La edad difícil
Cómo enfrentar a una generación de adolescentes “intocables”
Ser adolescente nunca ha sido fácil. Los papás prefieren no inconformarlos, ofreciéndoles cosas materiales a cambio de que no molesten. Sin embargo, el no negarles nada, puede degenerar en depresión e incluso en suicidio.
Sonia Gabriela Ceja Ramírez
El Padre Ricardo Durán Aguayo es Psicólogo, Formador en el Seminario Menor y Vicario en la Parroquia Santo Niño de Atocha, en Pinar de la Calma, y tanto en la Parroquia como en el Seminario trabaja con adolescentes y conoce de cerca su proceso de crecimiento.
Menciona que los muchachos de hoy están viviendo cambios muy vertiginosos de acuerdo a la tecnología, los Medios de Comunicación, las Redes Sociales y la Sociedad en general.
“Entre los chavos hay mucha confusión, pues no saben lo que quieren. En el mundo abundan tantas ofertas y roles, que los jóvenes se pierden entre la cantidad de alternativas”.
Adolescencia adelantada o retardada
Y es que, por una parte, en la época actual vemos niños que están muy ‘adelantados’ para su edad; pero, al mismo tiempo, vemos adultos que no quieren crecer y asumir los compromisos que su edad física supone.
“Erik Erikson, psicoanalista social, desarrolló una teoría sobre las diferentes etapas del ser humano, centrándose en la adolescencia. Él habla de un fenómeno que se daba en los años 60’s o 70’s, al cual llama ‘adolescencia postergada’; en ella, afirma que conforme transcurren las generaciones, la adolescencia se va alargando, y pone como ejemplo a los adolescentes de hace dos o tres generaciones, quienes a los 16 ó 17 años ya estaban pensando en formar una familia; situación que hoy se posterga hasta los 30 o después, pues se da prioridad a otras cosas, como terminar la Carrera, estudiar un postgrado, tener un trabajo bien remunerado, y hasta entonces, tal vez, pensar en aquéllo”, señala el Sacerdote.
Sin lugar para los adolescentes
“Esta generación de adolescentes son hijos de una generación de matrimonios en crisis (en su mayoría), y los papás están tan inmiscuidos en su situación marital, que a los adolescentes los dejan de lado, no les prestan la atención que merecen y no les exigen disciplina.
“Vivimos en la sociedad de la comodidad, siempre buscando lo más fácil; para los papás de hoy es mucho más fácil ‘librarse o deshacerse’ del adolescente fastidioso comprándole lo que quiere o tratando de entretenerlo de alguna forma, de manera que su presencia no les afecte en sus quehaceres o sus trabajos.
“Como Sociedad, vivimos cada quien inmersos en nuestros asuntos y preferimos darles a los chiquillos un juguete para que se entretengan: la televisión, el celular, la tableta, para así no tener que atenderlos, escucharlos, saber sus broncas, conocerlos”.
Los intocables
“Los adolescentes de hoy son una generación de hijos ‘intocables’, que no desarrollan la tolerancia a la frustración. A estas generaciones, todo se les dio para que no sufrieran, para que no padecieran las carencias que generaciones atrás habían experimentado. Además, a esta generación todo se le permitió; entonces, no vivieron esas crisis que a final de cuentas son las que impulsan el crecimiento emocional.
“Así, estos muchachos están tan acostumbrados a que todo se les dé, que a la primera dificultad quieren mejor morirse; por eso se da tanto el suicidio entre los adolescentes, y cada vez a edades más tempranas.
“Entre los adolescentes, una ruptura sentimental provoca una severa depresión, e incluso la muerte de una mascota hace que se caiga su mundo, pues no hay más”, alerta el entrevistado.
Necesitan límites
Dentro de la Iglesia existen grupos y alternativas que tratan de responder a las inquietudes de los adolescentes; sin embargo, el trabajo es insuficiente y también depende de los hábitos que desde la familia se les inculcan a los niños. En este sentido, quizá haga falta un trabajo más integral a nivel Pastoral Familiar.
