jueves, 21 de mayo de 2015

Amaranto, el pequeño gigante de la salud y vida

De la Creación a tu mesa (Gn 1, 29-31)

DELACASTA

Los primeros vestigios del amaranto datan de 4,000 años a.C. en el Valle de Tehuacán, en México. Pero, con la llegada de los españoles, su consumo y cultivo fue prohibido, ya que el argumento de los conquistadores fue que era parte de rituales religiosos paganos, aunque muchos historiadores manejan la hipótesis de que lo suprimieron con tal de mantener débil a la gente para hacerla más fácil de dominar.
No por nada, los Sabios de las Tribus decían: “Lo que mantiene la vida es maíz, frijol y amaranto”.

Características que hacen
imprescindible su consumo
El escuélenos es un ácido orgánico con propiedades preventivas anticancerígenas, antes llamado por los japoneses “samedawa” (cura-todo). Era extraído del tiburón y se usaba para curar desde el estreñimiento hasta cualquier tipo de cáncer.
Contiene ácidos cardioprotectores (Omega 3 y 6), además de fibra, calcio y magnesio, que nos ayudan a disminuir la retención de líquidos, colesterol “malo” y triglicéridos, por lo que su consumo habitual (diariamente una cucharada) lo convierten en granos muy beneficiosos para la salud general de los vasos sanguíneos, y un tratamiento natural de la hipertensión.
Para los alérgicos al gluten, pulverizarlo y usarlo como harina para preparar panes, masas, etcétera, el amaranto resulta una excelente opción para su nutrición, ya que contiene aminoácidos esenciales que normalmente no se encuentran en otros cereales.
Por si fuera poco, el amaranto es una rica fuente de carbohidratos (energía) que no afecta a los diabéticos, ya que su descomposición es lenta en el organismo, no impactando los niveles de glucosa en la sangre.

Alimento versátil, salado,
dulce, solo, acompañado,
pulverizado, etcétera.
Advertencia: El amaranto debe comprarse y consumirse de forma natural, pues así no perderá sus propiedades nutricionales. Por ejemplo, el amaranto enmielado ya perdió casi el 100% de sus beneficios.

Dulce “alegría” de amaranto
6 cucharadas de miel de abeja o de agave.
1 taza de amaranto.
1 cucharada de mantequilla.
Opcional: frutos secos, coco rallado, cacahuates, entre otros.
Procedimiento: En una sartén a fuego medio, pon a hervir la mantequilla y la miel, batiendo constantemente hasta que la mezcla quede homogénea y ligeramente dorada. Añade el amaranto y tu ingrediente opcional. Mezcla bien, apaga el fuego y sigue moviendo. Una vez que comiencen a enfriar, dale la figura que desees. Enfría, y listo.

Sopa sencilla de amaranto y col
4 tazas de agua.
3 zanahorias en tiras delgadas.
¼ de col pequeña, rallada.
1 taza de amaranto.
1 cebolla en rodajas finas.
Aceite de oliva.
Sal, al gusto.
Procedimiento: En una cacerola tapada y a fuego bajo, deja cocer la cebolla por 3 minutos. Agrega el agua, un chorrito de aceite, col y zanahoria. Deja cocer, a fuego medio, por 15 minutos. Agrega el amaranto. Deja cocinar por 5 minutos más. Corrige de sal, y apaga.

Licuado de amaranto y papaya
1 vaso de agua.
½ taza de papaya.
½ taza de jugo de naranja natural.
1 cucharada de amaranto.
2 cucharadas de leche de soya en polvo.
Procedimiento: Licúa muy bien todos los ingredientes. Este licuado te ayudará a bajar calambres en tus piernas y a aliviar el estreñimiento.

Postre cremoso
de fresa y amaranto
1 ½ tazas de amaranto pulverizado.
1 ½ litros de agua.
1 taza de azúcar mascabado.
6 fresas.
1 barrita de canela.
2 clavos de olor.
Procedimiento: Pon a hervir el agua con la canela y clavos, durante 15 minutos. Luego retira la canela y clavos de olor. Deja enfriar. Después, licúa con el resto de los ingredientes.
Mezcla tu amaranto natural en licuados, yogur o salsas. Recuerda: el amaranto toma el sabor de lo que tú cocinas…

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