Linda Señora, María,
en tu Gloriosa Asunción,
deja decirte un piropo
que sale del corazón.
Te quiero, te quiero mucho…
y tienes mi admiración
porque nos diste a Jesús
en graciosa donación.
Desde el venero de tu alma,
manantial en gestación,
brotó el río de la Vida
que nos trajo la Salvación.
Si Tú no hubieras querido,
negándole a Dios el don
de tu vientre inmaculado,
no habría habido Redención.
Cuando dijiste que Sí,
el Día de La Anunciación,
del enemigo infernal
empezó la perdición.
Por eso subes al Cielo,
en gozosa procesión,
a recibir, de Dios Padre,
merecida premiación.
Gracias, Señora bonita,
Por tu Gloriosa Asunción…
Sé Tú, de nuestras mujeres,
Ejemplo de inspiración.
Como formaste a Jesús,
enséñales la lección…
para que sean, como Tú,
maestras de educación.
Pbro. Cándido Ojeda Robles.
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