“Es importante atender a las familias y hacer el llamado a los padres a poner atención a los adolescentes, pero de acuerdo a lo que necesitan, no a lo que quieren, porque ellos piden muchas cosas. El atender sus necesidades reales implica, a veces, mano dura y mucha disciplina; los adolescentes necesitan tener reglas y aprender a respetarlas.
“Los jóvenes de ahora no tienen sentido de responsabilidad, de asumir las consecuencias de sus actos. Están acostumbrados a reclamar derechos, pero no a asumir obligaciones; no están dispuestos a esforzarse”.
En la Iglesia
Entre las necesidades que el Padre Ricardo percibe en los adolescentes con los que trabaja, se encuentran la inquietud respecto a la sexualidad, la necesidad de espacios de libre expresión y de escucha; la búsqueda de identificación y pertenencia a un Grupo. La necesidad de aceptación y afecto que muchas veces buscan incluso en las Redes Sociales.
La Parroquia o los Grupos de Iglesia pueden apoyar al desarrollo de los adolescentes; empero, quienes los dirigen deben estar conscientes de que a los adolescentes hay que proponerles múltiples actividades que los acerquen, pues difícilmente asisten para estar sentados escuchando un tema de formación.
Se requiere trabajo y creatividad para inmiscuirlos en actividades de áreas como la Pastoral Social, donde se mantengan activos y puedan experimentar un mayor crecimiento espiritual y humano.
¿Qué sucede en la adolescencia?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), adolescencia es la etapa que transcurre entre los 11 y los 19 años.
A Nivel Biológico
Se dan muchos cambios que se inician en la pubertad.
En la mujer, se ensanchan y redondean las caderas, aumenta el volumen de los muslos y glúteos, se desarrollan los senos y aparece el vello corporal. Se produce mayor cantidad de estrógeno y crecen los órganos reproductores.
En los varones, se ensanchan los hombros, se desarrollan los músculos, se engruesa la voz, hay crecimiento del vello corporal, crece el aparato reproductor y hay mayor producción de testosterona.A nivel Psicológico
Los adolescentes asumen que ya no tienen un cuerpo infantil y deben renunciar a la dependencia de sus padres y asumir nuevas responsabilidades.
El joven empieza a desarrollar su autoestima dependiendo, en gran parte, de la mirada ajena. Ellos no pueden procesar la información fácilmente ni comprender lo que les sucede, por el exceso de sinapsis (conexiones entre neuronas). Les resulta imposible identificar con velocidad la felicidad, la tristeza, el enfado o la indiferencia porque su Sistema Nervioso Central se está reorganizando; por eso se deprimen con tanta facilidad.
Los adolescentes no pueden entender que hay una mente que está creciendo y unas emociones con otro ritmo; su cuerpo también está cambiando y no logran concebir todas esas inquietudes, o que el padre los siga tratando como niños cuando ellos ya no se sienten como tales.A nivel Social
Los adolescentes van en busca de independencia. Las amistades tienen un significado que antes no tenían; relacionarse con ellas asume tanta relevancia, que esto llega incluso a estar por encima de compartir con la familia.
También es importante estar alertas, pues en esta etapa se tienen los primeros contactos con el cigarro, el alcohol y las drogas, generalmente disfrutando la compañía de otros adolescentes, pues para ellos esto se considera normal y necesario para poder instruirse.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) revela que la forma en la cual los adolescentes estén menos predispuestos a consumir sustancias, es informarlos de los peligros que ello representa y capacitarlos para resistir a las presiones de los amigos y sepan manejar el estrés de forma sana.
