Vivir en al pantalla

Diez claves para la protección online de la infancia y la adolescencia

Pongo a su disposición el Artículo que Jorge Flores Fernández escribió, con este mencionado título, en febrero de 2011, texto de la página electrónica de la que es Director en España, “Pantallas Amigas”:

1)Dejar de considerar a niños y adolescentes sólo como víctimas pasivas de los riesgos de la Red, y tomarlos como elementos activos

Por tal motivo, forman parte del problema porque están ellos en su origen y, sobre todo, en la solución, puesto que pueden realizar extraordinarios aportes cuantitativos y cualitativos en las labores de sensibilización y formación al respecto.

2) Evolucionar desde las soluciones de urgencia, basadas en el uso de las TIC por parte de los más pequeños, hacia apuestas estratégicas para la vida digital.

En los momentos iniciales, los niños usaban la Red, mientras que ahora viven con naturalidad en ese entorno que es real, no virtual, pero sí digital. Por ello, es preciso el impulso de estrategias que conformen ciberciudadanos activos y responsables.

3) Abandonar el abordaje basado en los ejes tecnológicos (Internet, telefonía celular, videojuegos), para centrarse en lo sustancial y transversal.

Con la convergencia de aplicaciones y dispositivos, cada vez tiene menos sentido realizar un análisis separado; por ejemplo, de las adicciones o del ciberbullying en relación a un determinado canal o eje tecnológico. Hemos de verles en su conjunto. Urge, además, hablar de ejes concretos para un aprendizaje más significativo a la ciudadanía.

4) Apostar, de manera sistemática y curricular, por las tareas de sensibilización y formación desde edades tempranas, eludiendo las acciones esporádicas.

Es preciso, dada la velocidad y desarrollo de estas tecnologías, realizar un esfuerzo de planificación y sistematización, incluyendo de manera formal y regular en las aulas, momentos para esta labor.

5) Incorporar a padres y madres al nuevo contexto digital para que comprendan y acompañen mejor la vida de sus hijos.

No es fácil abordar este aspecto, por la enorme heterogeneidad de las situaciones y los perfiles que pueden darse. Sin embargo, es preciso tener claro que la vida online de hijos e hijas es cada vez más intensa y se inicia a edades más tempranas, y que únicamente desde una posición próxima a la misma podemos actuar con la diligencia y acierto deseable como padres y madres. Éstos deben ser capaces de tomar y adecuar sus propias decisiones en las labores de prevención, protección y educación, huyendo de la búsqueda de soluciones estandarizadas.

6) Dejar de presuponer que niños, niñas y adolescentes desean estar al margen de las acciones que en torno a su relación con las tecnologías de comunicación emprendemos los adultos, y permitirles y ayudarles a implicarse.

Es necesario interpelarles, darles la oportunidad para acercarse, escucharles, incluirles, para que nos incluyan.

7) Acortar los tiempos entre las labores de investigación y la aplicación de las conclusiones a las tareas de educación y prevención.

Día a día vemos la rapidez con la que evolucionan tecnologías, usos y costumbres en relación a las Tecnologías de la Comunicación; por ello, hemos de actuar diligentemente, a fin de que los resultados de las investigaciones sirvan para ser aplicados, antes de que cambie la realidad analizada.

8) Necesidad de compartir experiencias y recursos.

Aunque existen distintas realidades en cada país, las diferencias en cuanto al uso de las tecnologías son cada vez menores. En la Red no existen distancias ni limitaciones geográficas, lo que facilita el compartir.

9) Impulsar una más rápida adecuación de las Leyes y los instrumentos de trabajo de la Justicia.

10) Insistir a la industria, a la oferta, para que adopte una mayor y más transparente implicación.

Las Operadoras de Telecomunicaciones, las Redes Sociales, tienen una responsabilidad que en muchas ocasiones no les es exigible por Ley. Hemos de exigir su colaboración y modificar las Leyes para que lo hagan.

No es cosa menor lo que todas las Sociedades nos jugamos, tanto en lo que tiene qué ver con el bienestar de los niños, niñas y adolescentes actuales, como con la conformación de los futuros ciudadanos.

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