jueves, 21 de mayo de 2015

Cardenal Posadas, de feliz memoria

El Caso Posadas Ocampo, a 22 años del crimen
México: la violencia que previó el Cardenal Posadas

Lic. Fernando Antonio Guzmán Pérez Peláez
Presidente de la Fundación
Palomar y Vizcarra

Hace ya 22 años, el 24 de mayo de 1993 a las 3.45 de la tarde, asesinaron de 14 tiros al Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, Arzobispo de Guadalajara. Los gatilleros se acercaron a menos de un metro de distancia al auto del que ya descendía el purpurado. Fue, como se dice, a “bocajarro”. El prestigiado Médico Forense Mario Rivas Souza, quien revisó el cuerpo de Don Juan Jesús, señaló que había rastro de pólvora en el mentón del Prelado, y echó así por tierra la prematura e inverosímil hipótesis oficial de un fuego cruzado: “Fue directísimo”, sentenció. Después, lo mandarían “de vacaciones” y le pedirían no hacer más declaraciones, pero su profesionalismo y valor civil le han ganado un lugar en la Historia.

Del fuego cruzado, a la confusión
La teoría de la confusión, sostenida por Jorge Carpizo, Procurador General de la República, planteaba que en el Aeropuerto se enfrentaron las bandas del “Chapo” Guzmán y de los hermanos Arellano Félix, mientras el Cardenal Posadas se encontraba en el momento y en el lugar equivocados.
La hipótesis oficial del fuego cruzado, que resultaba insostenible e increíble, cambió luego a la de una confusión de personas entre el “Chapo” y el Arzobispo, lo cual también resultaba ridículo, ante la evidencia de que Don Juan Jesús era mucho mayor que el “Chapo”, mucho más alto y corpulento, y llevaba su alzacuello y la Cruz pectoral.
Los Arellano negaron siempre la versión que los imputaba, tanto extraoficialmente como en declaraciones ante el Ministerio Público Federal cuando fueron detenidos. Incluso Benjamín declaró, en la Prisión de Almoloya, el Viernes de Dolores de 2011, que él reclamó a Rodolfo León Aragón, quien era Jefe de la Policía Judicial Federal, cuando acribillaron al Cardenal Posadas, “por qué los culpaban, si la Policía sabía que no habían sido ellos”, a lo que León Aragón contestó: “Ya lo sé; no fueron ustedes, fuimos nosotros”.
El Ministerio Público preguntó a Benjamín Arellano si había otras personas presentes en esa plática y contestó que sí, pero que se reservaba los nombres para el momento en que pudiera carearse con León ante el Ministerio Público, pero ese momento nunca llegó, pues pasaron la Semana Santa y la de Pascua de 2011, y el lunes siguiente fue extraditado a Estados Unidos, apenas 15 días después de su declaración.

Una confusión armada
El General Gutiérrez Rebollo, quien era Jefe de la Quinta Región Militar con Sede en Jalisco cuando el asesinato del Cardenal, declaró ante el Ministerio Público Federal, en Almoloya, entre otras cosas que, para resolver el asunto, la investigación debería descubrir quién había convocado al grupo de los Arellano Félix en el Aeropuerto y quién también al “Chapo” Guzmán para preparar la famosa “confusión” en que fue ejecutado Posadas Ocampo.
De acuerdo a las aseveraciones de Benjamín Arellano, ése pudo ser Rodolfo León. Obran en el expediente del caso las bitácoras de los vuelos de ese 24 de mayo de 1993, en las que consta el arribo de un vuelo oficial con gente de la PGR proveniente de la Ciudad de México que llegó a Guadalajara una hora antes del crimen y regresó a la Capital 30 minutos antes de los hechos, para nuevamente regresar por la tarde a Guadalajara, y entonces investigar el magnicidio.
La declaración de Benjamín Arellano es de las últimas actuaciones en el expediente que, aunque no ha sido archivado formalmente, quedará seguramente para la Historia por la falta de voluntad política para llegar a desvelar la verdad. A 22 años de distancia, el crimen del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo sigue siendo un monumento a la impunidad, sin que haya algún responsable sentenciado en forma definitiva por el mismo.

