jueves, 7 de noviembre de 2013

Denuncia del Obispo de Apatzingán

Es Monseñor Miguel Patiño. Él y su pueblo están hartos de la violencia y de la inoperancia de los Gobiernos Federal y Estatal


Roberto O’Farrill Corona


No deja de resonar en mi corazón la frase de Edmund Burke, que afirma: “Lo único necesario para el triunfo del Mal, es que los buenos no hagan nada”. Lo digo a partir del acto de valor del Obispo de Apatzingán, Monseñor Miguel Patiño Velázquez, con el que hizo pública, mediante Carta fechada el martes 15 de octubre, una tronante denuncia de la extrema violencia y corrupción de Autoridades que se sufre en su Diócesis, en Michoacán y en México.


Contundentes pronunciamientos
ApatzinganEn su Carta, el Obispo explica: “El Estado de Michoacán tiene todas las características de un Estado fallido. Los grupos criminales ‘Familia Michoacana’, ‘Zetas; ‘Nueva Generación’ y ‘Caballeros Templarios’ se lo disputan como un botín. La Costa sirve para la entrada de droga e insumos para producción de drogas sintéticas; la Sierra Madre del Sur y la zona aguacatera, para cultivo de mariguana y amapola, establecimiento de laboratorios para producción de drogas sintéticas y refugio de grupos criminales; las ciudades más importantes y todo el Estado, para el comercio de droga, ´venta de seguridad´ (cuotas), secuestros, robos y extorsión”.

La denuncia que hace el Obispo de Apatzingán no corresponde a una actitud novedosa en la Iglesia. En octubre de 2010, Benedicto XVI presentó, en Palermo, un llamado a los jóvenes sicilianos: “No cedan a las sugestiones de la Mafia, que es un camino de muerte, incompatible con el Evangelio”. Por su parte, el Papa Francisco formuló un llamamiento a la conversión el 26 de mayo en la Plaza de San Pedro: “Recemos para que los mafiosos se conviertan. No pueden continuar así”.


Parece la misma corrupción del pasado
Lo novedoso es que, prácticamente por vez primera, un Obispo mexicano levante la voz para denunciar al crimen: “Michoacán tiene años sufriendo el crimen organizado, que se ha recrudecido en los últimos meses. Han aumentado los levantones, secuestros y asesinatos; el cobro de cuotas se ha generalizado, y familias enteras han tenido que emigrar por miedo e inseguridad”. Y, a la vez, denuncia a las Autoridades: “Los Gobiernos Municipales y la Policía están sometidos o coludidos por o con los criminales, y crece el rumor de que el Gobierno Estatal también está al servicio del crimen organizado”.

Y es de excepción que agregue Monseñor Patiño, para no dejar dudas: “Desde mayo tenemos la presencia de la Policía Federal, Ejército y Marina, con una estrategia para devolver la paz a Michoacán. Su presencia se constata por todas partes, pero no hemos visto efectividad porque no se ha capturado a ninguno de los capos del crimen organizado, aun sabiendo dónde se encuentran; prácticamente en su presencia se extorsiona, se cobran cuotas, se secuestra y se levanta a personas. Nos llama la atención cómo no han sido capaces de descubrir las casas de seguridad del crimen organizado ni hayan liberado a nadie, cuando se cuentan por decenas las personas levantadas”.


Con el apoyo de los Obispos de México
De inmediato, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) mostró su apoyo al Prelado michoacano mediante el “Comunicado por la paz en Michoacán y en México”, publicado el 23 de octubre, firmado por el Cardenal José Francisco Robles Ortega, Arzobispo de Guadalajara: “Los Obispos de México unimos nuestra oración, nuestra voz y nuestra acción a lo expresado por Monseñor Patiño. Nos duele el drama por el que están pasando muchas hermanas y muchos hermanos mexicanos. Nos aflige el hecho de que incluso la atención pastoral a los fieles se esté viendo afectada por las amenazas del crimen organizado. Por eso, solicitamos a las Autoridades Federales, Estatales y Municipales una acción pronta y eficaz ante la injusticia de los levantones, secuestros, asesinatos y cobro de cuotas que afectan al bien y la prosperidad de tantas personas y comunidades, y les pedimos estrategias”.

Uno de los primeros Obispos en sumarse a la denuncia ha sido el Arzobispo de Acapulco, Monseñor Carlos Garfias Merlos, a través de una Carta publicada el 30 de octubre. (Ver página 15).


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