Dolorosa carga tributaria, regalo a la pobreza
Los impuestos fueron bautizados con agua amarga, y en su nombre llevan una burla grotesca y cinismo inmisericorde para nuestra suerte. La carga tributaria se impone sin ningún tipo de sensibilidad para el pueblo. Se trata de acuerdos por ambición, de quienes quieren llenar las arcas para despacharse, no para arrimar progreso a los pueblos, sino para asegurar la ventaja y el dispendio de la clase gobernante.
Éste es el arte más oscuro de las Administraciones presentes porque se erigen en recaudadoras de sí mismas. Los impuestos, ciertamente, podrían ser una bendición si fueran regresados -debiera ser lo legal y normal- con presteza, inteligencia y equidad al pueblo. Empero, hoy en día son como una maldición, burla descarada, legado de administraciones partidistas que ignoran a los contribuyentes y engordan el erario a costillas de los pobres.
Miremos con lupa los impuestos que sobrevendrán: son los que se han aprobado hasta el momento, aunque la Cámara Baja aún tendrá que ratificarlos:
Se pagará un peso por litro a las bebidas saborizadas, concentrados, polvos, jarabes, esencias o extractos. ¡Cuidado con el azúcar!… Hasta la miel amarga. Prohibido engordar…
Un impuesto de 8% sobre la venta de alimentos de alta densidad calórica o “chatarra”, como frituras, confitería y dulces. Prohibido ser pobre a la hora del recreo.
Se grava con 16% el alimento de las mascotas, así como la venta de perros, gatos y pequeñas especies utilizadas como mascotas en el hogar. El consuelo de las mascotas queda sólo para los ricos… ¿Se incluirá después también a los pajaritos cantores ya las gallinas?
Las personas que ganen hasta 750,000 pesos anuales pagarán una tasa del 30%; de más de 750,000 a un millón de pesos, la carga será del 32%; de un millón a tres millones, 34%, y más de tres millones, 35%. ¡Qué alivio… una gran masa de los asalariados quedamos exentos!
Se impone una tasa del 10% sobre la ganancia que obtengan las personas físicas en acciones y dividendos a través de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV). ¡Ah, son los números que anuncian los noticieros, y que la mayoría no entendemos!
Desaparecen el Impuesto Empresarial a Tasa Única y el Impuesto a los Depósitos en Efectivo (IDE), con el fin de que los ingresos empresariales estén gravados sólo en el ISR. ¡De nuevo, a llevar las alcancías al Banco!
Se eleva del 11% al 16% la tasa del Impuesto al Valor Agregado para las zonas fronterizas. ¿Igual en los tianguis y la fayuca?
El transporte foráneo de pasajeros incluirá IVA en su costo. ¡A tomar el camión afuera de la Terminal!
Los Senadores también aprobaron que las prestaciones laborales sean deducibles hasta en 53% -más del 47% contemplado por los Diputados. ¿O sea que las empresas van a pagar -aunque sea poquito- ahora sí lo que antes presumían?
Habrán de explicarnos con peras y manzanas, porque los Legisladores sí entienden muy bien lo que están aprobando.
Y, mientras tanto, como si todo fuera jauja, se nos invita y se nos incita al consumismo, a gastar sin memoria, a derrochar sin recato, a comprometernos sin cálculo. Al cabo con dos lisonjeras palabras (Buen Fin) se aterciopela el gancho, se hipnotiza la voluntad, se empuja hacia el divertido tobogán de las deudas sin freno.
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