lunes, 19 de septiembre de 2016

Una bomba explota en el Seminario y un temblor se apodera de la Catedral

MG 0804

José Antonio Quirós Pérez
4º de teología

Sin duda alguna, durante los últimos meses, muchas noticias han impactado en nuestra Sociedad, sea a nivel local, nacional o incluso de talla internacional. Ordinariamente llegan a nuestros oídos y a nuestros ojos, innumerables acontecimientos que marcan el rumbo del Siglo XXI, dejándonos impactados, más para mal que para bien.
El título de este artículo luce un tanto llamativo, y por qué no decirlo, hasta trágico. Y efectivamente lo es. Sin embargo, necesariamente debemos poner atención a lo que vemos y escuchamos, pues las cosas no siempre son lo que parecen. Para muestras, basta un botón, como decimos coloquialmente, y lo voy a demostrar.
Si te contara que la bomba que explotó en el Seminario Mayor de Guadalajara el viernes 9 de septiembre fue de tal trascendencia, ¿me lo creerías? Al menos para más de 1,000 seminaristas, sí. Ésta estaba meditada con muchísimo tiempo de anticipación, y hasta la esperábamos con ansias. La llegada de la imagen de la Virgen de Zapopan fue dicha “explosión”.
El impacto generado arrasó con el corazón de nosotros, los Seminaristas, como también con el de nuestros Formadores. ¿Qué católico de la Arquidiócesis de Guadalajara no vibra y arrasa de devoción cuando tiene la dicha de recibir en su propia casa, y en nuestro caso, en el Seminario, la visita de tal imagen bendita que Fray Antonio de Segovia nos legó?
En la homilía, el Padre José Guadalupe Miranda Martínez, Vice-Rector de esta magna institución, nos deleitó con una cátedra histórica, al relacionar la visita de María a su prima Santa Isabel, relatada en el Evangelio lucano hace más de 2,000 años, con la visita de La Zapopana al Seminario de Guadalajara, hace poco más de un semana atrás, relatada por este Formador-Historiador. Verdaderamente una bomba de regocijo, de amor y de pasión explotó en el corazón de los ahí presentes, y más aún porque también celebrábamos 320 Años de la Fundación del Seminario.

OTRO IMPACTO
Respecto al temblor que se apoderó de la Catedral, digamos se trata de un caso similar. No obstante que un temblor destruye, éste, en cambio, construye, ya que el sábado 10 de septiembre, el “coloso seminarístico” hizo vibrar con emoción una Peregrinación en el Año Jubilar de la Misericordia.
Partiendo de las afueras del Templo de Santa María de Gracia, ubicado a un costado del Teatro Degollado, más de 1,000 jóvenes nuevamente nos dimos cita a las 11.30 am para dirigirnos hacia la Catedral, con una disposición cautivadora para los expectantes, por el silencio contemplativo y reflexivo que mostrábamos, al dirigirnos a la Eucaristía que tuvo lugar al mediodía, siendo presidida por el Padre Jorge Manuel García Rivera, Encargado de la Casa del Seminario Menor, y concelebrada por 18 Padres Formadores.
Fue un acontecimiento inigualable, irrepetible e inolvidable. Inigualable, porque en ninguna Diócesis del mundo existe un Seminario tan grande como el nuestro, que se haya reunido de tal manera en torno a su Iglesia Madre; irrepetible, porque el Año Jubilar de la Misericordia no volverá a editarse, aunque sí debemos practicar todos los días las Obras de Misericordia Corporales y Espirituales, de las cuales nos habló el Padre Elías Parada Andalón en su homilía que nos dirigió; e inolvidable, porque este temblor de energía del Seminario de Guadalajara se apoderó de la Catedral para construir, animar y fortalecer nuestra Fe, Esperanza y Caridad en Jesucristo, Nuestro Señor y único Pastor.
Incluso así lo hizo sentir el Rector de la Catedral, Canónigo Valentín Ruiz Durán, al dar muy cordial beienvenida en la Puerta Santa a todos los Seminaristas, rociarlos de agua bendita y solicitar para ellos oraciones y aplausos del resto de la asamblea de fieles.
Lamento haberte decepcionado, amable lector, si te imaginaste encontrar en esta página la referencia a muertes, destrozos y demás “focos rojos”. Simplemente, te pido hagas, de ahora en adelante, tú lo mismo: trata siempre de sorprender a los demás, para bien y no para mal; déjate sorprender por Dios y deja que Dios te sorprenda.
Recuerda que no todas las bombas explotan de la misma manera y que no todos los temblores tienen la misma reacción. Te invito a que marques la diferencia proponiendo con tu testimonio de vida y no imponiendo con palabras vacías; siendo realista para dar un juicio objetivo, más que pesimista al ofrecer un criterio relativo; formando y pensando con trascendencia, y no deformando y gritando en la inmanencia; pero, fundamental y esencialmente, amando siempre en tu calidad de ser humano y de ser cristiano.
Gracias por tomarte tu tiempo al leer esto, como un servidor lo tuvo para hacerlo con aprecio y estima para ti.

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