Los adolescentes, reflejo de su casa
Los exiliados del hogar
La edad de la adolescencia es complicada tanto para los padres que no tienen la formación necesaria para acercase a sus hijos, como para los muchachos, que están saturados de información y no saben qué hacer con ella
Dulce Natalia Romero Cruz
La situación actual de los adolescentes en las Parroquias o las Escuelas en torno a los problemas sociales actuales (alcoholismo, drogadicción, promiscuidad, violencia, etc.), son muy notorios y se dan en todos los estratos sociales y niveles socioeconómicos. Estos problemas están dañando y marcando a los muchachos. Son realidades muy presentes, y en la mayoría de los casos son sólo el reflejo de lo que están viviendo en casa.
En las Parroquias
“El problema no viene de los chavos, sino desde la estructura de la familia, porque al no encontrar un hogar consolidado (ellos víctimas de las situaciones que laceran la Sociedad, como el consumo y la venta no sólo de drogas ilícitas y lícitas, sino también pandillerismo, libertinaje sexual, etc.), el aspecto religioso ya no es algo importante dentro de la familia, mucho menos para el muchacho”, explicó el Pbro. Ramón Mora López, Coordinador de Pastoral de Adolescentes.
Lo que se refleja en la educación cristiana: “Encontramos en las Parroquias casos de jóvenes que llegan a recibir el Sacramento del Matrimonio y ni siquiera han hecho la Primera Comunión, porque desde la familia no existe la preocupación para ir forjando estas experiencias. Al no darse esta formación, la participación en los Grupos Parroquiales es muy escasa; sí la hay, pero no como debería, porque no se mantienen los grupos numerosos que hacen su Primera Comunión o Confirmación”.
En la Arquidiócesis se cuenta con varias iniciativas de Grupos y Movimientos para adolescentes; sin embargo, la mayoría se queda sin continuar su formación cristiana.
Las opciones
Dentro de los Cursos para recibir el Sacramento de la Confirmación, SEDEC, Sección Diocesana de Evangelización y Catequesis, ofrece luces para despertar y consolidar, en el adolescente, valores. Es un itinerario de formación para Grupos de Adolescentes, que lo comprenden 3 Volúmenes, tanto para el acompañante como para el muchacho, donde se reafirma y se ponen en claro los valores que deben tener en esa edad ante la cultura que les ha tocado vivir, principalmente en cuanto a la dignidad de su persona, el respeto a sí mismos, no ser presas del consumo de drogas, mantenerse alejados del libertinaje sexual. Todo esto se transmite en pequeños grupos, formados en las Parroquias. La Pastoral de Adolescentes, durante la Semana del Adolescente, SEMAD, que son 7 días que se le dedican en el mes de agosto, ofrece material para reflexionar, con temas de formación religiosa y humana.
La importancia
“Cuando el adolescente verdaderamente se involucra -advirtió el Pbro. Mora López-, porque hay que tener presente que el elemento religioso es una parte dentro de su desarrollo, además de los valores humanos, de convivencia, de responsabilidad, de proyección, y con el apoyo de la familia y su propia convicción, logra perseverar, luego continúa en el proceso de la Pastoral Juvenil, y después se le ve trabajando en los Grupos de Matrimonios o hasta en la Vida Consagrada”. Con todo, el Padre aseguró que en la mayoría se cuenta con su presencia, a lo mucho, de uno a tres años.
“Estamos conscientes de que la situación es constantemente cambiante. Anteriormente contábamos con el apoyo de los padres de familia. Hoy, por las realidades que se viven, pues tienen que trabajar los dos, la vida religiosa ya no es una prioridad dentro del hogar, el muchacho se ve más vulnerable, y las diversas corrientes que van emanando lo hacen presa. Es nuestro reto, como Iglesia, el luchar contra todos los distractores, y en ocasiones hasta con los padres de familia”.
La Pastoral de Adolescentes cuenta con acompañamiento para la Confirmación en todas las Comunidades Parroquiales, y en la mayoría se abren instancias para seguir en su formación, como prioridad por ser los futuros padres de familia.
