sábado, 17 de agosto de 2013

Legalizar las drogas, o no

Ni a dilema llega


Thalía Verónica Rangel Sotelo

Pastoral Juvenil de la Arquidiócesis de Guadalajara


Cannafest de invierno-3Este es un planteamiento que, como reflexión y respuesta a las siguientes preguntas, nos remite rápidamente a un No: ¿Cómo alguien va a querer legalizar productos que hacen daño a la gente? ¿Cómo puede ser que un Gobierno quiera legalizar los estupefacientes, cuyos efectos terminan propiciando la comisión de robos, asesinatos, violaciones? ¿Qué sentido tiene permitir una Ley que va a generar más consumo de esas drogas que a todos finalmente nos dañan?

Obviamente, este Articulo no pretende dar un veredicto acerca de esa legalización, pero sí quiere ser una invitación a cavilar sobre cómo, desde nuestra vida y responsabilidad personal, podemos solucionar este problema social, que si al parecer sólo afectaría a las personas que por su voluntad deciden consumir drogas, es una realidad también que para que una persona haya tomado la decisión de consumirlas, quizás se debió a que tuvo que enfrentar una situación difícil, económica, familiar, emocional, etc.

Con todo, debe analizarse si la legalización es una medida ética antes que eficiente, ya que si no es así, de nada servirá que sea eficiente.


La responsabilidad y la libertad

Al hablar de un acto ético hablamos también, entonces, de la libertad y la responsabilidad de cada persona. La libertad no significa “hacer lo que yo quiera con mi cuerpo”, eligiendo, por ejemplo, el drogarme, con el argumento de que, “a fin de cuentas, no lastimo a nadie si me drogo solo en mi habitación”. La libertad implica mucho más que la opción del “Sí o el No”. Es un acto propio de la voluntad humana, que implica la razón y reflexión sobre los pros y los contras de ejercer una acción, así como el análisis de sus causas y consecuencias. Y aunque no deja de ser complicado ponderar los orígenes y los efectos, sin embargo es ahí donde encontramos nuestra responsabilidad.

Al hacernos responsables de nuestros propios actos, nos daremos cuenta de que, por ser seres sociales por naturaleza, de alguna manera nuestras acciones siempre tienen que causar un efecto en las personas que nos rodean. Así que no podemos asegurar que una persona que se droga no cause algún mal a alguien.


¿Qué podemos hacer nosotros?
Ser social por naturaleza, implica más de lo que imaginamos, por más que esto sea un acto del que muchas veces no somos tan conscientes porque se ha vuelto algo común y cotidiano.

Por ejemplo, se da en la escuela con el Bullying; en nuestra familia, cuando somos indiferentes a los problemas de nuestros hermanos o nuestros padres; en el trabajo, cuando somos injustos con el pago de un salario o adoptamos una pésima actitud laboral; en la calle, cuando vemos a una persona necesitada y no le tendemos la mano o le damos consuelo. Así pues, en ti, joven ciudadano, está la decisión de oponerte o no a la legalización de las drogas; pero, antes que eso, en ti también está la responsabilidad y la libertad de influir en la decisión de otras personas en una situación difícil, con una alta probabilidad de elegir drogarse. En ti está la decisión de construir y ayudar a las familias para que, en al Amor en Cristo, no tengan la necesidad de drogarse para salir de sus problemas.


¿Por qué es pecado tomar drogas?
Porque es un acto de autodestrucción y, por ello, un atentado contra la vida que Dios nos ha dado por Amor.


Al respecto…


Durante su visita a Brasil, con ocasión de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) Río 2013, el Papa Francisco rechazó enérgicamente que la solución al problema del narcotráfico sea la legalización de las drogas.

En esa ocasión, el Santo Padre señaló: “La plaga del narcotráfico, que favorece la violencia y siembra dolor y muerte, requiere un acto de valor de toda la Sociedad.

No es la liberalización del consumo de drogas, como se está discutiendo en varias partes de América Latina, lo que podrá reducir la propagación y la influencia de la dependencia química, sino que la lucha contra el narcotráfico requiere afrontar los problemas que están a la base de su uso, promoviendo una mayor justicia, educando a los jóvenes en los valores que construyen la vida común, acompañando a los necesitados y dando esperanza en el futuro”.


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