jueves, 1 de agosto de 2013

DIVORCIO, FALSA SALIDA

El divorcio exprés


Cardenal Juan Sandoval Íñiguez

Arzobispo Emérito de Guadalajara


Un Diario local informaba, hace unas semanas, que un Diputado de la actual Legislatura había propuesto al Pleno del Congreso del Estado de Jalisco adiciones al Código Civil del Estado y al Código de Procedimientos Civiles para establecer en la Ley el llamado “divorcio exprés”, que podría llevarse a cabo a petición de cualquiera de los cónyuges, sin consentimiento de la otra parte y sin alegar motivo alguno; bastaría simplemente decir: “Ya no quiero estar casado”, y el Juez le otorgaría, sin más, el divorcio.


Aberración, y de graves secuelas


Divorcio-expressEsta propuesta es descabellada y sumamente perjudicial no sólo para el matrimonio en cuestión, sino también para la Sociedad, ya que podría acabar con todos los matrimonios y destruir todas las familias, porque no hay cónyuges, por más que se quieran, que en algún momento no discutan, riñan o amenacen con separarse; pero que, una vez pasado el disgusto o mal momento, se reconcilien y sigan adelante viviendo el amor y la fidelidad que se juraron.

La razón que aduce para semejante Ley este Diputado es que ya no hay voluntad, y que cuando ya no hay voluntad el matrimonio se acaba. Es una razón falsa y engañosa, porque la razón del matrimonio no es la voluntad, sino el contrato libre entre dos personas, y en este caso el contrato es de amarse, respetarse y ayudarse durante toda la vida. Ningún contrato puede rescindirse unilateralmente porque alguno de los contratantes simplemente no quiera cumplir; si el contrato es entre dos, entre dos se resuelve. Tal vez se supone que la libertad es el bien máximo y la situación permanente del ser humano, lo cual es falso, porque la libertad es para elegir, y una vez que se elige y se compromete uno en aquello que decidió, se acabó la libertad individual.

De ahí nos preguntamos: ¿Dónde quedan los derechos de los hijos?, toda vez que a ellos, de tomarse en serio esta propuesta, se dañaría enormemente, pues se les dejaría en el desamparo por parte de alguno de los dos progenitores, faltos de cariño de padre o de madre, que da seguridad y estabilidad psicológica y garantiza su cuidado, su alimentación y su educación. Esta Ley podría aumentar el número de niños de la calle, quienes, sin culpa y por falta de educación y oficio, se convertirían en potenciales delincuentes.


Por otra parte: ¿Dónde quedarían los derechos de la madre? Habría más mujeres solas cargando con el peso del hogar y de los hijos, muchas más de las que ya hay, desgraciadamente. Bueno sería que los Jueces, cuando conceden el divorcio, obligasen al que lo pide a mantener a los hijos hasta darles carrera u oficio, y a otorgar, de por vida, una pensión suficiente a la mujer abandonada. Creo que a muchos se les quitarían las ganas de solicitarlo.


Macabros intereses contra la raíz


El matrimonio es la institución más pequeña, pero la más sagrada y la más importante de todas; es la que proporciona los dones fundamentales, honesta y gratuitamente, como son la vida, el amor, el alimento y la educación; es la institución que otorga la cuota de amor y cariño, de la que todo ser humano tiene necesidad para crecer como persona equilibrada y capaz de integrarse armoniosamente en la Sociedad.

La mafia internacional del dinero y del poder, que desde hace más de un siglo viene tramando la implantación de un “Nuevo Orden Mundial”, está empeñada en debilitar y destruir las instituciones que protegen, organizan y dan identidad al hombre, para poder así dominar y arrear a donde ellos quieran a una masa informe e inerme de seres humanos. Estas instituciones son la familia, la Iglesia, sobre todo la Católica, y los Estados nacionales, cada vez más sometidos y condicionados a un poder mundial mediante los préstamos forzados y el consiguiente endeudamiento, y los Tribunales Internacionales, que se arrogan el derecho de legislar y juzgar a los países que van perdiendo soberanía.


Normatividad para el Bien Común


La realización de un matrimonio se lleva meses o años de preparación, y es absurdo, por tanto, que en un momento se la pueda deshacer y que se olvide, sin más, el pacto de amor y fidelidad. Un contrato entre personas libres se respeta, mucho más cuando la materia de ese contrato es el amor, la vida y el destino de la persona.

Los Diputados ganan bien, y tal vez para justificar el sueldo, habrá uno o algunos que presenten Iniciativas de Ley, aunque sean absurdas o dañosas. Además, aunque el Estado sea laico -como no se cansan de decirlo y repetirlo-, debería de tener algún respeto de la mayoría de los ciudadanos católicos, para quienes el matrimonio es una Institución Divina y un vínculo que se disuelve sólo con la muerte. ¿O no?

¡Hay tantos problemas reales que afligen a nuestra Sociedad mexicana y que urge sean remediados por una legislación sabia y actualizada!


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