Subsidios
Aparte del material que proporciona SEDEC, se ofrece otro “Itinerario de Formación”, que elaboran las Hermanas Catequistas de Jesús Crucificado. Se pretende en este año subir material en las Redes Sociales y la Página Web del Arzobispado, temas con motivo de los 20 años de la publicación del Catecismo de la Iglesia Católica y por el cierre del Año de la Fe.
En la Escuela
“En los jóvenes se muestra si hay violencia en el hogar, consumo de drogas tanto lícitas como ilícitas; pero lo que más se nota es la ausencia de los padres en la vida de los muchachos”, aseguraron en entrevista la Lic. en Educación Gabriela Álvarez Mata y la Psicóloga Cristina Alejandra Castillo Barrera, que conforman el Departamento Psicopedagógico el Colegio Anáhuac, Plantel Revolución.
“En esta Escuela se dan los casos en que se llama a los progenitores, y muy pocas veces responden a atender la situación especial del hijo. Cuando pasa esto con un chavo, nos damos cuenta de que proviene de una familia multiproblemática, en donde hay otros asuntos para ellos ‘más importantes’ que se necesita atender.
“Sin embargo, la misión de este Colegio es atender a este tipo de alumnos, sabiendo que en la mayoría de los casos no son prioridad en sus casas y se trata de compensar”. Pero aseguraron que existe la contraparte, que son padres muy preocupados y atentos por lo que les pasa a sus hijos.
Problemas con raíz
“Nos damos cuenta de que la mayoría de los problemas que manifiestan los alumnos tiene mucho qué ver con las cuestiones familiares que están viviendo, y su conducta es la manera de gritar la difícil situación que están pasando en casa.
En casos particulares se tiene el apoyo de los Salesianos y también de sus Asesores, para dar atención más personal”.
En el Colegio Anáhuac se trata de acercarse a los alumnos con cosas muy familiares, como el deporte, la convivencia, entre otras actividades recreativas. El personal docente recibe capacitación espiritual y tiene libros sobre la vida de San Juan Bosco, quien fue el Fundador e inspirador de la Obra, para que mediante el conocimiento de su vida y obra se vayan adentrando en su forma de trabajo para llevarlo a cabo con los alumnos. Los alumnos en este Colegio, también tienen la oportunidad de asociarse a Grupos de Misiones y de Jóvenes.
“La información que se mueve tan rápido en este tiempo, suele rebasarnos, aunque tratamos de estar capacitándonos constantemente. Todo va muy rápido y en ocasiones cuando apenas comenzamos a comprender una problemática ya cambio, por lo que es un gran reto. Es a lo que los mismos chavos se enfrentan día a día, porque cuando comienzan a asimilar algo ya se les presenta algo nuevo, y ya con la complicación de su edad aunado con todas las actividades y responsabilidades, también es difícil para ellos”.
Departamento Psicopedagógico
Tiene diversas funciones, además de la atención directa al alumno. También se encarga de los procesos de admisión desde lo administrativo. Evaluación de profesores, institucional; seguimiento a los estudiantes de bajo rendimiento o con problemas de conducta; trabajo en conjunto con los Asesores; contacto directo con los Padres de Familia, entre otras actividades.
En casos de problemas de conducta muy específicos, se busca derivarlos hacia profesionales para que reciban atención particular.
Un paso adelante
En respuesta, se busca la educación en valores y se promueve la formación humana y ética. “Es difícil llevar a cabo esta formación cuando en casa no se da seguimiento o se tienen conceptos diferentes. De hecho, los mismos padres de familia buscan escuelas como ésta para compensar la educación que creen que ellos no pueden darles, pero de repente los jóvenes chocan con las ideologías.
“Una de las cosas que el adolescente necesita es claridad en las figuras de autoridad; el entender que los que mandan en casa son los padres y en la Escuela el Profesor, y que los dos por igual merecen respeto, cada uno desempeñando el papel que le corresponde, coincidiendo en límites, exigencias, normas y una forma de trabajo similar, para que ellos tengan claridad y seguridad”.
