viernes, 29 de mayo de 2015

San Juan Bosco, Sacerdote “siempre alegre”

El don de la alegría pascual

DSC03379

Pbro. Adrián Ramos Ruelas
Roma, Italia

El Espíritu Santo es el don que Cristo Resucitado entrega a sus discípulos para hacer presente su Mensaje y dar testimonio en todos los rincones del mundo de que el Amor está vivo. En Pentecostés, la efusión del Espíritu hace posible la unidad de los creyentes y, con ello, el milagro de poder entenderse en sus propias lenguas. El tiempo litúrgico de la Pascua, el más importante para nosotros los creyentes católicos, concluye con esta Solemnidad.
La alegría cristiana es un don que brota del hecho de la Resurrección de Cristo, Fundamento de nuestra Fe. Es, además, un fruto del Espíritu Santo. La alegría de creer que Cristo está vivo nos mantiene en la Esperanza, nos impulsa a realizar todos nuestros deberes con responsabilidad, conscientes de que el Señor se hace presente en nuestras vidas y que todo en Él tiene sentido.

San Juan Bosco
Este santo pudo encarnar muy bien esta alegría. Él fue un sencillo y a la vez excepcional Sacerdote Diocesano. Gracias a él, la Comunidad de Sacerdotes y Religiosos Salesianos se ha extendido por todo el mundo. El próximo mes de agosto se cumplirán 200 Años de su Nacimiento, al Norte de Italia, cerca de la Ciudad de Turín.
Las virtudes que adornaban a este hombre de Dios, además de la alegría, son las propias de uno que vive en serio su vida cristiana: amabilidad, jovialidad, agradable sentido del humor, creatividad, valentía, confianza en la Misericordia y la Providencia Divinas, etcétera.
De familia pobre y humilde, Juan, desde muy pequeño quedó huérfano de padre, contando sólo con su hermano Antonio y su fuerte madre, Margarita, una gran mujer cristiana que supo infundir en sus hijos el valor del trabajo y las virtudes de la Religión.
Juan se empeñó en las tareas domésticas, pero sentía una muy fuerte atracción por el estudio. Aunque tuvo grandes dificultades para costearse sus estudios en el Seminario, pudo conseguir formarse y llegar a ser Sacerdote de Cristo, gracias a los generosos bienhechores que encontraba en su camino.

Santidad es alegría
Su espiritualidad sacerdotal se basó en el ejemplo y testimonio de San Francisco de Sales. De él buscó imitar su dulzura y bondad, y supo plasmarlas en su trabajo pastoral con los jóvenes; fue también la fuente de inspiración para la fundación de los «Salesianos», nombrados así en honor de ese famoso Santo, Obispo de Ginebra. No faltaba a la nueva Congregación, desde luego, el espíritu misionero. Quien tiene una experiencia fuerte de encuentro con Cristo, no puede no comunicarlo. Busca darlo a conocer a los demás con valor, con alegría.
Don Bosco dedicó su vida a los jóvenes. Su pedagogía se basaba en el amor y en la alegría, buscando siempre que los muchachos de la calle, los marginados y aquellos desprovistos de bienes e ideales pudieran ennoblecer su vida y ser hombres y mujeres de provecho. Uno de los Lemas de la espiritualidad salesiana, «Santidad es alegría», refleja la frescura, sencillez y belleza de su propuesta.
El Año de la Vida Consagrada, que actualmente vivimos en la Iglesia, nos hace reflexionar sobre el gran regalo de tantos hombres y mujeres Religiosos que han dedicado su vida a grandes causas: la Educación, la Catequesis, la atención a los jóvenes, etc.
No cabe duda de que este ejemplar Sacerdote Diocesano tiene mucho qué decir a la Iglesia y a los Clérigos de hoy, no menos que a los jóvenes, quienes muchas veces se alejan de la Iglesia por falta de proyectos atractivos, no menos que sólidos y creativos, quedándose sin poder conocer la profundidad del Amor de Dios en su vida y, con ello, la posibilidad de perseguir ideales altos de perfección humana y cristiana.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario