jueves, 23 de junio de 2016

¿Cómo purificarse de la hipocresía para acercarse a Dios?

Papa Francisco:

Vaticana

CIUDAD DEL VATICANO- “¡Señor, si quieres, puedes purificarme!” Así comenzó el Santo Padre una nueva Catequesis sobre la Misericordia, en la Audiencia General del miércoles.
En la Plaza de San Pedro, explicó que ésta es la petición de ayuda que un leproso dirige a Jesús. “Este hombre no pide ser sanado solamente, sino ser ‘purificado’; es decir, resanado integralmente, en el cuerpo, en el corazón.
“Jesús nos enseña a no tener miedo de tocar al pobre y al excluido, porque Él está en ellos”. De hecho, “tocar al pobre puede purificarnos de la hipocresía y hacernos inquietos por su condición”.
Luego recordó cómo la lepra era la peor enfermedad que se podía tener en aquella época, y aquél que la sufría no podía acercarse a nadie ni entrar en el Templo. “Lejos de Dios y lejos de los hombres, era triste la vida de estas personas”, comentó.
Pero el leproso no se resigna y entra en la Ciudad para encontrarse con Jesús, a pesar de tenerlo prohibido. “Todo lo que este hombre considerado impuro hace y dice, es expresión de su Fe. Reconoce la potencia de Jesús, está seguro de que tiene el Poder de sanarlo, y de que todo depende de su voluntad.
“La súplica del leproso demuestra que, cuando nos presentamos a Jesús, no es necesario hacer largos discursos. Bastan pocas palabras, acompañadas de la plena confianza en su omnipotencia y en su bondad”.
El Vicario de Cristo pidió a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro pensar en las miserias que posee cada uno: “¡Cuántas veces las cubrimos con la hipocresía de las ‘buenas maneras’. Y entonces es necesario estar solos, ponerse de rodillas ante Dios y rezar: ‘Señor, si quieres, puedes purificarme’ ” (ACI).

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