Voces del exterior
Dichos que resultan incómodos
Mtro. Jorge Enrique Rocha Quintero
Dos eventos volvieron a cimbrar la hipersensibilidad del Gobierno del Presidente Enrique Peña Nieto. El primero fue el comentario del Cineasta Alejandro González Iñárritu, de que México necesita construir un mejor Gobierno; dicho que expresó al recibir el Premio a la Mejor Película Extranjera en la Ceremonia de Entrega de los Óscares, y el segundo fue el señalamiento del Papa Francisco sobre el riesgo de que Argentina se “mexicanizara” por el incremento de la delincuencia organizada en aquel país.
SIMILITUDES
Los dos sucesos poseen elementos comunes: el primero es que ambas declaraciones tuvieron gran resonancia en el escenario internacional. González Iñárritu hizo esta afirmación en el momento cumbre de uno de los programas televisivos con mayor audiencia a nivel mundial y que sólo se transmite una vez al año; es decir, cuando tenía sobre sí todos los reflectores a nivel global. En el caso del Papa, cualquier declaración que haga el Obispo de Roma tiene gran impacto. Sobra decir que él cuenta con una gran fuerza mediática, sobre todo cuando se trata de expresiones que pueden resultar incómodas para algunos poderes políticos y económicos.
El segundo elemento en común es que las dos observaciones cuestionan la situación sociopolítica de México e indirectamente ponen en duda el desempeño del Gobierno de la República, y en ambas se califica de forma negativa lo que está pasando en nuestro suelo y se reitera la percepción que desde fuera se tiene de nosotros: un país atravesado por la violencia, con un Gobierno que no ha sido capaz de remontar esta situación.
LAS ESTADÍSTICAS
Los hechos cotidianos confirman que las cosas no han cambiado en los últimos años. Por ejemplo, el Diario Reforma publicó que en la segunda y tercera semanas de febrero de este año aumentaron las ejecuciones, que llegaron a 10 personas asesinadas por día en 66 Municipios de 18 Estados de la República, o que el número de secuestros en enero de este año aumentó 7.3% con respecto a diciembre de 2014. Es decir, aunque algunas cifras pueden bajar, lo que estamos viendo es que la violencia en México persiste, y que luego de dos años del nuevo Gobierno las cosas han cambiado muy poco.
REACCIONES Y REALIDADES
Frente a estas declaraciones, el Gobierno Federal respondió a González Iñárritu que está construyendo un mejor Gobierno, y a la Santa Sede le hizo un extrañamiento porque el Papa no reconoció los esfuerzos gubernamentales para frenar la violencia. Lo preocupante de esta hipersensibilidad del Régimen es la incapacidad de aceptar la crítica y de querer invisibilizar algo que todo mundo sabe: en México tenemos un profundo problema de inseguridad, que no cede.
En la década de los años 90s empezó a acuñarse la palabra “colombianización” para describir el proceso de descomposición social provocado por un crecimiento exponencial de la violencia, a propósito de los negocios asociados a la producción y distribución de sustancias ilegales. En aquellos años, “colombianizarse” era lo peor que podía sucederle a un país o a un territorio; era estar en camino a un estado no deseado socialmente. A finales de esa década, algunos especialistas y defensores de Derechos Humanos hablaban del proceso de “colombianización” de nuestra Nación. Hoy por hoy, parece que hemos transformado el concepto, y en palabras del Sumo Pontífice de la Iglesia Católica, se acuña una nueva palabra: la “mexicanización”.
Quizá en otros momentos pudimos escuchar que algunos territorios de Estados Unidos se estaban “mexicanizando” por la aparición de prácticas y costumbres socioculturales que se generalizaban, debido a la creciente presencia de mexicanos y sus descendientes. Pero ahora, “mexicanizar” hace referencia al incremento exponencial de la violencia (en cantidad y en formas de ejercerla), asociada a la proliferación de los negocios que realiza la delincuencia organizada (tráfico de drogas y armas, secuestros, robos, piratería, trata de personas, pago de derechos, entre otros) y a la gestión del territorio para que estas dinámicas se desarrollen.
Ahora, “mexicanizar” será un proceso que nadie desea; será lo peor que puede pasarle a un país o a un territorio; “mexicanizar” suplió a “colombianizar”. Así de cruda es la realidad que nos aqueja, y los dichos incómodos de González Iñárritu y del Papa Francisco nos lo volvieron a recordar. Nos toca darle un contenido diferente al término; es decir, que signifique creación, alegría, innovación, justicia, igualdad, sustentabilidad, derechos para todos. Es cierto que el camino será largo, pero nos urge transformar a este país y darle otro rumbo, otra dirección, otro horizonte.
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