viernes, 30 de septiembre de 2016

Refranes Mexicanos

Foto y texto: Luis Sandoval Godoy
Formuló: José Sánchez Orozco

2727-2

65- Miguel, Miguel, no tienes abejas y vendes miel
Parece que éste es un refrán en broma y que el nombre se presta para hacer el verso.
Igual que lo aprovechan en las Pastorelas tradicionales que vienen a su tiempo: -“¿Quén como Dios, Miguel? -Pos naiden, pos quén:”.
…Estos Migueles que aparecen por todos lados.
Y uno anduvo por ahí con el negocio en grande de la miel. Miel en penca, miel destilada, miel en bote, miel en frasco, miel en olla.
Y no faltó por ahí un malicioso que empezó a sospechar qué fuera siendo eso. ¿Dónde están sus colmenas, cuándo supo nadie que el individuo éste se dedicara a la apicultura?
Por lo menos, no parece común que alguien que no la produce la venda. Quién sabe si el Miguelillo ése dé sus paseos en colmenas del vecino. Y, como las abejas son silenciosas, y como el dueño no puede llevar registro de producción…
Habla el refrán de gentes vividoras, de mano larga; de personas tramposas y aprovechadas; pero, parece que lo hace más en guasa que en serio: Miguel, Miguel…

66- En el mal Reino, Leyes muchas, y no se cumple ninguna
Como si el refrán hiciera referencia a nuestra realidad. Porque aquí tenemos, dicen, una legislación preciosa. Que el Articulado constitucional es una madeja radiante de principios.
Que la orientación, el sentido, la fuerza, el humanísimo enfoque de nuestra Carta Magna sirve de ejemplo a otros pueblos. Aquí están palpitando ideas de justicia, de respeto, de fraternidad, de aliento a los valores supremos del hombre.
Con nuestras Leyes, tenemos y podríamos llegar a ser el mejor país del mundo. Y, sin embargo, en ningún otro lugar se ven las tropelías, los engaños, las abominables acciones que se cometen de arriba a abajo.
La corrupción, el crimen, la mentira, el abuso, son como el aire que respiramos. ¿Pero entonces, los principios, la fuerza, el rumbo, el significado de nuestras Leyes?
Nos sucede lo que dice el refrán hablando de un “mal Reino”. Ahí está la letra, la tipografía radiante, la página maravillosa. Esto es, lo teórico, las palabras, los Artículos de la Ley. La porquería anda acá en la vida diaria, desde arriba hasta abajo.

67- Por el habla se conoce a quien habla, y por el sonido, la plata
Qué otra cosa es más, nos pertenece más íntimamente que nuestras palabras. De aquel recodo hondo de nuestro ser, nacen las palabras.
Allá está la fragua que forja los pensamientos, que enciende los sentimientos…Y luego el mecanismo misterioso donde la idea se hace palabra. Cada quien a su manera, cada uno en su tonada; todos diferentes.
Dice por eso el refrán que no hay dato más expresivo ni más exacto para conocer a una persona. Que hable… En cuanto comienza a hablar, ya está dibujada ahí, de cuerpo entero. Y establece la comparación: la plata tiene un retintín fino, inconfundible.
Nuestros mayores se lucían haciendo sonar en el piso aquellos pesos de plata. Y decían y se hablaba de lo que es el sonido argentino, “argenteum”, de plata.
Lo dice para decirnos que hemos de sonar también nosotros así. Que la meta de la superación, cuando el plomo humano se convierte en metal fino, está en sonar como plata. Que la palabra, el sentimiento, lo que nace dentro de nosotros, tenga esa calidad.

68- Ayer entró rogando y hoy llega mandando
Hace un año que yo tuve una ilusión… recordando que en tus brazos me dormía … Y sigue más: pero el tiempo es justiciero y vengador, etc.
Y aquí otra vez el misterio del tiempo, el fluir silencioso de la vida.
Ese tiempo que no se detiene, ese tiempo que cobra las facturas de nuestros desórdenes. Ese tiempo implacable y severo que acaba empuñando el látigo, vengándose de los manchones que fuimos dejando, a nuestro paso.
Tiempo de pensar en el tiempo; tiempo de saludar cada etapa en nuestra vida dando pasos cortos. E iniciar y seguir por los meses del año como quien pisa en blandito, como quien se descalzó para no hacer ruido.
Quién sabe qué esté escondiendo el día de mañana; quién sabe cómo vaya a tratarnos. Nadie sabe cuál será el rumbo del país en los grandes problemas nacionales… Nadie sabe, en cuanto a nosotros mismos, qué nos traen los días que siguen: alegrías y triunfos, dolencias y amarguras… O se comportará como aquél de quien dice el refrán, llegó pidiendo permiso, dulce y cordial. Y de repente se pone a echar gritos, impreca y reclama, exige e impone sus necios caprichos…
Es tiempo de pensar en el tiempo y disponer el paso…

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