jueves, 7 de mayo de 2015

El Sexto Plan no admite ya dilaciones

A paso redoblado

Vicaría Diocesana de Pastoral

¿Qué piensan los del Equipo Base de la Vicaría? ¿Que todo marcha bien, que no’más estamos para eso? ¿Que vamos a depender de sus titubeos y búsquedas? ¿Que estamos esperando que tomen acuerdos para atender las emergencias inaplazables que plantea el trabajo pastoral en cada lugar?
“Sólo el que carga el costal sabe lo que lleva dentro”. Y cada Agente-Sacerdote hemos recibido una encomienda delicada y tenemos que cumplir y responder a ese encargo. Como que no hay tiempo para esos añadidos… Quizá esto refleje la situación y actitud de algunos.

Preámbulos muy claros
Pero no hemos de olvidar el origen inmediato de este Proceso. Nuestro Arzobispo Metropolitano, el Cardenal José Francisco Robles Ortega, desde sus primeros encuentros, o incluso como fruto de ellos, planteó la necesidad de un Objetivo y de Líneas Comunes de Acción.
Ante esta urgencia, la Vicaría de Pastoral delineaba un Curso de Acción que señalaba como punto de partida eso, precisamente: que no contábamos con un Objetivo claro y común; que no teníamos unas Líneas Comunes de Acción. Por lo tanto, de ahí arrancaba un Proceso, a desarrollarse en un tiempo determinado para lograr tal propuesta.
Y eso es lo que se ha pretendido hacer. Así que este flamante Libro del VI Plan (dado a conocer al Presbiterio el pasado Jueves Santo) no resulta extraño ni tan lejano ni tan superfluo, sino todo lo contrario. Es asunto nuestro, del trabajo pastoral y, por lo mismo, nos compete. No es una Norma; viene a ser, más bien, un diálogo continuado, coloquio o parlamento de lo que estamos haciendo y viviendo.
A fin de cuentas, podemos decir que todo esto significa un logro; no una llegada, pero sí un hito y señal en el camino.

Se hace camino al andar
Está claro, entonces, que de ahí a que ya terminamos, que ya hemos de estar satisfechos, que ya no hay otra cosa… pues no. Nuestro Pastor Diocesano bien lo señala al presentar y promulgar el Libro del VI Plan de Pastoral: “Para que anime y vincule todo esfuerzo y trabajo evangelizador. Quiere ser nuestra respuesta de Fe, nuestro compromiso de conversión personal y pastoral, testimonio de nuestra Esperanza y de credibilidad frente a nuestra Sociedad”.
También el Arzobispo marca las cualidades y carencias del mismo Libro. “Es perfectible, criticable”, afirma. Pero, ante ello, resalta su virtud fundamental, de ser algo propio, de todos y para todos.
Ello significa, pues, que este esfuerzo no debe ser desairado por los Agentes de Pastoral de ésta, nuestra Iglesia particular (Laicos, Consagrados y Presbíteros). El Libro se convierte en un instrumento y un medio para integrarnos más, para involucrarnos, para asumir juntos la tarea de la Nueva Evangelización al Servicio del Reino.
No está por demás insistir en que debemos adquirir, leer, digerir, compartir y comentar el Libro, que es de y para todos nosotros, como producto de un serio y bien intencionado trabajo eclesial.

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