jueves, 7 de mayo de 2015

El ser más querido

Cuidados tempranos

Daniel León Cueva

Seguramente en el pensamiento, en el verbo y el sentimiento del hombre, no hay un tema que inspire tanto respeto, ternura, afecto, recurrencia y gratitud como el de la madre.
Desde el Génesis, el relato bíblico nos describe el primigenio origen de la mujer a partir del cuerpo del varón por influjo del Poder del Creador, para dar a entender la unicidad, la co-dependencia y complementariedad de uno y de otra. En lo sucesivo, es de la mujer, de sus entrañas, de donde procede la progenie, por la acción germinal del hombre.
Y es al género femenino al que la Humanidad entera le atribuye y reconoce, en gran medida, la pervivencia de la especie, no sólo al reproducirla, sino también por sus dotes de previsión, de aleccionamiento, de protección y provisión, especialmente desde su papel de madres, como tutoras, guardianas y promotoras de la vida y el desarrollo de quienes les han sido confiados por la Providencia. Por algo será que, desde tiempos inmemoriales, los términos Tierra o Naturaleza llevan por apellido o como adjetivo la palabra Madre.
Convencional o no, el 10 de Mayo es ciertamente un día en que resuenan las plegarias y bendiciones, los cantos y parabienes, lo mismo en hogares que en cementerios, en maternidades o en asilos. La dicha se expande, con vientos de ida y vuelta.

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