jueves, 7 de noviembre de 2013

El Plan Pastoral, ¿varita mágica o corresponsabilidad eclesial?

Ineludible tarea de todos


Pbro. Francisco Arroyo Merlos

Vicaría Diocesana de Pastoral


¿Cómo mirar y utilizar con sabiduría un Plan de Pastoral para que no se desvirtúe, sino que, por el contrario, logre los objetivos para los cuales se aplica en la comunidad cristiana?


Ventajas de operar con visión y orden
Estudiando BibliaTrabajar con un Plan es mucho más difícil y complicado que trabajar solo o desorganizadamente, pero es mucho más interesante y menos aburrido. Tiene unas ventajas que no pueden compararse con ningún trabajo aislado; por ejemplo: hay eficacia y solidaridad en la tarea común; las personas se ubican en su conjunto y conocen su responsabilidad; se evitan interferencias o duplicación de actividades; se utilizan inteligentemente los pocos o muchos recursos que se tienen; hay conciencia de las urgencias; existe complementación en las tareas y, sobre todo, se logra un impulso para la realización de las personas en su vocación y en sus actividades.


Interrelación, interdependencia, interacción
Un Plan es, ante todo, una experiencia de comunidad eclesial; es decir, una forma de entender la Iglesia, de vivirla, de situarse dentro de ella y, muy marcadamente, de construirla con nuestra palabra, nuestro testimonio, nuestras actitudes y nuestro servicio.

Nos unen numerosos lazos con todos los demás, lo sepamos o no, lo queramos o no. Son lazos humanos, sociales, espirituales, culturales, geográficos, eclesiales… La vida circula a través de esos vínculos compartidos. Es lo que se llama la identidad común (Interrelación).

Al mismo tiempo, los abundantes eslabones que nos estrechan nos hacen depender unos de otros, de tal forma que lo que afecta a uno afecta a todos, lo que desequilibra a unos desequilibra a todos, lo que se consigue para uno, se consigue para todos. Esto es lo que se llama un destino común (Interdependencia).

Y, en el orden de las acciones y de los comportamientos, hay también unas corrientes que van transformándonos mutuamente. Mi actividad o mi falta de ella producen siempre una repercusión en el conjunto de la comunidad. Más aún, mis tareas y mis acciones individuales revisten, invariablemente, una fuerza social, ya sea positiva o negativa. Es lo que se le llama la solidaridad social (Interacción).


Experiencia comunitaria de Dios
Un Plan de Pastoral es también una experiencia comunitaria de Dios; es decir, una escuela de espiritualidad que brota de la acción permanente del Espíritu, que crea comunión, a imagen de La Santísima Trinidad, en la igualdad, la diversidad y la reciprocidad. La Iglesia es comunión en la multiplicidad de ministerios, carismas, dones y tareas. La diversidad es la condición para la comunión. Se completan estupendamente. Las dos están fundadas en la dignidad de los hijos de Dios y en el derecho de los discípulos de Jesús. Y ahí el Espíritu es Autor, tanto de la comunión como de la diversidad.


Herramienta al servicio de un bien mayor
El Plan es, finalmente, una herramienta técnica, un método e instrumento para generar un proceso y un estilo participativo de trabajo pastoral, pero al servicio de algo mayor. Un Plan no puede mirarse como un fin en sí mismo ni como una realidad dotada de poderes milagrosos. En definitiva, es sólo un apoyo muy valioso para el trabajo eclesial. Por eso, la Pastoral planificada podemos verla como un proceso encarnado, participativo, realizable, gradual, orgánico y educativo de la comunidad eclesial, que actúa para dar intencionalmente respuestas evangélicas a necesidades concretas de una situación social, histórica, cultural y eclesial.


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