Los desahuciados de la Sociedad y de la Iglesia
Hay agendas del trabajo de atención a los demás, que no aguantan la dilación ni la poca presencia ni un estilo de mantenimiento y de rutina. Y esto ocurre en muchos sectores de la Sociedad y suele presentarse como un virus doloroso en las instituciones educativas, políticas, y aun en la misma atención pastoral de la Iglesia, con respecto a diversos grupos vulnerables en su existencia, en su conciencia, en sus carencias humanas de salud, economía, respeto, atención, afecto, y que, sin embargo, son institucional y moralmente marginados de una forma discriminatoria hasta el final de su dolorosa existencia.
La lista de los abandonados de hecho, por un sinfín de instituciones públicas, es desconsoladoramente escandalosa y abundante.
¿Quiénes son hoy los principales desahuciados por las instituciones? Es mucha la gente que se siente expulsada de la Sociedad e ignorada en sus esperanzas más legítimas porque las respuestas tardan o nunca llegan.
Cada día crece el número de hombres, mujeres, niños y ancianos olvidados por los Programas de Gobierno, por las instituciones oficiales, y también, por desgracia, relegados al seno de la comunidad de los creyentes.
No obstante, hay también muchos hombres y mujeres que ofrecen respuestas heroicas ante tanta soledad, dolor humano, pobreza o enfermedad. Ante un mundo de echados al olvido, que anhelan algún tipo de ayuda, hay quienes ofrecen respuestas luminosas; pero, con todo, son insuficientes.
A este respecto, la agenda del Arzobispo es preocupante por lo extenso de los temas y las circunstancias presentes… y no me refiero a la “libreta que tiene como agenda” nuestro Pastor, sino a los asuntos medulares que deben de atenderse y que no permiten tardanza ni respuestas a medias; que necesitan acciones colegiadas de los primeramente comprometidos, ya sean Religiosas, Religiosos, Sacerdotes o Laicos.
Nuestro Obispo ha querido, en las cercanías de la fiesta litúrgica del Patrono de los Párrocos, el Santo Cura de Ars, convivir y hablar con quienes tienen a su cargo la cura de almas en esta Arquidiócesis, para que acentúen su preocupación pastoral por los alejados, por los marginados de cada comunidad parroquial.
En el “Día del Párroco”, que se celebra en las cercanías del 4 de agosto, fiesta litúrgica de ese Santo Cura, la convocación ha sido clara y amplia; aunque la respuesta, a un tercio.
Y NO se trata de una obligatoriedad publicitada en altavoces o documentos; ni siquiera de una coacción moral bajo alguna sanción de conciencia; se trata del ejercicio cotidiano de una labor pastoral que demanda consensos y armonía. Se trata de una exhortación urgente para trabajar, como es obligación, por el Reino, y llevar a él a los más relegados y necesitados de ayuda.
Dijo el Cardenal Robles Ortega: “No hay que conformarnos con lo que tenemos; no hay que descuidar a los evangelizados, pero no hay que dejar a la deriva a los alejados… Y es que no basta el entusiasmo de algunos en su trabajo de Evangelización, pues cuando la gente percibe el relegamiento, la competencia agria o la ausencia de ánimo, esa Evangelización se pone en peligro”.
Por ello, la agenda de la Vicaría de Pastoral ha invitado a hacer una glosa del Objetivo Diocesano de Pastoral. Ha hecho una invitación a sumergirse a bucear en aquello que requiere urgentemente la Pastoral de hoy y que apunta, primordialmente, a la necesidad apremiante de acercarse a los más alejados, darles importancia de primer orden a los marginados, atender a los abandonados y ejercer auténtica caridad cristiana hacia los desahuciados de todo tipo.
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