jueves, 7 de mayo de 2015

EDITORIAL

Violencia, Elecciones y futuro

¿Qué está pasando en Guadalajara, en muchos pueblos y ciudades del país, y al corazón de las familias con tanta violencia? Dicen que “es un escurrimiento natural del descontento” o que se trata de “buscar ganancia a río revuelto”. También: “Una herida dolorosa que supera todos nuestros pronósticos de paz y de arreglos por vías de diálogo”. O, simplemente: “El ingenio pernicioso de la delincuencia, que no tiene para cuándo”.
La ciudadanía se hace lenguas, busca explicaciones. Las respuestas oficiales van saliendo a cuentagotas y quedan rebasadas por mucho. También todo esto se ha interpretado como “el instintivo apetito del hambre del pueblo, que no puede acercarse a las mesas de los parientes ricos (entiéndase políticos), ahí en donde sobra el pan que a muchos les falta”. Las Redes Sociales, cada día más activas y profusas, han dejado circular opiniones y versiones atrevidas. Pero, sin duda, más que análisis u opiniones sesgadas, necesitamos respuestas de las Autoridades y reflexiones autorizadas que nos den certidumbre y sosiego.
El primer fin de semana de mayo ocurrió algo preocupante, pero necesariamente pastoral en algunos Templos, a decir de las gentes. Coincidiendo las celebraciones dominicales del Tiempo de Pascua con la fiesta popular de La Santa Cruz, en muchas comunidades se dejó de predicar en aquel tono tan sencillo y agradable de los sermones habituales, para dar paso a cuestionarse y buscar respuestas de lo que está pasando en la Sociedad, y como creyentes qué podemos y debemos hacer.
Aludir a esos terribles acontecimientos no equivale simplemente a hablar de rebeldía y violencia de los malosos; pero hay quienes hacen un análisis más visionario y atrevido: tal vez exista un descontento de ciertos grupos que contenga exceso de veneno y mucha más carga y cansancio social, en vísperas de unas Elecciones Intermedias cuyas campañas proselitistas de los Partidos han fastidiado hasta el tope a la población por el despilfarro en gastos publicitarios, la nulidad de sus propuestas y la bajeza de sus contiendas. Y, en el entorno, la pobreza generalizada, el desempleo, el miedo.
Dichos sucesos, en este mes singular y florido del año, han sido recibidos en el Occidente del país, en toda la Nación y más allá de las fronteras, con un gran asombro, cuestionamiento y disgusto, y con motivos fuertes para exigir una clara explicación a nuestras Autoridades. Asimismo, se suscitan serias y preocupantes reflexiones en los ámbitos académicos, sociales, empresariales y eclesiales.
Somos una región de fuerte raigambre religiosa. Hubo, antaño, Mártires que dieron muestra de su entereza y convicciones. ¿Será que se han hecho a un lado los principios rectores de la conciencia y mezclamos turbiedades con tal de sacar provecho propio o para otros? ¿Se habrán juntado el hastío de los modelos de Gobierno y la búsqueda de ganancias en un convulso ambiente?
Al presente no pueden presumirse razones válidas a tales desaveniencias. Desde las estructuras políticas se minimizan los hechos; se afirma que todo está bajo control, que se tiene identificados a los culpables… mas todo mundo puede darse cuenta de la obviedad de las declaraciones; mera presunción inútil o falta de seriedad para enfrentar las raíces y causas de estos acontecimientos que ultrajan a toda la Sociedad.
Hay, por supuesto, diferentes análisis desde distintas trincheras; se trae a colación la presión política de grupos descontentos que con una mano hacen pactos y con otra dan la puñalada. Entretanto, ¿qué futuro nos depara así?

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