jueves, 7 de mayo de 2015

Jesús, nuestro mejor amigo

Juan López Vergara

El Santo Evangelio que la Madre Iglesia ofrece en la Mesa de la Eucaristía, desarrolla el tema de la comunión de los discípulos con el Señor, y califica a la comunidad como el círculo de los amigos de Jesús, unidos por la Fe y el Amor (Jn 15, 9-17).

La alegría, fruto del
encuentro con el Resucitado

El Evangelista Juan destaca la alegría que Jesús desea comunicar a sus discípulos a través de su Palabra: “Como el Padre me ama, así los amo Yo. Permanezcan en mi Amor. Si cumplen mis Mandamientos, permanecen en mi Amor; lo mismo que Yo cumplo los Mandamientos de mi Padre y permanezco en su Amor. Les he dicho esto para que mi alegría esté en ustedes y su alegría sea plena” (vv. 9-11). Es el gran gozo mesiánico, el del Hijo de Dios, que colma de sentido la vida. Esta alegría infinita tiene carácter pascual, es consecuencia del encuentro con Jesús Resucitado, siempre presente. Cuando el Señor les mostró sus manos y el costado, sus discípulos se alegraron de verlo (véase Jn 20, 20).

El Amor: don y misión
El Mandamiento del Amor deriva del conocimiento de Cristo: “Éste es mi Mandamiento: que se amen los unos a los otros como Yo os he amado” (v. 12). Este Amor es de carácter misionero y testimonial. Los discípulos, por su amor mutuo, siguen el ejemplo de Jesús. El Amor se nos revela, así, como ‘don’, en la entrega de Cristo. Y como ‘Misión’, en el amor que debemos practicar.

El Padre es el origen de todo
Al Mandamiento del Amor, Jesús lo esclarece con un ejemplo: “Nadie tiene amor más grande a sus amigos, que el que da la vida por ellos. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que Yo les mando. Ya no son siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo; a ustedes los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre” (vv. 13-15). La Muerte de Jesús queda definida como el acto supremo del Amor: “Los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1). Gracias a Jesús, participamos de la revelación de Dios. El signo de su amistad es el compartirnos sus más íntimas confidencias.
El Padre es el origen de todo: “Como el Padre me ama, así los amo Yo” (v. 9), y a la asistencia del Padre debe la Misión sus resultados, “de modo que el Padre les conceda cuanto le piden en mi nombre” (v. 16). Como amigos de Jesús, ingresamos en su ámbito vital, y con su ejemplo nos enseña que la esencia del Amor radica en comprometerse con los demás: “Esto es lo que les mando: que se amen los unos a los otros” (v. 17).
En los Libros Sapienciales se nos revela que “el amigo fiel es un apoyo seguro; quien lo encuentra, ha encontrado un tesoro” (Si 6, 14), y nosotros creemos en Jesús, y le agradecemos por querer ser nuestro mejor amigo.

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