Lupita:
Mi esposa y yo vivimos separados, pues nuestra convivencia es difícil. Discutimos mucho, y nuestros hijos están mucho mejor cuando estamos alejados que cuando estamos juntos. Creo que, por su bien, debemos seguir así. Sin embargo, he recibido una carta de mi esposa en la que me solicita que regresemos. Me llama la atención porque es la primera vez que me lo pide en tres años que llevamos así. Pero tengo miedo de volver a la misma rutina de descalificaciones. Me aterra pensar que vamos a darles una esperanza a nuestros hijos y que no será real. Prefiero no volver, aunque este tiempo navideño me mueve a intentarlo. ¿Qué es lo más conveniente?
Frank.
Estimado Frank:
“No permitas que la aflicción te invada; es el camino usado por el Diablo para paralizarte”. Esta frase de Nuria Masot guarda una gran verdad. Podría decirte que el mundo se mueve por dos grandes fuerzas: el amor o el miedo. Cuando actuamos por miedo, en realidad nos boicoteamos la felicidad. Sientes terror de intentar lo que es bueno. Esto es, en el fondo, una estratagema para impedir tu vida de Gracia.
Los hijos nunca están mejor con sus padres separados. Ellos estarán bien cuando puedan verlos convivir en armonía. Ésta es una posibilidad real entre dos que se aman y que ponderan tanto a la familia, que son capaces de hacer a un lado su ego para que reine la unidad. Algunos me han dicho que la raíz de su situación real es que “ya no aman al otro”. Siempre pongo sobre la mesa esta verdad: EL AMOR ES UNA DECISIÓN, NO UN SENTIMIENTO.
Puede ser que no “sientas” atracción, deseo, gusto por estar con el otro. Es justamente ahora cuando necesitas amar. Éste es el movimiento que te hace salir de ti mismo para actuar de modo heroico frente a tus hijos, a tu cónyuge y frente a Dios mismo. No estarás haciendo lo que quieres o lo que te gusta, sino lo que estás llamado, por amor, a entregar de ti. Y lo que ocurre, paradójicamente, es que, renunciando a ti mismo, te encuentras con la felicidad más plena; aprendes, en gerundio, que siempre hay más alegría dando que recibiendo.
La opinión de este mundo te dicta que confíes en tu criterio, tu capacidad y tus fuerzas. Que midas lo que das, y que no des más de lo que el otro “merece”. Pero Dios, infinitamente superior en sabiduría, quiere troquelar en tu corazón estas palabras:
1. Porque Dios ama la rectitud y no desampara a sus santos (Salmo 37, 28).
2. Si alguno dice: “Yo amo a Dios y aborrece a su hermano, es mentiroso… (1Jn 4, 19-20).
3. El amor es sufrido, es benigno, no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no se irrita…todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera… (1Cor 13, 4-13).
4. No nos cansemos, pues, de hacer el bien, porque a su tiempo cosecharemos, si perseveramos (Gál 6, 9).
Adviento es una palabra latina que significa “venida”. En este tiempo litúrgico los católicos nos preparamos a la Venida de Jesucristo. Es una oportunidad para arrepentirnos y llenarnos de Esperanza. No hay lugar para el miedo. ¡Arrojo, entrega fiel, abandono en las promesas del Señor!
Cristo es amor, perdón, esperanza, nueva oportunidad. Sus criterios no coinciden con los de este mundo individualista. Es Misterio a nuestros ojos, pero hemos de confiar en que también es Camino, Verdad y Vida.
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