La violencia que previó el Cardenal Posadas
Mientras tanto, México vive hoy una violencia criminal desbordada, como nunca se había visto en su Historia -desde los tiempos de la Revolución Mexicana-, en la que habría que reflexionar sobre sus causas y circunstancias, respecto de lo cual el crimen del Cardenal Juan Jesús Posadas podría arrojar luces.
Así lo revela la declaración de Ignacio Flores, amigo de la infancia del Cardenal Posadas. Este mismo le confió, apenas 18 días antes de ser asesinado, que denunció en una reunión en Los Pinos “la protección que se daba desde las altas esferas del Poder Político a los cárteles de las drogas, la prostitución y otras cosas”, lo que le valió ser expulsado con violencia de esa reunión por parte de José Córdoba Montoya, hombre fuerte del Presidente Carlos Salinas de Gortari, siendo ejecutado pocos días después. La Historia Nacional, sin duda, habría sido distinta, de haberse atendido la denuncia que con testimonio profético hizo el Pastor de la Arquidiócesis de Guadalajara. Hoy, sin embargo, se siembran la muerte y el terror a lo largo y ancho de la Patria.

Mons. Óscar Romero y el Cardenal Posadas
Hoy recordamos y valoramos la Beatificación del Arzobispo de San Salvador, Óscar Arnulfo Romero Galdámez, quien derramó su sangre como testigo de la Fe hace 35 años, el 24 de marzo de 1980, acribillado por un gatillero francotirador mientras oficiaba Misa en la Capilla del Hospital de La Divina Providencia. Todavía a la fecha, como en el Caso Posadas, permanecen sin identificación ni castigo los culpables.
El Caso del Arzobispo Romero guarda semejanza con el Caso Posadas, y en la Iglesia Basílica de San Bartolomé, en la Isola Tibertina en Roma, de la Comunidad de San Egidio, que custodia las reliquias de Mártires del Siglo XX por disposición del Papa Juan Pablo II, en la Capilla de los Mártires de América se encuentra el Misal y la estola del Arzobispo Romero, así como el báculo del Cardenal Posadas.

Cartón Aniversario Posadas

Remembranzas
Recuerdo de un Pastor sencillo y generoso

Durante los seis años que el Arzobispo Juan Jesús Posadas Ocampo estuvo al frente de la Arquidiócesis tapatía, tuvo la oportunidad de convivir con su Clero, con el que fue cercano. Algunos Eclesiásticos nos hablaron sobre los gratos momentos que vivieron con él.

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Dulce Natalia Romero Cruz

En entrevista para Semanario, Monseñor Ramiro Vázquez Sáinz, Párroco de Nuestra Señora del Rosario o Templo del “Padre Galván”, quien fue Secretario Canciller del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, Arzobispo de Guadalajara de 1987 a 1993, afirmó que estuvo muy cerca de él hasta el día de su asesinato, el 24 de mayo de 1993.
Mons. Ramiro aseguró que el contacto con él fue desde su llegada, pues por los cambios que hubo, a él le ofrecieron la Secretaría (el Padre Juan Sandoval Íñiguez, Rector del Seminario Diocesano, fue nombrado Obispo de Ciudad Juárez; el Padre José Guadalupe Martín Rábago, Secretario Canciller, pasó a ser el Rector del Seminario, y el Padre Ramiro reemplazó a éste).
“Como el señor Juan Jesús Posadas venía de fuera, no conocía mucho la Ciudad ni el Clero, por lo que, además de ser su Secretario, fui quien lo acompañó en muchos momentos, más de los que a un Secretario ordinario le correspondían.
“La primera impresión que tuve fue la de un hombre amable. Toda la gente se sentía en confianza ante su presencia porque siempre tenía una gran sonrisa, era atento y servicial. Fue el que comenzó a celebrar Misa a las 18 horas los domingos en la Catedral; la gente se le acercaba y él invertía mucho tiempo en saludarla, tanto a la entrada como a la salida, por lo que siempre estaba llena la Misa”.

Sincera admiración
“La mayoría de los Sacerdotes lo aceptó. No está de más decir que él se esforzó, y su buena memoria lo ayudó a aprenderse sus nombres. Poco a poco también los fue conociendo e hizo lo posible por ser cercano. Al Personal de las Oficinas del Arzobispado también trató de conocerlo por su nombre. Se notaba que cada día se iba sintiendo más a gusto en esta Arquidiócesis”.
Cuando murió el Cardenal Posadas, Mons. Váquez Sáinz decidió escribirle el Libro Así era don Juan Jesús: “Después de la muerte del Arzobispo, hubo mucha gente que quería que les dijera los motivos secretos del acto; sin embargo, esas cosas yo no las sabía, y lo que hice fue poner por escrito lo que conocí de su persona en los seis años que convivimos”.
El señor Cura Vázquez recordó que el día que mataron al Cardenal, previamente se pasó toda la mañana con él, porque tenían pendientes, y al terminar le pidió que lo acompañara al Aeropuerto, pero le contestó que no, porque tenía trabajo, además de que antes le había comentado que iba a ir por el Nuncio Apostólico Girolamo Prigione, pero que no era una visita oficial.
Lo recuerda como un hombre muy trabajador y atento. Nos contó que cuando lo nombraron Cardenal estaban juntos en Roma e iban a viajar a París, pero se enteró de la muerte del Cardenal José Salazar López, su antecesor, y quiso regresar a Guadalajara para presidir su funeral.

