Insigne benefactor de los tapatíos
Aniversario luctuoso del Siervo de Dios, Fray Antonio Alcalde
Pbro. Tomás de Híjar Ornelas
Cronista de la Arquidiócesis de Guadalajara
El miércoles 7 de agosto se cumplieron 221 años de la muerte del máximo bienhechor que ha tenido nuestra Ciudad Capital en su larga historia de casi medio milenio: Fray Antonio Alcalde y Barriga, XXII Obispo de esta Sede Episcopal. Para recordarlo, las Autoridades Civiles organizaron emotivo acto cultural en uno de los patios del antiguo nosocomio edificado por aquel Fraile español para beneficio de la “Humanidad doliente”, y al que acudieron representantes de todos los sectores de Gobierno y universitarios, y como invitado especial, el Párroco del Santuario de Nuestra Señora de Guadalupe, señor Cura José Guadalupe Dueñas Gómez, el cual, a su vez, encabezó las actividades con las que la comunidad a su cargo conmemoró este aniversario: dos Conferencias y una Misa Solemne.
A muchos años de haberse iniciado, cabe preguntarse: ¿Cuál es lo motivo por el que la Causa de Canonización de Fray Antonio Alcalde no haya avanzado?… Pues viene a ser el mayor o el menor interés del Párroco del Santuario, actor de esta Causa. Mas el hoy recientemente nombrado señor Cura Dueñas ha mostrado ese interés, y ya sabe que de su entusiasmo depende que otras personas se sumen a tal intento.
Fray Antonio Alcalde fue un varón que en la ancianidad de su vida, de los 70 a los 90 años, echó a rodar un proyecto, gracias al cual una Ciudad y una Comarca adelantaran en pocos años lo que no habían hecho en doscientos años anteriores. Él, solo, pudo:
• Destrabar el hacinamiento urbano de la ciudad, propiciando su desarrollo armónico hacia el viento Norte, y para ello, creó un Barrio y la primera infraestructura de viviendas populares en el Continente Americano.
• Alentar el establecimiento de la primera “Zona Industrial” de Guadalajara, el Barrio de El Retiro, donde, a instancias suyas, se establecieron obrajes y tenerías a gran escala.
• Quebrantar el monopolio de la única Parroquia de la Ciudad-Sede, El Sagrario, creando otras dos: al Sur, la de San Juan Bautista de Mexicaltzingo; al Norte, la del Santuario de Guadalupe.
• Atender la instrucción elemental de los infantes, de las niñas y de los adolescentes, estableciendo Escuelas de Primeras Letras; un Internado para Infantas; Cátedras en el Seminario Conciliar, y gestionando, ante el Rey de España, la creación de la Universidad de Guadalajara.
• Abrir y dejar fondos para sostener el nosocomio más grande de América, con capacidad para recibir hasta mil enfermos, en una ciudad cuya población ascendía a poco menos de veinte mil moradores
La grandeza de la generosidad y modestia
Todo lo dicho se sintetiza en su epitafio: “Aquí yacen en paz las cenizas de quien fue consigo generoso y con los demás. Con largueza, dispuso para Dios, culto; para los enfermos, medicina; para los niños y niñas, educación; para las doncellas, tutela; para el pueblo, viviendas, y para todos, consuelo eficaz: el venerable Obispo, Ilustrísimo Señor don Fray Antonio Alcalde, quien murió el 7 de agosto de 1792”.
La pobreza evangélica fue su principal virtud, pero no sólo porque la hizo suya hasta las últimas consecuencias, tales como vestir las prendas más toscas y llevar una vida austera y frugal, sino porque, sin reservarse para sí nada fuera de lo indispensable, lo dio todo a manos llenas, evitando cualquier brizna de favoritismo entre su parentela, allegados, y aun su familia religiosa (la Orden de Predicadores o Padres Dominicos).
Para que su memoria se propague, al calor de las actividades organizadas en el Santuario de Guadalupe, se ha lanzado una convocatoria: se trata de integrar el Grupo ‘Amigos de Fray Antonio Alcalde’, que coordinará la Maestra Marta Vallejo. Los interesados en formar parte de él o estén dispuestos a ser invitados a sus actividades culturales que tendrán lugar los días 7 de cada mes, pueden escribir a la siguientes direcciónes:
-frayantonioalcalde@hotmail.com
-amigosdefrayantonioalcalde@gmail.com
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