jueves, 16 de junio de 2016

Refranes Mexicanos

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Texto: Luis Sandoval Godoy Formuló: José Sánchez Orozco

32- Lo que fue amargo pasado, es dulce recordarlo
Las dolencias del alma tienen un lenitivo prodigioso: el tiempo. Las otras dolencias, las del cuerpo, pueden infectarse, carcomen y pudren la carne.
Eso no quiere decir, sin embargo, que sea más llevadero un dolor del corazón que un daño en el corazón.
¿Cuántas veces anda uno con la cara apachurrada, el gesto fruncido?, ¿cuántas con la respiración agitada, los ojos prontos al llanto? Son dolores de amor, de desengaño, de ingratitud, de los latigazos que llegan acá, muy dentro de uno, por las circunstancias que nos rodean.
Pero llega ese bálsamo, esa pomada que se llama tiempo… Un día, un mes, un año, y la herida se va oreando. Una costra de resignación empieza a cubrir la herida, hasta tener tranquilidad y sosiego.
Y, dentro de esa calma, volver los ojos hacia allá. Acordarse de aquel terrible dolor y, ya superado, ya vencido, recordar lo que entonces sufrimos, con una sonrisa de paz.

33- Quien mucho corre, pronto para
Hay muchos refranes con la enseñanza como éste: El que quiera llegar pronto, que vaya despacio. Así, despacio, que vamos de prisa.
O este otro: rápido y bien, no hay quién. Y otro: más vale paso que dure, y no trote que madure. Otro más: poco a poco, se anda lejos.
Y el pilón: qui va piano, va lontanno.
Que no comamos ansias, porque las ansias indigestan. Luego se acelera la respiración; el corazón empieza a echar brincos y las piernas a doblarse.
Que seamos medidos y atemperados. Esto quiere decir que nos acomodemos a un tiempo, a un ritmo, a un compás.
Aquél que se precipitó y la emprendió en forma desesperada, va a quedarse en el camino.
Y verá pasar, muy quitado de la pena, en frescura de amanecer, a quien, paso a pasito, llegará a la meta. No es la carrera la que vale, sino la constancia, la tenacidad, la continuidad, el llevar los ojos y el paso pausado, sin rendirse.

34- Mañana de niebla, tarde de paseo
Siempre ha andado la gente con esa ventolera: ¿lloverá?, ¿va a hacer calor?, ¿cómo estará la temperatura?… Luego vinieron los Meteorólogos, que tienen o tuvieron algo de Astrólogos, de advinadores, de pitonisos…
Pretenden esos señores, con base en quién sabe qué aparatos, decir las cosas antes de que sucedan. Como si se pusieran un turbante o se plantaran frente a una esfera de cristal…y engolar la voz, fruncir el ceño, entrecerrar los ojos…
Ahora verán: mañana va a hacer mucho frío, o amanecerá el día nublado, o caerán unos chubascos que bueno… Pero el día va resultando caluroso, el cielo claro, el sol brilloso y limpio.
Hace muchos años, los tapatíos hacían un chiste con las predicciones del Padre Severo Díaz, que sabía, él sí, mucho de estas cuestiones.
Que dijo el Padre Díaz que se vienen unos calores muy fuertes. Y va resultando un ciclo de aguaceros. Es decir, que ni con toda la sapiencia del Padre Díaz pudo tenerse en aquel caso la total certeza de que las cosas iban a ser como se vaticinaban…
Entonces, como para reírse del refrán e irnos de paseo, como si nada, llueva o truene

35- La necesidad, de las piedras hace pan
Exagerado el amigo éste. Cierto que hay un instinto de lucha en el ser humano. Cierto que somos capaces de sacar fuerzas de donde sea. Hay un impulso en la sangre, una energía indomable dentro de nosotros mismos.
Y, cuando se trata de proteger la vida, de recuperar la salud, de allegarnos los medios de subsistir, somos entonces capaces de las acciones más resueltas; luchamos, peleamos, exigimos, gritamos, hacemos…
Pero no hay que pensar en lo que dice el refrán. O que se ponga como el señor ese que dijo: a comer piedras.

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