jueves, 7 de mayo de 2015

100 años de Catequesis en la Arquidiócesis de Guadalajara (Segunda parte)

Es bueno saber antecedentes

Catecismo

Pbro. Armando González Escoto

La pacificación nacional lograda por el Presidente Porfirio Díaz Mori favoreció la reconstrucción del país en muchos renglones, incluido el aspecto pastoral. En la Iglesia de Guadalajara, se apostó particularmente a la Educación con la fundación de numerosas Escuelas Parroquiales, en las que, además de una Educación de calidad, se ofrecía Formación cristiana. Esta iniciativa se vio muy favorecida por la Sociedad, y contó con el apoyo de diversas Congregaciones Religiosas de reciente fundación; pero, sobre todo, involucró a los Párrocos, quienes tenían como prenda de orgullo el haber fundado una o varias Escuelas Parroquiales.
La importancia de estos planteles, para el proceso de Evangelización y Catequesis, habría de redituar abundantes resultados, como se observó en los siguientes años. No obstante, es evidente que la mayor parte de los niños asistía a las Escuelas Públicas u Oficiales, donde se había dejado de impartir instrucción religiosa, pese a la oposición que en su momento mostró el Presidente Benito Juárez García.
Esta realidad fue el motor que impulsó la reorganización de la Catequesis, cuyo Primer Centenario estamos conmemorando.

Con reforzados bríos y nuevas miras
En efecto, a partir de 1915, ya bajo el gobierno pastoral del quinto Arzobispo Metropolitano, D. Francisco Orozco y Jiménez, comenzó una nueva Era de la Catequesis, particularmente la Infantil que, superada la grave crisis provocada por la Persecución Religiosa de 1914 a 1929, desembocó en el fortalecimiento del Oficio Catequístico Diocesano, apoyado por la instauración, en todas las Parroquias, de la Asociación de la Doctrina Cristiana.
Dicha Institución debía resolver varios asuntos fundamentales: atraer a los niños a la Catequesis; persuadir a los padres de familia de la importancia de esta obra; preparar pedagógicamente a los Catequistas; identificar los Manuales o Catecismos que apoyaran esta acción; ubicar los espacios para el desarrollo de la Catequesis; definir las formas de evaluación de niños y Profesores; establecer los tiempos, incluyendo los famosos Cursos de Verano; promover el hábito de informar, Parroquia por Parroquia, sobre estadísticas y resultados, etcétera.
El texto elegido para la Catequesis fue el del Padre Jerónimo Ripalda, seguramente uno de los Manuales de aprendizaje más exitosos en el plano de la nemotecnia, y exitoso también en la construcción de estructuras mentales que fijaban los principios y las actitudes en que debía luego apoyarse la conducta. De esta forma, se aprovechaba la edad en la que con mayor facilidad los niños aprenden y retienen, dejando el proceso de la comprensión y la asimilación para etapas posteriores. El Catecismo de Ripalda produjo una comunidad católica cuyas creencias doctrinales y principios morales estaban bastante claros, se retenían hasta el fin de la vida, y servían de faros orientadores a la hora de tomar decisiones.

De amplia dimensión
El Oficio Catequístico ideó, igualmente, la forma de desarrollar una Catequesis Familiar a domicilio, la llamada “Campaña de Catecismo en los Hogares”, que se realizaba por medio de la distribución de hojas, casa por casa.
Para atraer a los niños, se repartían boletos de asistencia, mismos que, llegado el tiempo de Navidad, podían canjearse por juguetes, ropa u otros obsequios, según la cantidad de boletos que se tuvieran.
Adicionalmente al trabajo de Catequesis que realizaba de algún modo cada familia, y a la Catequesis oficial de la Diócesis, coexistía un numeroso grupo no organizado ni institucionalizado de Catequistas, por así decir, libres; esto es, señoras y señoritas que casi en todas las Parroquias y poblaciones preparaban pequeños para la Primera Comunión, siguiendo los textos comunes, y recibiendo alguna retribución económica, aunque buena parte lo hacía gratuitamente. De cualquier modo, y a pesar de los buenos resultados, los informes que las Parroquias enviaban al Oficio Catequístico Diocesano daban noticia de un fenómeno que hasta la fecha persiste y crece: el número siempre mayor de niños que no asisten a la Catequesis.
Por cierto, este estilo formativo cristiano se mantuvo con los resultados señalados hasta la aplicación del Concilio Vaticano II en nuestra Diócesis, mismo que modificará tanto las Instituciones como los métodos y formas, de proseguir esta obra.

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