jueves, 23 de junio de 2016

Las encrucijadas de la masacre en Orlando

¿Puritanismo religioso, terrorismo islámico o crimen pasional?

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Dr. Fabián Acosta Rico
Universidad del Valle de Atemajac

La Torah, la Biblia y el Corán comparten historias; unas tan antiguas, como aquella que narra cómo Abraham y su sobrino Lot, en su trashumancia, dividieron caminos, no por enemistad sino por escasez de tierra. Señala el Corán que, asentado en el Valle de Sodoma y Gomorra, Lot y su familia no congeniaron con los habitantes de aquellas tierras. Lot los cuestionó con proféticas y duras palabras: “¿Cometéis una indecencia que ninguna criatura ha cometido antes? Ciertamente, por concupiscencia, os llegáis a los hombres en lugar de llegaros a las mujeres. ¡Sí, sois un pueblo inmoderado!” Lo único que respondió su pueblo fue: “¡Expulsadles de la Ciudad. Son gente que se las da de puros! Y les salvamos, a él y a su familia, salvo a su mujer, que fue de los que se rezagaron. E hicimos llover sobre ellos una lluvia: ¡Y mira cómo terminaron los pecadores!” -Corán, 7:80-84-.
Las condenas del Corán a la homosexualidad gravitan exclusivamente en torno a este suceso. No obstante, al Profeta Mahoma, dentro del Canon islámico, le son atribuidos dichos y hechos no escriturados en el profético Libro, llamados hadices, y varios de ellos condenan abiertamente la homosexualidad; por ejemplo, uno refiere que el Profeta sentenció que “ningún hombre debe mirar a las partes privadas de otro hombre, y ninguna mujer debe mirar a las partes privadas de otra mujer, y dos hombres no deben dormir en la misma cama bajo una misma manta”.
Por partes
Como toda Religión, el Islam, en su culto, doctrina y práctica, presenta matices exegéticos o interpretativos que la Cultura y la Historia acentúan, de tal suerte que acusar a la Religión del Profeta Mahoma de homofóbica, resulta un despropósito. La tolerancia a la homosexualidad en la umma (comunidad espiritual islámica) varía según la época o el país. En el “Libro Las mil y una noches” se describe, desde la literatura fantástica, cómo en los harenes, de una Persia ya islamizada, la poligamia se entreveraba con las prácticas lésbicas y gay.
Hasta las primeras décadas del Siglo XX, el Norte de África dio refugio y libertad a muchos homosexuales europeos que sufrían discriminación en sus países. El mundo árabe pasó de la tolerancia a la persecución apenas hace unas décadas, con la aparición del Islam radical y puritano, denominado wahhabismo que, desde Arabia Saudita, propagó el fundamentalismo religioso al interior de la rama islámica mayoritaria (sunita) e inspiró a los fundadores yihadistas del ISIS (Estado Islámico).

Contrariedades
Hoy en día, el mundo islámico está dividido en torno al castigo moderado o la lapidación de los homosexuales. Por un lado, Gobiernos como el de Turquía y Bosnia-Herzegovina, defienden los derechos de las minorías sexuales; en cambio, las legislaciones de Yemen, Irak, Irán, Mauritania, Nigeria, Qatar, Arabia Saudita, Somalia, Sudán y los Emiratos Árabes Unidos, tienen tipificadas las prácticas homosexuales como crímenes, meritorios de la pena de muerte.
En esta sintonía, el Estado Islámico ha impuesto, en los territorios que controla en Siria e Irak, una interpretación radical de la sharia (ley islámica), que ha desencadenado atrocidades como las registradas en los 30 videos de la ONG OutRight Action International. En conjunto, los videos muestran las ejecuciones de distintos acusados de homosexualidad: tras ser lanzados de edificios, algunos, aún moribundos, fenecen lapidados. A falta de un inmueble lo bastante alto, los yihadistas le procuran la muerte a los acusados de una manera menos exhibicionista, pero igual de brutal: los decapitan.
Tales ejecuciones seguro inspiraron a Omar Mateen, quien, al parecer, no militaba en ninguna célula terrorista del ISIS, pero buscó el aval moral de estos yihadistas al jurarles lealtad, en una llamada al 911, antes de asesinar a 49 asistentes en la noche latina celebrada en el club lésbico-gay Pulse, de Orlando, Florida. ISIS no titubeó en prohijar al “mártir” Mateen, quien resultó ser un asiduo cliente del club y poseer una doble vida, pues engañaba a su esposa con parejas masculinas que contactaba a través de una aplicación de smartphone.

Por un juicio mesurado
Las hipótesis respecto a los móviles del asesino apuntan a todas partes; algunos Medios de Comunicación señalan que actuó por un impulso de fanatismo religioso. Puede ser. Otros opinan que, siendo de origen afgano, residente en Estados Unidos, quizás no supo sortear el choque cultural entre su ámbito familiar y su entorno social. Y no muchos descartan que, tal vez, fue un crimen pasional.
No obstante, culpar al Islam o cualquier Religión de esta masacre, es una arbitrariedad, pues los pecados son del hombre, no de las creencias. No es de olvidar que, en defensa de los Derechos Humanos y de la Libertad, naciones como Irak, Libia, Yugoslavia o Haití… han sido bombardeadas e invadidas. El odio y la ambición pueden encontrar justificación, aun en las ideas e intenciones más nobles. Y, por desgracia, el nombre de Dios no es la excepción.

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