, 46-56.
-Anuncia todo lo que el Señor te ha hecho y la misericordia que ha obrado contigo. Mc 5, 19.
-Por tu Amor, por tu inmensa compasión. Sal 50 (51)
-El Buen Samaritano. Lc 10, 25-37
-Dios es Amor. 1Jn 4, 8-16
-Misericordia: La ruta de la auténtica felicidad. Mt 5, 7
-Misericordiosos como el Padre. Lc 6, 36-38
-Tener misericordia con alegría. Rm 12, 8
-Perdonar como Dios nos perdona: siempre. Mt 18, 21-35
El material sugiere profundizar en los temas con el Método de la Lectio Divina: Leer, meditar, orar, contemplar y actuar.

¿DÓNDE ADQUIRIRLO?
Se puede adquirir en la Secretaría del Instituto Bíblico Católico (Av. La Paz) o en la Oficina de Pastoral Bíblica, con Rosma al Cel. 33-1289-9633; también en la Parroquia de San Jorge Mártir, al 3647-8014, con el señor Cura Eduardo Michel Flores, Coordinador de Animación Bíblica de la Pastoral.

Esquema práctico para conocer la Biblia
El primer encuentro

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Animación Bíblica de la Pastoral

Cuando tomamos un libro en las manos, lo primero que salta a nuestra vista es su título; por eso es el punto número 1. El que lleva el Libro que ahora tenemos en nuestras manos es el de “Sagrada Biblia”.
Si consultamos un diccionario etimológico, nos dirá que la palabra Biblia se deriva del griego y que se trata del plural neutro del término ‘biblíon’ (como ya se había explicado en páginas anteriores); significaría, pues: libros. Lo que viene a descubrirnos la Biblia es un conjunto de libros. Parece ser que fue Clemente de Alejandría (Siglo II) el primero en emplear este término. A partir del Siglo XIII comenzó a emplearse como singular latino: Biblia, forma en la que la usamos nosotros ahora.

2. El Índice
Tras el encuentro con el título, y una vez abierto el libro, nuestra curiosidad nos suele llevar a mirar el Índice, que especifica su contenido. En el de la Biblia observamos que el Libro se divide en dos grandes bloques, denominados: Antiguo y Nuevo Testamento. El primero, tanto por razón de autores como de contenidos, pertenece a los tiempos anteriores a Cristo; el segundo contiene los libros sagrados escritos después de Cristo.
Cada uno de estos dos grandes bloques abarca una serie de libros que se catalogan o agrupan, más que por motivos cronológicos, por razón de su contenido o género literario.
-Antiguo Testamento (AT). Dividido en estos cuatro Grupos: Pentateuco, Libros históricos, Libros poéticos y sapienciales, y Libros proféticos (En otras Biblias el Pentateuco aparece formando parte de los Libros históricos).
-Nuevo Testamento (NT). Se agrupan también en varias secciones, aunque algunas sólo tienen un libro: Evangelios, Hechos, Cartas y Apocalipsis.
Éste es el Índice de la Biblia que tenemos en nuestras manos; pero conviene saber, ya de antemano, que no todos los que consideran la Biblia como libro sagrado tienen una Biblia como la nuestra. Ello obedece a que cada uno de esos grupos religiosos tiene un `canon’; es decir: unos criterios distintos a la hora de confeccionar la lista de los libros sagrados. De ello hablaremos más extensamente al estudiar el `canon’ de la Biblia.
-Divisiones. Como todos los libros, está dividida en Capítulos, y éstos, a su vez, que no es tan frecuentemente, están divididos en Versículos. Estas divisiones fueron hechas mucho tiempo después. La división en Capítulos se atribuye a Esteban Langton (1206), Maestro en París y posteriormente Arzobispo de Canterbury; en Versículos (NT), a Roberto Estienne, impresor parisiense. Esta división en Capítulos y Versículos no es muy acertada, pero es útil para el manejo y lectura de la Biblia.

