Interesante compilación
En días pasados, en el Seminario Mayor, se efectuó el acto de Presentación de un Libro que contiene acuciosos datos acerca de los Prelados ex alumnos de esa Casa de Formación. He aquí un extracto, referido a algunos Mitrados de la segunda mitad del siglo pasado
Mons. Felipe Aguirre Franco
Arzobispo Emérito de Acapulco
Con gusto he aceptado la invitación de mi paisano y contemporáneo de mi pueblo encarnacionense, el Escritor e Historiador Humberto Chávez Aranda, a presentar su Libro “Obispos que han estudiado en el Seminario de Guadalajara”, en este Seminario Mayor de Señor San José, que fue la cuna de mi formación sacerdotal. Hoy (23 de octubre) se cumplen 68 años de que ingresé a este Seminario, a los 11 años, en el Seminario Auxiliar de San Juan, en Lagos de Moreno, Jal.
Ahí me recibió el Padre Prefecto, Enrique Luna Álvarez, y al siguiente año, en Segundo y Tercero de Latín, el Padre Luis Rojas Mena, posterior Obispo de Culiacán. Al pasar a Guadalajara para hacer el Cuarto de Humanidades, fue nuestro Prefecto el Padre Everardo López Alcocer, después el segundo Obispo de Autlán. En el Quinto de Humanidades, nuestro Prefecto fue el Padre Carlos Quintero Arce, posterior Obispo de Cd. Valles, S.L.P. y luego Arzobispo de Hermosillo, Sonora. En Teología, el Pbro. J. Trinidad Sepúlveda Ruiz Velasco, después primer Obispo de Tuxtla Gutiérrez, siendo Rector del Seminario el Padre José Salazar López, nombrado Obispo de Zamora y luego séptimo Arzobispo de Guadalajara y Cardenal de la Santa Iglesia.
En ese entonces, también fue ungido Obispo de Torreón el Prefecto de Teólogos, Dn. Fernando Romo Gutiérrez, y el Padre José Guadalupe Padilla Lozano, Párroco del Santuario de Guadalupe, como Obispo de Veracruz. El Padre Alfonso Toriz Cobián, nuestro Maestro y Prefecto de Estudios del Seminario Mayor, fue consagrado Obispo de Chilapa y luego lo fue de Querétaro. El entonces Padre Rector del Seminario, antes Prefecto de Teólogos, Francisco Villalobos Padilla, también fue nombrado Obispo de Saltillo, Coahuila. Además, el Sr. Cura de Sayula, Miguel González Ibarra, fue designado primer Obispo de Autlán de la Grana, Jal., y luego de Ciudad Obregón.
Y siguió la mata dando
Fue ese tiempo preconciliar, conciliar y posconciliar, llamado con razón el “Remolino del Espíritu Santo”, que cimbró con viento fuerte al Seminario de Guadalajara, preconizando tal cantidad de Obispos, que algunos comentaristas de la Prensa tapatía pregonaban a ocho columnas: “Guadalajara controla las Diócesis de la República Mexicana”; tiempos en los que no era muy necesaria la proverbial sensibilidad de la antena noticiosa de los seminaristas, para adivinar certeramente los secretos “in pectore” de la Santa Sede. En ese entonces se contaba entre los corrillos del Seminario Mayor que el Padre Rector, J. Jesús Becerra Fernández, recibió la propuesta pontificia de ser Obispo, pero a duras penas aceptó las insignias de Monseñor, que guardó sigilosamente hasta el fin de su vida. También se comentaba en los mentideros del Seminario, que el Sr. Cura Manuel Velázquez Morán, párroco de La Barca, murió en los días que se preparaba para su preconización episcopal, y que fue sepultado con ese sigilo pontificio.
En esa precisa época, nuestro estimado y humorista Maestro de Teología Fundamental, el Canónigo Luis Radillo Carrillo, comentaba con sus alumnos: “Cuando yo era joven, nombraban Obispos a los de avanzada edad, y ahora que ya soy grande, nombran a los jóvenes…”
Tiempos episcopales aquellos en los que algunos seminaristas iban a confesarse, diciendo: “Me acuso, Padre, de que quebranto el Secreto Pontificio comentando con mis compañeros los nombres de los que me imagino que van a ser Obispos; pero también me acuso de que me sale cierto”, poniendo en aprietos de conciencia a los respetables Confesores, los señores Curas Salvador Casas y Nicolás Valdez Huerta.
