viernes, 29 de mayo de 2015

Para darse un chapuzón

Arroyito EPA

Daniel León Cueva

Tal vez no remolque pececillos. Ni siquiera sanguijuelas. Así se mira de límpido y cristalino este arroyuelo que serpentea en las profundidades de Plan de Barrancas.
A su paso, sin prisas ni pausas, seguramente corre a desembocar en algún riachuelo más anchuroso, más caudaloso, según establece la Madre Naturaleza en materia de cauces, afluentes, aguas tributarias. Finalmente, como decía el Poeta, “todos los ríos van a dar a la mar”.
En este tramo, sus aguas humedecen tierras que la Geografía Política registra como jaliscienses, aunque escasos kilómetros al frente, sin previas aduanas ni pasaportes, ya riega terrenos nayaritas.
La gente de la Región está feliz con esta corriente de agua zarca, que no cesa ni en estos tiempos de abrasadores calores. Al contrario, aunque parece bullir y escapar hacia su destino, apenas detrasito viene la que escancia las ávidas gargantas; la que refresca el ambiente de modo permanente; la que trasmina el suelo para que reverberen pastos, árboles y plantas; la que nutre a sembradíos, ganado y el resto de animales; la que, más delantito, forma acogedora charca para endosar ahí el bochorno.
¡Benditos lugares, tan lejos de la Ciudad, que también tuvo y perdió su vericueto de arroyos!

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