jueves, 1 de agosto de 2013

Incansable propagador de la Fe Fray Antonio Margil de Jesús

Daniel León Cueva


Margil1No son pocos los virtuosísimos varones (Obispos, Sacerdotes, Religiosos) que trabajaron de manera tenaz y admirable por expandir el Reino de Dios en estas tierras durante la época de la Colonia. Incluso algunos de ellos han ameritado que se inicie su Causa de Canonización. Lástima que los propósitos han quedado en asomo, en intento, como es el caso de Fray Antonio Margil de Jesús, declarado “Venerable” por el Papa Gregorio XVI el 31 de Julio de 1836.

Nació en Valencia, España, en 1657, y fue ordenado Presbítero a los 25 años en la Orden Franciscana. Solicitó venir a América y fue destinado a Querétaro para preparar Misioneros en favor de los indígenas aún paganos. Estuvo en Chiapas, Yucatán, Tabasco, Guatemala, Costa Rica y Panamá, recorriendo a pie todos esos lugares. Se le nombró Guardián del Convento de Querétaro, y después fundó el Colegio (centro misional) de Guadalupe, Zacatecas.

Desde allí venía a predicar Misiones a Guadalajara y a otros puntos de la Nueva Galicia hasta Durango. En Texas se le recuerda y venera como Evangelizador y Benefactor. De él se dice que “milagrosamente” recorría larguísimos caminos, pues en lapsos breves se hacía presente en lugares muy distantes, calzando solamente humildes sandalias; vistiendo un tosco sayal; comiendo frugalmente. Tal era su celo pastoral, como el de los primeros Apóstoles, sin equipaje, sin lecho ni techo.

A Fray Antonio Margil “le urgía el Amor de Dios”, igual que a San Pablo. Murió santamente en la Ciudad de México el 6 de Agosto de 1726.


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