Cuando era Rector el Padre Juan Sandoval Íñiguez, los seminaristas, de plano, perdieron la brújula o les fallaron repetidas veces los vaticinios, porque siempre que había una Diócesis Vacante, los alumnos teólogos y filósofos apostaban a que el siguiente Obispo sería el Padre Sandoval, hasta que, por fin, un día salió cierta su predicción al resultar Obispo Coadjutor de Ciudad Juárez. Quizás les faltó augurar que después de pocos años sería Arzobispo de Guadalajara y Cardenal.
Uno de los Maestros del Seminario, el Padre José Pilar Quezada Valdez, siendo Párroco de Sn. Andrés, fue designado primer Obispo de Acapulco. Fue alumno de este Seminario, alentado en su vocación por el Mártir San Cristóbal Magallanes Jara, y ahora es Siervo de Dios.
También son fruto de ese torbellino episcopal del Seminario Conciliar tapatío, que se gestó en los dedos alfareros, ebanistas y orfebres del Espíritu Santo, casi todos en las manos del Sr. Arzobispo -y después primer Cardenal mexicano- José Garibi Rivera: Dn. Adolfo Hernández Hurtado, primer Obispo de Tapachula, luego de Zamora y Auxiliar de Guadalajara (en estos momentos se prepara ya la nueva sede de sus restos en la Catedral de Tapachula, los cuales reposan, hasta ahora, en una de las criptas de la Parroquia del Sagrario Metropolitano).
Y se suman al elenco: Dn. Salvador Quezada Limón, Obispo de Aguascalientes, quien fuera Prefecto de Teólogos y Párroco de Jalostotitlán. Dn. Antonio Sahagún López, Prefecto muy estimado de todos nosotros en el Seminario Menor, luego Obispo de Linares y después Obispo Auxiliar de Guadalajara. El muy recordado por los Laicos y cursillistas tapatíos, Sr. Cura de San Martín, Leobardo Viera Contreras, para Obispo de Colima y enseguida primer Obispo de Ciudad Guzmán.
Egresado también de las manos orfebres del Cardenal Garibi Rivera, fue el primer Obispo de Tuxtla, J. Trinidad Sepúlveda, actualmente Emérito de San Juan de los Lagos. Era Prefecto de Teólogos, sensible para intuir las Artes, elocuente en la Palabra. Su espíritu fogoso y emprendedor le hacía vibrar con solicitud infatigable por toda su Diócesis, con la divina impaciencia del Crucificado en cada rincón de los 22 mil kilómetros cuadrados (arrugados) de la Diócesis tuxtleca. De él me tocó ser sucesor y 2º Obispo de ese lugar.
Tres grandes ex Formadores
Ya del tiempo del Cardenal José Salazar, nombraré a tres exalumnos del Seminario y Superiores del mismo: Mons. Francisco Villalobos, quien después de ser Prefecto de Teólogos y Rector, fue nombrado Obispo de Saltillo, y hasta hoy Emérito y residente de esa Diócesis. –Me llama la atención un párrafo de este Libro que cita a Armando Fuentes Aguirre, “Catón”, que dice acerca de él: “Si de cualquier Diócesis de México me piden que les cambie el Obispo que tenemos en Saltillo por el que ellos tienen, no se lo cambio… Mons. Villalobos Padilla es un Pastor en la más prístina acepción de la palabra. Es inteligente, lo cual es bueno. Es virtuoso, lo cual es mejor. Es bondadoso y comprensivo, lo cual es óptimo… La Catedral de Saltillo es rete grande. En ella caben dos o tres Catedrales de otras partes, con Obispo y todo. Pues bien, esa Catedral la llena toda Dn. Francisco. Muy grande ha de ser él, pues los pequeños lo aman”. (26 julio 1996).
Mons. Rafael García González, mucho le debe el Seminario a este incansable, magnánimo y creativo Promotor Vocacional que reorganizó esta Pastoral, logrando la afluencia de alumnos bien preparados, con que año por año se registra la matrícula del inicio de Cursos. Nombrado primeramente Auxiliar de Guadalajara, a los dos años, 1974, Obispo de Tabasco. 17 años después, Obispo de León, Gto., donde murió, precisamente en dirección al lugar que él mismo, acompañado de Mons. Sepúlveda y de este servidor, le habíamos presentado al Papa, en vuelo sobre el Cubilete, a Cristo Rey, que representaba el Triunfo de los Mártires de México. El Papa Juan Pablo II, en el avión, nos dio un abrazo, visiblemente emocionado.
