jueves, 14 de mayo de 2015

Acciones frente a la violencia

…y sigue la mata dando

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Mtro. Jorge Enrique Rocha Quintero

Todavía hace un par de meses, Analistas políticos y Columnistas locales afirmaban que la agenda más importante para las próximas Elecciones sería la Economía y sus efectos negativos. Ante unos bolsillos cada vez más castigados por las érroneas estrategias económicas del Gobierno Federal, muchos suponían que éste sería el tema definitorio sobre el cual las personas harían su discernimiento electoral. Es más, se comentaba que sólo en Entidades como Tamaulipas, Guerrero o Michoacán la preocupación por la inseguridad pública era la agenda fundamental y pertinente, pero que en el resto del país había pasado a segundo término.
Los últimos acontecimientos en nuestro Estado, empero, volvieron a despertar una gran preocupación sobre la situación de inseguridad pública. El asesinato de 20 Policías en diversos acontecimientos; la aparición de mensajes de la delincuencia organizada en varios puntos de la ciudad; las amenazas en contra de la Académica Rossana Reguillo, del ITESO, y de la Periodista Jade Ramírez, de Radio Universidad de Guadalajara, son algunos de los hechos que preocupan e indignan a buena parte de la ciudadanía. Si bien es cierto que hay indicadores que muestran que ciertos delitos comunes han bajado, estos hechos de alto impacto están haciendo que este tópico vuelva al primer plano.
Las emboscadas a Fuerzas de Seguridad ocurridas en Ocotlán y en San Sebastián del Oeste, hicieron redoblar el temor ciudadano. Pero la estupefacción, la indignación, la sospecha y la zozobra derramaron el vaso por lo acaecido, apenas el primer día de este mes, en plena Zona Metropolitana de Guadalajara y en más de 20 Municipios jaliscienses a través de incendios de automóviles, autobuses, gasolineras y sucursales bancarias, así como el inusitado derribamiento de un helicóptero del Ejército.
La agenda de inseguridad en el país sigue siendo un asunto pendiente y urgente, ya que es un derecho fundamental, y su vigencia permite el cumplimiento de otros Derechos Humanos. Y, sobre este problema, propongo que hagamos cuatro reflexiones:
La primera es que tendremos que exigir, a las Autoridades competentes, acciones contundentes y eficaces (no mediáticas ni de relumbrón) para atajar, de una vez por todas, este asunto. Entre tales iniciativas, podemos destacar: a) que presenten un diagnóstico claro, amplio y analítico de la situación de inseguridad que priva en la Entidad; b) que nos muestren las grandes líneas de la estrategia y las políticas públicas que diseñarán o ya están en marcha para enfrentar este grave problema, no basadas sólo en la confrontación directa, sino en todo lo que está alrededor de la delincuencia organizada; c) que permitan que los ciudadanos revisemos y evaluemos periódicamente las acciones y estrategias que se emprendieron y los resultados obtenidos, con el propósito de enmendar el camino si las cosas no resultan como se estipuló en los objetivos, y pedir cuentas a los Funcionarios que están fallando en su desempeño.
La segunda reflexión es que no podemos permitir, como suele suceder con bastante frecuencia, que, en aras de proteger el derecho a la seguridad, empiecen a violarse otros Derechos Humanos como el Libre Tránsito, la Libre Asociación, la Libertad de Expresión, la Transparencia, entre otros. En Gobiernos con talante autoritario y con pocas capacidades de inteligencia policial, es común conculcar derechos so pretexto de mantener la paz pública. No podemos dejar que las voces autoritarias ganen terreno en este campo, ni que terminemos atrapados entre dos lógicas de violencia.
La tercera reflexión es no dejar que el miedo nos controle y caigamos en la tentación del aislamiento y de la falta de participación. Sería muy preocupante, por ejemplo, que por causa de un clima de inseguridad generalizado, las Elecciones próximas no fueran concurridas por la ciudadanía, o que empecemos a dudar de todo y de todos, pensando que cualquier persona puede hacernos daño a nosotros o a nuestras familias. El miedo inmoviliza, no permite pensar y es una de las principales causas del rompimiento del tejido social. Tres de los efectos más nocivos de una Sociedad con miedo es el confinamiento generalizado, la desconfianza hacia todo y a todos, y la falta de participación ciudadana. Sin duda, la mejor forma de manipular y de controlar a una Sociedad es mantenerla con miedo.
La cuarta reflexión se refiere a lo que nos toca hacer a nosotros como ciudadanos; por ejemplo empezar a generar estrategias de cuidado mutuo entre nuestros vecinos, amigos y familiares (reestableciendo las redes de confianza); evitar las expresiones y las apologías de la violencia a las que continuamente estamos expuestos; exigir a las Autoridades educativas la implementación de cursos y materias que trabajen los temas de paz y respeto de los Derechos Humanos; incorporarnos y participar en espacios para desarrollar el espíritu comunitario y de solidaridad; tomar el rol de audiencias críticas para exigir a los grandes Medios de Comunicación que informen de lo que realmente está pasando, pero, a la vez, que promuevan en sus programaciones la cultura de la paz y del respeto de los Derechos Humanos. Y, finalmente, demandar que se respete el derecho a defender los Derechos Humanos. Definitivamente, no podemos cerrar los ojos ante esta situación.

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