Las expertas coincidieron en que se entiende que para los padres es difícil, por el hecho de organizar su tiempo entre los hijos y el empleo, porque vivimos en un mundo de mucho estrés, y se les complica aceptar que hay situaciones con sus jóvenes que los están rebasando, y aceptar que necesitan ayuda.
Cuestión de comprender
Adolescencia, ¿rebeldía o carencias?
Maestro Marco Antonio Lôme Soriano
Instituto Juan Pablo II para la Familia
Hay una frase de Robert Cornier que dice: “Siempre he tenido la sensación de que todos estamos más o menos solos en la vida, sobre todo en la adolescencia”. Esto nos da pie a reflexionar con profundidad en el tema de la adolescencia y la familia.
Circula por ahí una visión de esta etapa como negativa, resumida en rebeldía y en constantes conflictos entre padres e hijos; sin embargo, creo indispensable mirar la otra cara de la moneda de la adolescencia.
Es en esa etapa cuando la vida cobra sentido con todo el entusiasmo y vitalidad que aporta. Se asumen retos, riesgos, experiencias, aventuras, porque lo que se busca en el fondo es darle un sentido a la existencia; es cuando se va madurando un verdadero sentido de la propia vida y al mismo tiempo se configura la personalidad y la identidad propia. Por eso, algunos definen este período como la etapa en que la vida no se ve como una lucha, sino como una aventura, que ciertamente necesita de orientación, educación y formación.
Indispensable, el papel que juega la familia
En la actualidad ha ido creciendo entre los adolescentes un estilo de vida que los lleva prácticamente al “sin sentido”; la tecnología, en vez de acercarlos, los aleja, pues la información que quisieran encontrar en sus hogares la hallan en las páginas de Internet, donde “quién sabe quién” sustituye la labor educativa paterna, abriéndoles miles de ventanas que, en vez de orientarlos, los deforman, como lo hace por ejemplo la pornografía.
El número de embarazos entre adolescentes ha aumentado en México, así como la cifra de chavos con problemas de depresión; crecen entre ellos las adicciones como el consumo de alcohol, el uso desmedido del cigarro, el vicio de las drogas y, curiosamente, su participación y adicción a los casinos.
De acuerdo a la Encuesta de Consumo de Drogas en Estudiantes, de la Ciudad de México 2012, siete de cada diez alumnos de Secundaria y Bachillerato han consumido alcohol alguna vez en la vida, mientras uno de cada cuatro ha ingerido drogas ilegales, como mariguana, cocaína, crack y alucinógenos, sin pensar que estas adiciones van en detrimento de la misma comunicación familiar, pues se han sustituido los tiempos familiares por las Redes Sociales. De hecho, cada día son más las familias que prefieren emplear el “WhatsApp”, el “Facebook”, el “Twitter”, que el hablar con su familia.
Esto nos pinta un panorama negativo, pues parece como si la adolescencia se pasara en soledad, ya que los papás prefieren no lidiar con sus hijos en esta etapa. Ahora bien, las causas de todas estas “estadísticas” son muchas, aunque quiero mencionar solamente tres que, creo, son fundamentales:
Ausencia de los padres. Los papás han optado por dejar la “formación” en manos de instituciones educativas, por miedo o inseguridad a tener que lidiar en esta etapa. El problema nace cuando nadie asume esta responsabilidad y tardíamente se dan cuenta de que quien aconseja a su hijo o hija es un perfil de Facebook a través del inbox. Hay papás que pareciera que en esta etapa desaparecieran, y ante ello, los adolescentes no tienen quién los escuche, los entienda, los comprenda, los aconseje, los oriente.
