jueves, 29 de agosto de 2013

La gente tiene la palabra

Luis Sandoval Godoy


PERS0237-2151- A ver a qué chivo le da tos
No, mejor no. ¿Cómo se vería un chivo con tos? Y falta que le llegue también el catarro y hasta unos escandalosos estornudos, y el pobre sin pañuelo.

Claro, se trata de un decir de la gente, cuando reclama y se enfrenta a algún impertinente, un ocioso y atrevido buscapleitos que anda armando bulla.

Esa es la manera de decirle a aquel tal, que se esté sosiego, o como le dijo Cervantes al otro, “tate, tate, folloncico”; no sea que te resulte aquí una tos.

No es cuestión de echar pleito ni de lastimar a quien no amerita siquiera el “follón” duro, sino que se queda en la medida atenuada del “folloncico”.


152- Arrastrando la cobija…
Álgame Dios, en las que se ve uno en los andares de la vida: salir y ver por media calle al pobre de Timoteo que da un paso, otro, y parece que se desploma.

La vida lleva a esos extremos humillantes: tiempos de arrogancia, de fuerza, energía, y luego pasos que pesan con el fardo de aquel cansancio del fin.

Así en la estampa amarga de Timoteo, de Pedro, Juan y Francisco, que han cumplido la jornada y apenas saben de sí mismos, aunque arrastren la cobija.

Andan llegando al último bordo del tiempo, van a entregar sus días y ya no saben, ni buscan ni quieren sino el abrazo de Dios, dejando la cobija a media calle.



Y lo que ha de entenderse en este decir de la gente es que vamos por aquí y por allá cumpliendo nuestros antojos, tratando de satisfacer nuestros gustos.



153- Al enfermo, lo que pida

Y lo que ha de entenderse en este decir de la gente es que vamos por aquí y por allá cumpliendo nuestros antojos, tratando de satisfacer nuestros gustos.

Somos ese tipo de enfermo que trata de que los demás lo atiendan, lo vean, lo consientan, le regalen un cumplido, le brinden aunque sea una sonrisa.

Estamos atados socialmente a nuestra familia, un hogar, los vecinos, el pueblo; pero nos gusta ser el centro; que se hable bien de nosotros, que nos mimen.

Los Psicólogos quieren que el ser humano se vea rodeado del afecto, del calor humano, como el clima propicio para el mejor desarrollo de la persona.


154- Ahueca el ala

Estábamos todos los del grupo haciendo planes para la fiesta en que queríamos despedir el año escolar, y que nos hiciera recordarla por toda la vida.

Pero teníamos que preparar las cosas con cierta discreción, y había allí una persona extraña que podría ir propalando lo que queríamos guardar con reserva.

¿Y cómo decirle que su presencia nos incomodaba, cómo invitarla a que nos dejara disponer en lo privado aquello que preparábamos con tanto entusiasmo?

Y el Toño tuvo la ocurrencia: mira, Joaquín, mira cómo la paloma aquella ahueca el ala antes de emprender el vuelo. ¿Qué tal si hoy quieres tú imitarla?


155- Andarla, que no se “tuiga”

Antes habría que preguntar a los expertos del lenguaje si el subjuntivo del verbo tullir o tullirse tiene que ser “tulla” o “tuiga”, como lo decimos en familia.

Luego, decir que en pasos y pasitos temblorosos y torpes empezó el niño la gran jornada que se inicia con la vida y acaba al fin con el cansado paso del anciano.

Y de este modo, entender que la naturaleza humana pide que mantengamos el ritmo, que continuemos en el ejercicio de caminar, hasta que demos el último paso.

No hacerlo hoy, podría hacerlo difícil mañana y mucho más difícil pasado mañana, y tanto, que podríamos quedar hechos bola, o sea, acaso, tullidos.


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