¿Exclusivo de cúpulas?
Lic. José de Jesús Vázquez Hernández
El denominado Pacto por México no debe ser sólo de la incumbencia de las Autoridades Federales y de los dirigentes de los Partidos Políticos más representativos, sino de todo el pueblo, de todos los ciudadanos que vivimos en este país, quienes deberíamos involucrarnos en él, pues lo que pase a su alrededor o como consecuencia suya, nos afectará para bien o para mal.
Aprovechando el concierto, y de alguna manera el consentimiento de los representantes políticos, ahora giran alrededor de ese Pacto temas de profundo interés, como son las reformas planteadas, que según dicen quienes las tratan de implantar, nos traerán beneficios, crearán empleos bien pagados y bajarán los insumos de gasolina y luz eléctrica.
Argumentos, argucias y realidades
En el caso de la Reforma Energética, afirman que no se trata de una privatización, sino de una apertura de Pemex al capital privado mediante contratos de producción o de utilidad compartida, tal como lo planteó el Presidente Lázaro Cárdenas del Río en su momento, aunque, al parecer, la iniciativa se inclina por los contratos de utilidad compartida, mediante los cuales el Gobierno recibe el petróleo, éste lo vende y le da a la empresa productora una parte de la utilidad adquirida, lo cual difiere de los contratos de producción compartida, en los que el pago a la empresa se hace con petróleo. Mas, sea como fuere, seguramente en algo habrá qué ceder, pero lo más importante es que una empresa como Pemex sea más transparente y generadora de bienes para el país, y no sólo para unos cuantos privilegiados que tienen acceso a sus beneficios.
Aquí, cuando uno circula por los diferentes puntos de la ciudad o lugares del Estado o de la República, lo único que se observa es el logotipo de Pemex, una empresa monopólica que abastece los insumos energéticos primarios, como lo es el petróleo, que ya transformado en gasolina, diesel y lo que de ello se deriva, nos es proporcionado para la generación de recursos, a un precio impuesto por esa empresa sin competencia.
Contrario a lo que se observa en México, al circular por las cómodas y seguras carreteras del país vecino del Norte, las gasolineras se publicitan con el debido tiempo por las diversas empresas que les surten de ese producto, previo anuncio de su precio por galón, y una vez que el cliente hace su pago, él mismo se sirve la cantidad solicitada, sin la asistencia de un dependiente, como sucede en nuestro caso.
Y, a propósito, ¿de qué criterio se sirven las Autoridades para permitir la instalación y operación de tantas gasolineras por todas partes? ¿Será deveras en atención al desmedido e incontrolado crecimiento del parque vehicular? ¿O es una predicción de que la Reforma Energética va viento en popa y desde ahora se reparten ganancias por adelantado, o por si las dudas?
Por ahora, estas reformas serán puestas a la discusión, y seguramente serán aprobadas con algunas modificaciones, adiciones o enmendaduras, pues con el Pacto por México, trabajando todos hacia un mismo objetivo, el bienestar de la población vendrá adjunto, y seguramente veremos mejores cosas, con menos política de la mala, que sólo promete, y más acción de la buena, que cumple las expectativas, para que aquello que el país produce realmente sea aprovechado, a menor costo, por todos los mexicanos, y así, pronto veamos disminuir la pobreza extrema que permea a millones de compatriotas por la falta de una administración transparente y menos expuesta a la corrupción.
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