Otro amigo
Mons. Óscar Sánchez Barba, Párroco de Santa Margarita María Alacoque, fue uno de los primeros dos Sacerdotes que ordenó y envió a Roma a estudiar el Arzobispo Posadas Ocampo. “Cuando el Arzobispo comenzó a recibir cargos pontificios, después de recibir el nombramiento de Cardenal en el ‘91, le dije que cada que visitara Roma, yo podía llevarlo a conocer la Ciudad, y prácticamente cada que estuvo allá nos veíamos. Él tenía siempre la delicadeza de llamarme antes de viajar para ir a recogerlo al Aeropuerto. Le gustaba ir mucho a Cascia, porque le tenía gran devoción, que le había heredado su madre, a Santa Rita”.

El día del asesinato
Mons. Sánchez Barba comentó que el lunes 24 de mayo de 1993 estaba en el Arzobispado en junta, porque era Juez del Tribunal de Primera Instancia, además de que estaban preparando la primera Fiesta de los Beatos

Mártires Mexicanos, que iba a ser el 25 de mayo.
“El Obispo Adolfo Hernández Hurtado me dijo que le diera al Cardenal un Libro de la Ceremonia de los Mártires; subí a las Oficinas del Tribunal y no encontré dicho subsidio. Después de buscarlo, la Secretaria me dijo que ella tenía uno y bajé casi corriendo, pero ya no alcancé al Cardenal; me dejó. Casi siempre lo acompañaba cuando iba con el Nuncio. Se puede decir que me salvé; no me tocaba ese día.
“Regresé a mi Parroquia, y como a las 4 p.m. me comentaron que habían matado al señor Cardenal. Supe que lo habían llevado a la Cruz Roja, que está cerca de mi comunidad parroquial. Llegué y, por supuesto, no dejaban entrar a nadie; estaba todo acordonado, pero uno de los soldados me reconoció y me dejó pasar. Entré cuando el señor todavía tenía calientita la cabeza; estaba también ahí el Padre Capellán y el Nuncio. Después llegó el Doctor Mario Rivas Souza y pidió que todos salieran; nosotros nos quedamos. Comenzó a explicar que había sido a quemarropa, pero le preguntamos si no era muy pronto para decir algo así, y me pidió que le tocara la piocha al Cardenal y me dijo que lo que me había quedado en el dedo era pólvora; un signo de que le habían disparado a menos de uno y medio metros”. En total, le dieron 14 balazos: 13 en el pecho y uno en la pierna.
“Después de que lo embalsamaron con el proceso rápido, porque hay uno más cuidadoso, dijeron que lo iban a vestir como Presbítero, pero yo les comenté que él era un Príncipe de la Iglesia y le pedí a la Madre Felisa (su ama de llaves) que trajera el mejor de sus trajes de Cardenal. Para mí, fueron momentos tremendos que me tocó vivir. Ya que estuvo listo, lo subieron a una ambulancia y pedimos que tuviera sonido para poder ir rezando el Rosario en el camino, y así nos fuimos hasta la Catedral”.

Números
Como Obispo de Tijuana, Don Juan Jesús Posadas Ocampo ordenó a 25 Presbíteros (tres de ellos son actualmente Obispos). Siendo Obispo de Cuernavaca, ordenó solamente a 3 Sacerdotes. Ya Arzobispo de Guadalajara, erigió 43 Parroquias; ordenó a 125 Presbíteros y consagró dos Obispos: José Guadalupe Martín Rábago y Javier Navarro Rodríguez. Fue Vicepresidente de la Conferencia Episcopal Mexicana, CEM, y del Consejo Episcopal Latinoamericano, CELAM, y coordinó la extensa Visita del Papa Juan Pablo II a México en 1990. Como Cardenal de la Santa Iglesia, formó parte de la Comisión Pontificia para América Latina y del Pontificio Consejo para la Familia (con información del Pbro. Ramón Orozco Orozco).

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