jueves, 7 de mayo de 2015

Pabellón de la Santa Sede en la Expo Milán 2015

Danos hoy nuestro pan…

Santa Sede en Expo (1)

Pbro. Carlos Javier Díaz Vega
Roma, Italia

El viernes 1º de mayo fue inaugurada la Exposición Universal Milán 2015: Nutrir el planeta. Energía para la vida. Esta Expo es un evento mundial que tiene como objetivo educar al público, mostrando innovación, promoviendo el progreso y fomentando la cooperación. El país anfitrión es el que invita a otros países, empresas, organizaciones, la sociedad civil y al público en general. Las Exposiciones Universales anteriores fueron: Sevilla 1992; Hannover 2000, y Shanghai 2010.
Expo Milán 2015 quiere mostrar al mundo, y que el mundo muestre a todos, la energía vital que la comida -símbolo de hospitalidad, de comunidad y de celebración– tiene en sí misma. En esta edición participan 145 países (que representan el 94% de la población mundial), entre los cuales está, por vez primera, en su calidad de Estado, la Santa Sede.
Cada país se presenta con un Pabellón. El Vaticano reconoce la importancia de estar presente y tomar parte en los debates sobre cuestiones cruciales, principalmente en lo que respecta a habitar el planeta y cuidar el futuro. La Iglesia usa el lenguaje estético por medio de Obras de Arte que la Fe Cristiana ha sabido generar y, al mismo tiempo, hace propia la más moderna Tecnología de la Comunicación Informática y Virtual, para hacer conocer el mensaje cultural y espiritual que la Doctrina Cristiana enseña.

El hondo significado
Consideremos: el gesto de nutrir se convierte en alimento y convivium; es decir, momento de encuentro y comunión, momento de educación y crecimiento; pero, además, este convivium se ha hecho sacrum convivium, lo que equivale a momento de comunión con Dios, y no sólo momento, sino incluso lugar en que Dios mismo ha revelado su voluntad de relacionarse con los hombres. La acción de nutrir es también, entonces, el espacio de tiempo y lugar que Dios instituyó para educar y encontrarse con los hombres.
El pensamiento cristiano no teme denunciar los dualismos que hacen superficial y artificial, por ejemplo, la experiencia de nutrir el cuerpo olvidándose del espíritu; nutrirse de cultura olvidándose del destino del planeta; nutrirse a sí mismo olvidando el hambre de los demás, la pobreza en tantas zonas del mundo; hacer del destino del planeta la propia religión olvidando quién es el hombre y su finalidad. Tales dualismos están en el origen de “la cultura del descarte”, una triste señal de la “globalización de la indiferencia”, que lentamente nos hace acostumbrarnos al sufrimiento del otro, a tal punto de verlo como normal.

Santa Sede en Expo (1)

Características peculiares
Sin embargo, la denuncia no es el fundamento del quehacer cristiano. Tal denuncia es consecuencia de una reflexión, y son cuatro los argumentos que se plantean en el Pabellón de la Santa Sede para la reflexión: 1. Un jardín para cuidar (dimensión ecológica); 2. Un alimento qué compartir (dimensión solidaria); 3. Un alimento que educa (dimensión formativa); 4. Un pan que hace presente a Dios en el mundo (dimensión trascendente: la Eucaristía, fuente y culmen de la existencia cristiana).
El Pabellón de la Santa Sede es el único no patrocinado y el único donde no se vende comida. De hecho, es todo lo contrario: quien sale del Pabellón está invitado a dejar algo para los pobres; pero hay que aclarar que no se trata de la Capilla de la Expo. “La idea es, ciertamente, la de ser un oasis de meditación en medio de una gran oferta comercial”, afirma el Cardenal Gianfranco Ravasi, Presidente del Consejo Pontificio de la Cultura, y nombrado por el Papa Francisco como Comisario General de la Santa Sede para la Expo.
“Al centro del Pabellón se encuentra una mesa interactiva que resalta los valores del compartir y de la solidaridad. En esta mesa pretendemos encontrar interlocutores, pues sus imágenes ‘toman vida’ cuando los visitantes se acercan. No basta mostrar imágenes de niños desnutridos; pretendemos educar a quien se acerque a la mesa; es una mesa que sorprenderá”, concluye el Cardenal Ravasi. Además, en el Pabellón se encuentran las pinturas La institución de la Eucaristía, de Rubens, y La Última Cena, de Tintoretto.
El Pabellón de la Santa Sede se titula “No sólo de pan”, y en el exterior se encuentra el breve texto de la Oración del Padre Nuestro, “Danos hoy nuestro pan”, traducido en diversos idiomas. Mediante este Pabellón, El Vaticano quiere concentrar la atención de los visitantes precisamente en la importancia simbólica de la acción de nutrir, y en el potencial de desarrollo antropológico que esta dinámica encierra. El Papa Francisco lo ha dicho, y con fuerza: “Es un escándalo que haya aún hambre y malnutrición en el mundo… El desafío no sólo tiene una dimensión económica o científica, sino, además y sobre todo, una dimensión ética y antropológica” (Mensaje para la Jornada Mundial de la Alimentación, 2013).

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