jueves, 19 de febrero de 2015

Cómo ser buenos ciudadanos cristianos

Licenciada Lupita:


No me interesa la política, porque estoy decepcionada de los supuestos servidores públicos que sólo se aprovechan de su Poder y no se acuerdan de servir. Pero en la Misa pasada, el Sacerdote nos pidió que, como ciudadanos responsables, demos nuestro voto libre y razonado en las próximas elecciones. Estuve pensando en ello, y otra cosa que me ha hecho recapacitar es el hecho de que existan Leyes que defiendan los supuestos derechos de un Maestro transexual, olvidándose del primer derecho de los niños a una educación conforme a las buenas y sanas costumbres de una Sociedad. Yo no sé a qué hora o quiénes aprobaron tales Leyes. Creo que estamos de cabeza y que debemos hacer algo; pero no sé cómo actuar. Deseo ser una católica congruente.


Daisy M.


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Hermana mía, Daisy:


Muchos son los que sostienen que la política es una cloaca y que es mejor no involucrarse. Sin embargo, has puesto el dedo en la llaga al señalar el avance y la dirección que están tomando nuestras Leyes. Si los ciudadanos no exigimos a nuestros gobernantes el bien común, tendremos siempre los Gobiernos que merecemos: abusivos, irrespetuosos e impositivos.

Las tendencias políticas actuales distan mucho de su fin esencial. Para los griegos, el ejercicio del Poder era visto como un servicio auténtico a la población, mientras que para los romanos era, más bien, un “gran honor”, haciendo que los Gobernantes o Emperadores se creyeran dioses. Así llegaron a decretarlo Octavio Augusto, Calígula, Nerón, Tiberio y Claudio.

El pensamiento político moderno comienza con Maquiavelo, quien expresa en su obra “El Príncipe” lo que un gobernante debe hacer, pero no buscando el bien común, sino sólo su beneficio propio y la ostentación del Poder. Muy distante su propuesta a la planteada en “La Utopía”, de Tomás Moro, o “El Elogio de la Locura”, de Erasmo de Rotterdam.

El Catecismo de la Iglesia Católica, en sus Puntos 2239 y 2240, nos señala:

“Los católicos poseen la obligación moral de promover el bien común al ejercer su privilegio del voto. Las Autoridades Civiles no son las únicas responsables por un país. El servicio del bien común exige de los ciudadanos que cumplan con su responsabilidad en la vida de la comunidad política. Esto significa que los ciudadanos deben participar del proceso político en la urna de votación”.

Y la Congregación para la Doctrina de la Fe nos recuerda:

“La votación no puede ser arbitraria. La conciencia cristiana bien formada no permite a nadie favorecer con el propio voto la realización de un programa político o la aprobación de una Ley particular que contengan propuestas alternativas o contrarias a los contenidos fundamentales de la Fe y la Moral”.

Vamos a las urnas estudiando la postura de nuestros candidatos frente a estos llamados “principios no negociables” que, de acuerdo al Papa Benedicto XVI, son:

1) Defender la vida humana desde su concepción y hasta su muerte natural.

2) Defender la familia natural, que es la unión voluntaria, cimentada en el amor, de un hombre y una mujer, abiertos a la vida y al cuidado de sus hijos.

3) Proteger el derecho de los padres a decidir libremente la mejor educación para sus hijos.

4) Buscar el bien común. El Estado ha de estar al servicio de los ciudadanos, y no los ciudadanos al servicio de los intereses de una minoría política o económica.

Estos principios son la base del Derecho Natural y corresponden a nuestra dignidad y diseño como seres humanos. Una Sociedad que no los respeta, terminará siendo una Sociedad injusta y decadente. ¡Vayamos a votar, con plena responsabilidad!



Lupita Venegas Leiva/Psicóloga

Face: lupitavenegasoficial



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