jueves, 16 de junio de 2016

Un Mensaje para todo el mundo

Novena Breve

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Los Misioneros Redentoristas que atienden el Templo del Santísimo Redentor en Guadalajara están preparando el Cierre de su Año Jubilar, nombrado “150 años de amor de María, Madre del Perpetuo Socorro”.

El lunes 27 de junio será el culmen del Jubileo en todas las Comunidades Redentoristas de México, en la Fiesta Litúrgica de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro; aunque la fecha exacta que se conmemora es el 26 de abril de 1866.
Los Misioneros Redentoristas de todo el mundo lo han llevado en sus tareas, cumpliendo el encargo y misión que el Papa Pío IX, hoy Beato, les había confiado desde aquel año del Siglo XIX, con esta expresión: “¡Qué hermosa es! Denla a conocer por el mundo y llévenla a sus Misiones”. Desde entonces, Ella es la Patrona de las Misiones Redentoristas.
Se presenta la Novena para cada día (empieza el 18 de junio y termina el 26).

ACTO DE CONTRICIÓN PARA TODOS LOS DÍAS:
Señor mío Jesucristo, que en los brazos de Nuestra Madre del Perpetuo Socorro te manifiestas como aterrado a la vista de los instrumentos de tu Pasión, en los cuales están representados los pecados del mundo, comprendo, Señor mío, que a causa de mis iniquidades yo también merecería verme privado de tus miradas misericordiosas y ser arrojado de tus plantas, como se ve la sandalia de tu pie; pero, ¡oh Jesús mío!, por el amor de tu Madre Santísima, perdóname. Deja que, arrepentido, bese tus pies, y concédeme la Gracia que por medio de mi Madre del Perpetuo Socorro voy a pedir en esta novena (se pide la Gracia que necesitamos).