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3. Las Lenguas
Todos sabemos que este Libro de la Biblia que tenemos en las manos es una traducción. Los libros originariamente fueron escritos en otras lenguas; hebreo, arameo y griego.
• El hebreo es una lengua semita de la zona fenicio-cananea. Es la lengua de los israelitas cuando ocupaban Canaán, y es una resultante de la mezcla de la lengua del país y del arameo que ellos aportan. En hebreo está escrita la mayor parte del AT.
• El arameo es también una lengua semita, afín al hebreo, que se hablaba en el área de
Mesopotamia. Era la lengua de Jesús. En esta lengua están escritos algunos Capítulos de Esdras y Daniel.
• El griego es una lengua indoeuropea que se hablaba en Grecia y que con las conquistas de Alejandro se extendió. El griego bíblico es el griego común, resultante de la mezcla de los diversos dialectos del griego clásico. En griego están escritos algunos Libros deuterocanónicos del AT y todo el NT.

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4. Las Traducciones
-La primera importante que conocemos es la denominada de ‘los 70’, traducción hecha al griego de los libros hebreos del AT por un grupo de 70 traductores en Alejandría (Egipto). Esta Biblia contiene algunos libros más que la Biblia hebrea, los llamados deuterocanónicos.
-Entre las traducciones importantes hechas al latín destaca la llamada ‘Vetus latina’, hecha en el Siglo II y, sobre todo, la denominada `Vulgata’ o común, hecha por San Jerónimo por encargo del Papa San Dámaso, y finalizada el año 405. Es considerada como la traducción oficial para la Iglesia Católica del rito latino.
-Son famosas las llamadas ‘Biblias políglotas’, que van colocando en columnas paralelas el texto en diversas lenguas; la primera corresponde al Historiador Orígenes (Siglo III). Famosa es la Complutense (de Alcalá de Henares) o de Cisneros, hecha en 1517, en 6 volúmenes, con texto en hebreo, griego y latín.
-La primera Biblia impresa apareció en 1456, hecha por Gútenberg, el inventor de la imprenta, con texto de la Vulgata.
-En 1980 estaba traducida a 1,660 lenguas o dialectos distintos.

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5. Las Citas Bíblicas
Con el fin de abreviar los títulos de los libros bíblicos, suelen emplearse sus siglas correspondientes. Estas siglas o abreviaturas las encontramos normalmente en una de las primeras páginas de la Biblia.

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¿QUIÉN ESCRIBIÓ LA BIBLIA?
1. Libro Religioso
Además de ser un Libro de gran valor literario, es fundacional; es decir, de una Religión: del Judaísmo, primero, y del Cristianismo, después. Éste es el motivo principal que nos lleva a este encuentro con la Biblia; es nuestro libro religioso, el libro del cristiano.
Nos cuenta la religiosidad de un pueblo y sus relaciones mantenidas con su Dios a lo largo de muchos siglos. El Dios de la Biblia no es un Dios mudo; es un Dios que habla, que se comunica con su pueblo.

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2. Autores
En la Constitución “Dei Verbum” (DV) del Concilio Vaticano Il se afirma la doble paternidad de los libros sagrados: “En la redacción de los libros sagrados Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias facultades y medios, de forma que, obrando Él en ellos y por ellos, escribieron, como verdaderos autores, todo y sólo lo que Él quería” (DV 11).

a) El hombre
Los Libros de la Biblia son muchos y fueron escritos en épocas muy distintas; al leer caemos en la cuenta de que el estilo en que están escritos y la mentalidad que reflejan difieren entre sí. Esto nos lleva a la conclusión de que los Hagiógrafos, esto es, los autores de estos libros sagrados, son los auténticos responsables de lo que escribieron. Lo hicieron de acuerdo con su ambiente, con su mentalidad, con su ingenio, con su capacidad. En cada uno de esos libros tenemos la impronta (huella) del autor o autores que intervinieron en su composición. Algunos libros se atribuyen a personas concretas, aunque en cada caso habrá que estudiar su paternidad. Son producto de tradiciones que el pueblo judío o la comunidad cristiana han ido transmitiendo hasta encontrar la pluma del redactor definitivo.

