jueves, 14 de mayo de 2015

Docete (del Latín: “Enseñad”)

Al Maestro, con Cariño

Deja que de tu labio
brote la transparente realidad
que te embarga.
No ocultes tu tesoro como hace el avaro;
más bien, con generoso tesón, con dulce ahínco,
desentiérralo y dalo.

Dalo a todas las gentes,
alarga a todo el mundo el bendito presagio.
No te pongas a ver a quién entregas,
si es niño, si es mancebo, si es anciano.

Lo mismo da… que brote
la transparente realidad, la diáfana
ventura, fiel y amorosamente de tus labios.

Y verás que, a tu luz, surgen auroras,
alegría, ensoñación, gracia y encanto;
que a tu lumbre se encienden mil hogueras,
elevación de espíritus que lanzarán al cielo sus penachos;
que a tu verbo, cual semilla fecunda,
grávidamente exultarán los campos…

Y cuando llegue el día
en que tu Real Señor corte tus pasos,
y te exija la cuenta
del tesoro inmortal que hundió en tu barro,
sencillamente e ingenuamente
podrá, con gozo, responder tu labio:
dejaste en mí un Tesoro, Señor, a Ti lo vuelvo.
Pero, mira… ¡se ha multiplicado!

Canónigo José Luis Santiago

Foto maestro

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