Día primero- Madre del Perpetuo Socorro, que en tu hermoso cuadro te presentas como divina aparición en lo alto del Cielo, figurando a la Mujer Bendita prometida por Dios a la triste Humanidad caída para ser Esperanza y Socorro en las pruebas de la vida, mira, ¡oh Señora!, a la pobre Humanidad sumida en el terrible abismo de sus miserias; compadécete del mundo; tiende a las almas el Socorro de tu poderosa mano, y vea claramente la Humanidad entera, que con razón te llamamos. Concédenos la Gracia que en particular te pedimos.
Invocaciones para todos los días:
Madre del Perpetuo Socorro, cuyo solo nombre inspira confianza:
¡Madre del Amor, ven en mi socorro!
En mis tentaciones y caídas.
En mis inquietudes y tristezas.
En mis tibiezas y sequedades.
En mis necesidades y trabajos.
En mis enfermedades y peligros.
En el cumplimiento de todos mis deberes.
En todos los momentos y accidentes de la vida.
En el momento de la muerte y después de ella.
Oración. Madre del Perpetuo Socorro, protege a todos los que amo; al Santo Padre; a la Santa Iglesia; a mi Patria; a mi Familia; a mis amigos y enemigos; a los pecadores e infieles; a todos los moribundos; a las Almas del Purgatorio; de modo especial, a todos los devotos y archicofrades, ven en su socorro. Así sea. ¡Madre del Perpetuo Socorro, ruega por nosotros! (Se termina rezando tres Aves Marías, un Padre Nuestro y un Gloria al Padre).
Día segundo- Madre del Perpetuo Socorro, cuyo rostro parece retratar la infinita bondad de Dios; de cuyos ojos salen destellos de Divina Misericordia, y de cuyos labios se desprenden emanaciones de celestial suavidad y alegría, bien se echa de ver, Madre mía, que te formó el Señor Madre de piedad y Refugio de Pecadores; vuelve, pues, a nosotros, esos tus ojos misericordiosos, y seas, con tu Socorro, vida, dulzura y esperanza de los que a Ti clamamos en este valle de lágrimas. En especial, atiende a nuestras súplicas y otórganos la Gracia que pedimos.
Día tercero- Madre del Perpetuo Socorro, en cuyos brazos el mismo Niño Jesús parece buscar seguro refugio, ya que a ese mismo Dios, hecho Hijo tuyo, como tierna Madre lo estrechas contra tu pecho y sujetas sus manos con las tuyas, no permitas, Señora, que ese mismo Jesús, ofendido por nuestras culpas, descargue sobre el mundo el brazo de su irritada Justicia: sé Tú nuestra poderosa Mediadora y Abogada, y detenga tu maternal Socorro los castigos que hemos merecido. En especial, concédenos la Gracia que pedimos.
Día cuarto- Madre del Perpetuo Socorro, ante la cual los Arcángeles San Miguel y San Gabriel se presentan en ademán reverente y sumiso, declarando así que eres Reina Soberana del Universo, mira cómo el Infierno ha desencadenado sus furores por todo el mundo, sirviéndose de todas las criaturas para tentarnos y perdernos. Envía tus Ángeles en defensa nuestra y gobierna Tú las cosas todas con maternal providencia para nuestra utilidad y provecho. Otórganos en especial la Gracia particular que pedimos.
Día quinto- Madre del Perpetuo Socorro, cuyo manto, azul como el cielo y verde en su interior como símbolo de Esperanza para la Tierra claramente nos indica que Tú eres nuestra Protectora y que tu Socorro maternal ha de cubrir siempre a tus hijos, como cubre a la Tierra el azul firmamento, extiende, Señora, el manto de tu celestial patrocinio sobre nosotros tus hijos, que gemimos envueltos en tan grandes aflicciones, trabajos, miserias y penalidades. Atiéndenos en nuestra necesidad y tribulación, y especialmente concédenos la Gracia particular que pedimos.
Día sexto- Madre del Perpetuo Socorro, cuyo cuerpo aparece envuelto por roja túnica, que figura tu inmensa Caridad y Amor a Dios, y cuya frente se halla honestamente ceñida con una franja como distintivo de las vírgenes para simbolizar tu Inmaculada Pureza, yo admiro los dones, gracias, virtudes y prerrogativas de que te llenó El Altísimo. ¡Oh María, llena de Gracia, bendita entre todas las hijas de Eva, ya que el Señor es contigo, comunícalo a nuestras almas, haciéndonos participar de tus Gracias y virtudes; haz que seamos puros y santos, y que merezcamos lograr la Gracia particular que pedimos.
Día séptimo- Madre del Perpetuo Socorro, cuyo ropaje se halla profusamente recamado con ricos adornos de oro, en los joyeles de tu frente, en los bordados de tu vestido, vemos simbolizadas las promesas cumplidas de tus hijos: regalos, ofrendas y acciones de gracias, que dedican tus devotos por los innumerables beneficios, gracias y prodigios con que se han visto favorecidos. ¡Oh Tesorera de las Gracias celestiales!, haz que sintamos también nosotros la eficacia de tu celestial Socorro; otórganos la Gracia que te pedimos.
Día octavo- Madre del Perpetuo Socorro, en tu frente veo brillar una resplandeciente estrella, que con sus fulgores alienta mi Esperanza, como aquella estrella polar que animaba a los navegantes ante los peligros de los huracanes. Míranos, Celestial Señora, en este mar del mundo, donde peligran nuestras almas en medio de las tormentas que levantan nuestras pasiones, agitadas por los enemigos de nuestra salvación. Sólo tu Perpetuo Socorro puede salvarnos; sálvanos, Señora, y en prenda de tu favor, concédenos la Gracia que en particular pedimos.
Día noveno- Madre del Perpetuo Socorro, que te muestras ceñida con preciosa aureola y coronada con rica diadema de oro y pedrería, ayúdame a conquistar la hermosa corona de gloria que dios tiene preparada en el Cielo para todos los que fielmente te sirven. Con ese fin, Madre mía, ayúdanos a evitar el pecado y a practicar las virtudes; no nos niegues tu Socorro en vida y, sobre todo, en la hora de la muerte defiéndenos ante el Tribunal de tu Hijo para que no caigamos en el Infierno, y no nos olvides en el Purgatorio. Haz que vayamos pronto al Cielo a darte gracias por todos los favores que nos habrás concedido, y en especial por el que, en esta Novena, te pedimos.

Por el P. Joaquín Esprit, CSSR. (Adaptación: P. Carlos Hernández T., CSSR.).

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