b) Dios
Esta atribución la encontramos consignada en los mismos libros sagrados, ya en el AT; esto es particularmente manifiesto en los Libros de los Profetas, en los que continuamente se nos está proclamando: “Oráculo del Señor”; ello expresa la conciencia de que el mensaje transmitido no era de elaboración personal, sino de origen divino.
En el NT repetidamente nos encontramos en los Evangelios con el estribillo: “para que se cumpliera la Escritura”; lo que hace suponer que si esa Escritura se tenía que cumplir, lo sería no por ser simple palabra humana, sino por ser Palabra de Dios.
El término ‘autor’, referido a Dios, hay que tomarlo en un sentido analógico. Según nuestros diccionarios, ‘autor’ es igual a ‘causa de alguna cosa’. Dios es causa de los libros sagrados, no porque él los haya escrito, sino porque él ha sido causa de que el Hagiógrafo los escribiese. Él les ha promovido, les ha asistido, les ha inspirado.

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3. Inspiración
Hemos dicho: “les ha inspirado”, y con esto hemos pronunciado la palabra con la que se suele designar esta autoría o presencia de Dios en los libros sagrados. La palabra la encontramos ya en la misma Escritura: “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar…” (2 Tm 3, 16).
Nuestra palabra ‘inspiración’ se deriva del latín ‘inspirare’, que significa ‘soplar’; y es traducción del término griego empleado por Pablo ‘theo-pneustos’ = ‘soplado por Dios’. La imagen meteorológica nos sugiere la acción del Espíritu que alienta en la palabra escrita por los Hagiógrafos.

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4. Verdad
Es una consecuencia de la inspiración. Naturalmente el Espíritu no se hace responsable de todo lo escrito por el Hagiógrafo. Como dice la misma Constitución DV, ese aliento o presencia del Espíritu se encuentra en aquella “verdad que Dios quiso consignar en las sagradas letras para nuestra salvación” (DV 11). No se trata, pues, de verdades del orden histórico o científico, sino de las relativas a la salvación del hombre; y aun para rastrear esa verdad, “para sacar el sentido exacto de los textos sagrados, hay que atender no menos diligentemente al contenido y a la unidad de toda la Sagrada Escritura, teniendo en cuenta la Tradición viva de toda la Iglesia y la analogía de la Fe” (DV 12).

EL CANON DE LAS SAGRADAS ESCRITURAS
1. ¿Qué es el Canon?

El carácter religioso de la Biblia y, particularmente, el hecho de que haya sido el medio de comunicación de Dios con el hombre, es lo que motiva, desde nuestra condición de creyentes, el que este Libro se lleve nuestro aprecio por encima de cualquier otro.
Pero a más de uno se le ocurrirá preguntar: ¿por qué precisamente de estos Libros, y no de otros, decimos que contienen la Palabra de Dios? Esto nos lleva a hablar de lo que se denomina el ‘canon’ de la Biblia. La ‘canonicidad’ está estrechamente vinculada con la ‘inspiración’.
El ‘canon’ no hace que los libros sean inspirados; los libros son inspirados antes de su canonicidad. El canon oficial sirve sólo para que el creyente tenga garantía de cuáles son los libros que debe considerar como de origen divino. Una cosa es que los libros estén inspirados y, otra, que nosotros sepamos que están inspirados. “Para nosotros, en concreto, el conocimiento de la inspiración del AT ha de ser adquirido a partir del testimonio del NT y de la Iglesia apostólica”, (K. Rahner).
La palabra ‘canon’ (del hebreo ‘ganeb’ = caña, y del griego ‘kanon’ = vara, regla) puede tener un doble sentido: norma y lista. Ambos sentidos se funden cuando aplicamos el término a las sagradas Escrituras. Canon de la Biblia es, pues, la lista de los Libros que consideramos como inspirados; libros que se constituyen en norma de vida para la comunidad de creyentes que los acepta como tales.
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Abarca los 46 Libros del AT, junto con los 27 del NT, dan en total: 73. Los protestantes se quedan con 66, al descontar los 7 deuterocanónicos del AT.

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