jueves, 1 de agosto de 2013

Un Sacerdote Catequista y Fundador

Pbro. Juan N. Guzmán Hernández


Sor María Estela Cortés Godínez,

Hermanas Catequistas de Jesús Crucificado


JNGH-Hnas-video[1]Nació en Encarnación de Díaz, Jal., el 16 de mayo de 1894. Fue ordenado Sacerdote el 9 de noviembre de 1919 en Guadalajara. Ese día ofreció a Dios dedicar su sacerdocio a la Catequesis.

La contemplación de Cristo Crucificado, su amor a la Eucaristía y a la Santísima Virgen María lo identificaron con el “Maestro del Calvario”. Fue el fundamento de su celo apostólico y de su amor a la Iglesia.

Su último destino fue el Santuario del Señor de la Misericordia, en Tepatitlán. Falleció en Guadalajara el 18 de marzo de 1963.

Al celebrar el 50º Aniversario de su Pascua Eterna, queremos compartir con los lectores de Semanario algunos rasgos de la vida pastoral de nuestro Padre Fundador, quien fuera un Sacerdote ¡Catequista de corazón!

El Padre Juan Guzmán fue un hombre de Dios, Sacerdote recto y humilde del Clero diocesano y buen confesor. Él decía: “Tenemos que ir formando un mundo nuevo. Nacimos para algo mucho muy superior; para salvarnos y salvar muchas otras almas. Que vean cómo Cristo no midió los sacrificios, sino que fue hasta lo inaudito de la Cruz por nuestro amor”.

Su ministerio Sacerdotal lo ejerció con extraordinaria obediencia, sencillez, humildad, generosa entrega y abierto a responder audazmente a las necesidades de su tiempo, en Tepati-tlán, Pegueros y Ayotlán, impulsando siempre la promoción humana y cristiana con una Evangelización integral.


QUIENES LO CONOCIERON, DICEN DE ÉL…


“Nos decía que la educación cristiana de nuestros hijos se inicia desde que viene el feto; desde esos momentos tiene que entregarse la madre a la oración… Nos enseñó desde a persignarnos, a rezar el Padre Nuestro, el Ave María y el Santo Rosario, como debe ser… comenzó desde todo esto, con la paciencia de un santo” (Lucita Villapando).

“A los adultos, él hacía que tuvieran buenas lecturas… no sólo devotas, sino donde se dieran cuenta de la situación política, económica, y de cómo andaba el mundo” (Hna. Lupita Torres).

“Nunca faltó la presencia del señor Cura Guzmán a la hora de la Catequesis, mostrando con esto su apoyo, su interés, su cariño, su amor y su complacencia al ver la respuesta de las familias al enviar a sus hijos al Catecismo” (Hna. Juanita Ramírez).

“Los niños se sentían atraídos por el fervor y unción de su palabra, por la organización, disciplina y entusiasmo que animaba a aquellos grupos” (Hna. Lupe Gómez).


En Tepatitlán:


“Le encomendé la Catequesis de los niños en los sábados y domingos, y la Asociación de hombres de la Vela del Santísimo Sacramento… Tanto esta Asociación como la del Catecismo de los niños, las dejó bien organizadas y en estado verdaderamente floreciente” (Pbro. Agustín Ramírez).

El Obispo Miguel González Ibarra, siendo Vicario en Tepatitlán, narra que:

“En alguna ocasión en que iba yo de paso a México, fui a saludar al señor Cura Guzmán, por mera curiosidad, y le dije: lo conozco a través de sus obras, porque yo estoy en Tepatitlán y me ha tocado recoger el fruto que usted sembró… Yo tengo varias Catequistas que usted formó, y quisiera que me dijera algunas reglas sobre cómo organizar bien la Catequesis. A lo que él me contestó: Pues… póngase a estudiar y comprométase más, cada vez más… La catequesis es ardua y necesita de todo el tiempo del Sacerdote para dedicarlo a la Catequesis; hágales sentir a las Catequistas que usted ama la Catequesis, para que ellas también puedan amarla”.


FUNDACIÓN MEXICANA


El Padre Juan Guzmán y la Madre María Guadalupe Gallegos Franco recibieron el carisma del amor a Jesús Crucificado, y en octubre de 1950, después de un doloroso e incierto peregrinar buscando la voluntad de Dios, el Arzobispo José Garibi Rivera le preguntó al Padre Juan: “¿Y a qué se dedicarían estas Religiosas?” A lo cual él contestó: “A la Catequesis, señor”.

-“¡Ah!, ¿a la Catequesis? Entonces esa Fundación se hace aquí”-.

Así abrió las puertas a este nuevo don del Espíritu Santo a la Iglesia, con el carisma de: “Ser testigos de Cristo Crucificado por su Vida Consagrada y la Evangelización y Catequesis”, dedicándose a la “preparación de Catequistas seglares que, llenas de celo y preparación pedagógica”, sean colaboradoras en las Parroquias.

La Fundación tuvo su origen el 19 de marzo de 1962, con la Aprobación Diocesana concedida por el Arzobispo y ya Cardenal José Garibi Rivera, en tanto que el 26 de abril de 1974, Su Santidad Paulo VI otorgó la Aprobación Pontificia.


¡MI FUERZA, CRISTO CRUCIFICADO!


Actualmente, las Hermanas Catequistas de Jesús Crucificado tratamos de vivir el ideal de nuestros Fundadores para llevar al mundo el Mensaje liberador del Evangelio, sembrando semillas de vida y esperanza en una cultura de muerte, comprometiéndonos en la Misión Evangelizadora de la Iglesia en el campo de la Catequesis y en la Misión Ad gentes.

El reto es actualizar nuestro carisma en la realidad que nos ha tocado vivir en el mundo contemporáneo, en los diferentes países en donde estamos presentes, siendo testigos de Cristo Crucificado con la vida y la palabra en la vivencia de nuestro Lema: ¡MI FUERZA, CRISTO CRUCIFICADO!


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