Esto lleva a que los adolescentes crezcan sin “límites”, sin “normas”, sin “autoridad”. Y sucede así en virtud de que no las han aprendido en casa, y ello les ha producido mucha inseguridad en sus procesos de maduración e identidad personal. Una de las causas del crecimiento de los suicidios entre adolescentes se debe precisamente a la ausencia de padres y a la pérdida de límites en la vida, pues se olvida que el hecho de tener esas normativas es lo que da seguridad a los hijos para poder conducirse en la vida, reconociendo lo bueno y lo malo, y poder así responsabilizarse de sus propias acciones.
No hay vida familiar. Si el hogar es donde el hombre aprende a ser y a hacerse hombre y no existe en esta etapa vida familiar, entonces, ¿qué aprenderán los adolescentes de la familia? Si no encuentran en ella ejemplos vivos, no aprenderán la generosidad ni el ideal de tener en la vida metas trascendentes, ni la comprensión y cooperación mutua que debe vivir todo hogar.
Prácticamente los padres se convierten en extraños, y la familia queda reducida a meras apariencias. Juan Pablo II afirmaba en la Carta dirigida a las Familias: “La familia, nuestra familia, es el camino más importante en el que andamos. Más importante que el trabajo, que el descanso, la vida social, los intereses culturales, la actividad política, las obras de caridad y, sobre todo, más importante que el desarrollo personal”.
Vivimos tiempos difíciles y adversos, pero por eso, precisamente, se requiere que la familia asuma una actitud proactiva. Recordemos que en esa etapa formamos a las personas y a las familias del mañana. Por lo mismo, es necesario volver los ojos a esta hermosa etapa, en la que tenemos que inyectarles ideales y cosas positivas a los hijos desde la familia. Más que esforzarse por lidiar frente a esta etapa, hay que poner todo el empeño por orientar bien a nuestros hijos para que sean formados y educados para desarrollar su carácter, crecer en la virtud, fortalecer su voluntad, formar su conciencia.
Ante ello, sugiero considerar estos consejos:
Los adolescentes necesitan presencia de los padres, no sólo en “cantidad”, sino en “calidad”. Son los papás los que deben esforzarse por dar el mejor ejemplo de vida. Una vida llena de virtudes, de congruencia, de fidelidad, porque es en sus padres en quienes ellos identifican principalmente sus primeros ideales de vida. Muchos desean “ser como mi papá o mi mamá”. De ahí que sea tan importante el dar buen ejemplo en esta etapa.
Dentro de este tiempo de calidad, ellos necesitan comunicación efectiva y afectiva. Hay que aprender a escucharlos, dejarlos hablar, que expresen totalmente sus puntos de vista, pues necesitan empatía primeramente y luego orientación. No una orientación “impositiva”, sino dialogada, para que ellos perciban que se les quiere, antes de sermonearlos; en otras palabras, necesitan “amor”, sentirse queridos, aceptados tal y como son; necesitan más de abrazos y palabras de aliento que de regaños y castigos.
Vida familiar
El hecho de convivir con papá, con mamá, con los hermanos, establece relaciones de seguridad y tranquilidad. Se necesita que puedan gozar del cálido ambiente de un hogar para sentirse protegidos. El juego, la diversión, los momentos de oración, la convivencia, fortalecen el carácter y estabilizan las emociones para construir ideales de vida que le den sentido a su existir. Por tanto, es indispensable establecer límites y normas familiares para que ellos aprendan a asumir la responsabilidad de sus propias vidas.
¡Adolescencia, divino tesoro!
Cuánto podemos hacer por ellos y por la familia. Si optamos por reconciliar adolescencia y familia, estaremos generando hombres y mujeres que aprenderán que la familia es primero y tendrán un gran amor por esta institución, y buscarán cómo proyectar esa historia en el futuro con sus propias familias.
Merece especial atención la etapa de la adolescencia. Los adolescentes no son niños ni son jóvenes. Están en la edad de la búsqueda de su propia identidad, de independencia frente a sus padres, de descubrimiento del grupo. En esta edad, fácilmente pueden ser víctimas de falsos líderes…
(Documento de Aparecida, 442).
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