Mons. Juan Sandoval, Director Espiritual y Profesor, luego Prefecto de Filósofos, Maestro de Filosofía y Teología en el Seminario Mayor. Rector del Seminario desde 1971 hasta 1988, en que fue preconizado Obispo Coadjutor de Ciudad Juárez; Titular de la misma en 1992. El Papa Juan Pablo II lo nombró, en mayo de 1994, Arzobispo de Guadalajara y en noviembre del mismo año lo instituyó como Cardenal. Gobernó esta Iglesia durante los mismos 17 años que anteriormente duró como Rector del Seminario. Participó en varios Dicasterios y cargos pontificios; fue el principal promotor del XLVIII Congreso Eucarístico Internacional, celebrado en octubre de 2004 en Guadalajara. Promotor también de la Causa de los Mártires, Santos y Beatos Mexicanos; participó en dos Cónclaves para elegir Sumo Pontífice; ha expuesto a graves riesgos su vida para exigir justicia y aclarar el doloroso asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. Ahora, como Arzobispo Emérito, sigue haciendo honor al Lema de su Escudo Episcopal: “Servus”, servidor, a ejemplo de Jesucristo.
Tres preclaros Arzobispos
Sería injusto y desproporcionado, si en mi comentario al nuevo Libro de Chávez Aranda sobre los Obispos del Seminario de Guadalajara, no mencionara a tres grandes Arzobispos salidos de su Seminario: el Cardenal José Garibi Rivera, preconizado Obispo en los tiempos aciagos de la Persecución Religiosa y consagrado por el Arzobispo Francisco Orozco y Jiménez en 1930. Intervino en forma decisiva para la fundación del Seminario Interdiocesano de Montezuma, en Estados Unidos; en la adquisición y funcionamiento del Colegio Mexicano en Roma; en la construcción de los nuevos Seminarios Mayor y Menor de Señor San José; la Escuela Superior de Música Sacra y el Templo Expiatorio. Gobernó a esta Arquidiócesis durante 33 años, fue el primer Cardenal Mexicano; ordenó a 716 Sacerdotes, entre los cuales me encuentro yo, y a 21 Obispos.
Excmo. Sr. Francisco Javier Nuño Guerrero. Realizó su formación sacerdotal en este Seminario durante los tiempos sangrientos de la Persecución, “cuando las mismas balas escribían sobre los paredones: ¡Viva Cristo Rey!” (Mons. Ruiz Medrano). Primeramente Obispo de Zacatecas en 1951. Luego Arzobispo Coadjutor “Sedi datus” de Guadalajara en 1954. En 1972, primer Obispo de la Diócesis de San Juan de los Lagos. A su amistad, a sus consejos y ejemplo, debo el haber tomado, en 1972, la decisión de ir a colaborar en la Diócesis de Tuxtla, a donde me acompañó, en 1974, como Obispo Coconsagrante.
Es mi deber rendirle homenaje a uno de los más ilustres Rectores del Seminario, Excmo. Sr. José Salazar López. Durante su gestión se inauguró este Seminario Mayor, el 1º de noviembre de 1950; en esa fecha me tocó iniciar aquí la Filosofía, cuando en Roma se promulgaba el Dogma de La Asunción de María por el Papa Pío XII; se construyó el Seminario de Tapalpa y el I.V.A. (Instituto de Vocaciones Adultas). En 1961, designado Obispo de Zamora, y ordenado el 15 de agosto en la Basílica de Guadalupe, en El Tepeyac, a donde nos trasladamos con todos los seminaristas en Peregrinación. En 1970, designado por el Papa Paulo VI, Arzobispo de Guadalajara, y en 1973, nombrado Cardenal. También fue Presidente de la Conferencia Episcopal Mexicana. Recibió al Santo Padre Juan Pablo II en su primera visita a México, en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, en la III Asamblea del CELAM en Puebla y en su visita a la Perla Tapatía. Dios lo llamó también a sufrir por esta Iglesia que le encomendó, padeciendo un doloroso accidente automovilístico de regreso a Guadalajara, por la Carretera a Durango.
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