jueves, 16 de junio de 2016

San Antonio en su cuna

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THO

Que San Antonio de Padua se llamara Fernando y que hubiera nacido en Lisboa, Portugal, lo saben pocos, aunque no haya católico en el mundo que no le conozca un poco y aun le venere e invoque.
Los últimos 10 años de su corta vida (1195-1231) lo inmortalizaron su predicación y el testimonio de obras que conservaron biógrafos contemporáneos en relatos de muy elevados hechos.
Todo ello comenzó cuando Antonio, muy joven, pasó a la Orden de los Hermanos Menores, y San Francisco de Asís, quien admiró su talento, lo destinó al Magisterio y a la Evangelización.
Muy grato resulta saber que, a un lado de la casa donde vino al mundo este Santo portugués, existe un Museo Antoniano, donde la devoción del Santo en el mundo ha tenido tantas imágenes replicadas. El Celestial Patrono de Lisboa es honrado en ésa su ciudad natal por cientos de fieles que peregrinan a la Basílica a él dedicada, y otros miles más que reducen la festividad religiosa a una ocasión para hacer una fiesta al modo pagano: sardina asada, cerveza y baile.
Más allá de las formas y de los modos, que van y vienen, a San Antonio se le venera por lo que fue: un discípulo de Cristo que dejó de él un testimonio esencial y hasta hoy vivo, como pasa en Guadalajara, donde un 13 de junio, por cierto, nació lo que hoy es el Estado Libre y Soberano de Jalisco.

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